lunes, 29 de octubre de 2012

El efecto Amieiro

Tengo un amigo que sostiene que es un mutante, como los de la Patrulla X. Es decir, que posee un don, una cualidad que apenas puede controlar y que se le manifiesta cuando menos le conviene, causando todo tipo de estragos. Él llama a su capacidad mutante el superpoder de la confusión: en todo lo que él participa acaba desatándose el caos, complicando hasta el extremo operaciones tan sencillas como repostar en una gasolinera, o ir a comprar tabaco.

Sus amigos lo tenemos bien comprobado y alguno ya hasta reniega de su compañía cuando, amablemente, se ofrece para ayudarte a pintar tu casa o a acompañarte al dentista. En cierta ocasión él terminó hospitalizado cuatro días cuando acudió a una sencilla revisión y yo que le acompañaba... yo terminé librándome por los pelos porque me di a la fuga como la rata que soy...

En el periódico tenemos un compañero al que le acompaña esta misma extraña sombra mutante. Una persona en apariencia normal, simpático y sencillo, alguien al que te arrimarías si te lo cruzaras por la noche a solas en un oscuro callejón, un tipo que emana buen rollo por los cuatro costados. Ese tipo es el único, el gran Fernando Amieiro. Fernando es un clásico de la sección de diseño de EL MUNDO, y además de un magnífico maquetador ha sido maestro y mentor de tantos y tantos becarios que han pasado por la sección, entre ellos, yo. Son legendarias su infinita paciencia y su capacidad para explicar a un ladrillo cómo hacer una buena maqueta. Quizá por eso se le ha encasquetado durante años la labor de enseñar a todo el que llegaba con cara de pez a la sección y que, descolocados,  lo más que recibían era un desabrido: “¿No pensarás que te voy a enseñar yo, verrrrdaaad?” Fernando recogía aquellas piltrafas humanas y con mano izquierda y un poquito de cariño las conseguía encauzar, hasta que algunos hicimos carrera y todo. Pensaréis que no tiene tanto mérito en estos tiempos de Quark y Photoshop... Sólo diré que Fernando conseguía en unas semanas que unos becarios sonrosados utilizaran con cierta soltura aquel infame editor de Edicomp 4.000. Palabras muy mayores...

Pero Fernando es mucho más. Como al mutante de mi amigo, a Fernando le acompaña una leyenda, una sombra que se cierne sobre todos cuando trabaja un fin de semana. Algo que ha sido tan recurrente en estos años que ha sido bautizado por sus compañeros como El efecto Amieiro.

Cuando Fernando Amieiro trabaja los fines de semanas pasan cosas. Cuando haces el turno de noche con él... pasan cosas. No cosas en plan sonidos extraños, o libros que cambian sospechosamente de repisas... Cuando Fernando Amieiro trabaja los fines de semana o por las noches, la gente muere. Tampoco pasa nada, la gente muere todos los días. Pero cuando Fernando trabaja por las noches o los fines de semana muere ese tipo de personas que hacen que se tenga que cambiar el periódico entero y haya que hacer unos o dos especiales... El detalle es importante porque estas cosas no pasan cuando está arropado por su sección, rodeado de compañeros... Es cuando estás sólo con él, cuando estallan conflictos armados, muchos esperados, algunos totalmente inesperados. Tiroteos, matanzas, inundaciones... El efecto Amieiro suele ser en fin de semana, en inferioridad de condiciones y en gran medida, con nocturnidad y alevosía. A traición y por la espalda, vamos...

¿Creéis que exageramos? Veamos...

2 de agosto de 1990. Hacen 22 años de esto... Empieza la primera guerra del Golfo. Desde hace días se hacen turnos por parejas por la noche para hacer ediciones especiales en el momento que estalle el conflicto. Fernando trabajaba esa noche con nuestra compañera Mariví. Todavía hoy, Mariví reconoce que se le saltan las lágrimas al recordarlo:  “Fernando en el despacho de nuestro director de Arte, en la antigua redacción de Sanchez Pacheco riéndose porque decía que esa noche iban a invadir los altos del Golán”... Hasta que Irak ardió.




30 de junio de 1997. Lunes. Pensaréis, “no era fin de semana” y estáis en lo cierto. Fernando trabajaba con otro compañero, con tendencia al escapismo. Y aquel día, escapó. Fernando se quedó sólo en la redacción. Y claro, por la noche (recordad nocturnidad y alevosía) ETA liberó a Cosme Delclaux, que llevaba secuestrado 232 días. Llegó a casa entrada la madrugada y recibió una llamada pocas horas después: “Corre, vente, han liberado a Ortega Lara”. Ortega llevaba 532 días secuestrado por ETA. Podían haber buscado al compañero escapista ¿no? No. Cuando hay una crisis, a Fernando suele ser al primero que buscan. Al César, lo que es del César.





30 de agosto de 2001. Jueves. No era fin de semana. Era agosto y por la noche. Él y yo, mano a mano. Y se muere Paco Rabal volviendo a España de recibir un premio. Éste va en versión doble, con portada y especial, que el gran Paco Rabal bien que lo merecía. Por cierto, fijáos en el titular y la foto que abren ese día el periódico. Técnicamente no pueden atribuirse al efecto Amieiro, porque sucedió durante el día, pero la coincidencia es realmente curiosa...







2003-2004. Por ahí anda la cosa. Alguna vez os hemos contado el día en que ardió el servidor en la redacción y al día siguiente el periódico salió de puñetero milagro ¿verdad? Ese día era un domingo. Y trabajaba Fernando. Con Esmeralda y conmigo. Yo todavía me despierto algunas noches entre sudores fríos pensando que sigo en aquel día, pintando páginas con un título, un apoyo y un textito corto... Y Orfeo, de deportes, que quería un sumario...

2 de abril de 2005. Sábado. Juan Pablo II muere en sus estancias del Vaticano tras luchar muchos, muchos días al final de su enfermedad. El mundo siguió la evolución de su estado con inquietud. Pero todos sabíamos que iba a ser ese fin de semana. Trabajaba Fernando. Otra vez con Esmeralda y conmigo. Ya estábamos en casa. Fue sobre las 11 de la noche. Volvimos corriendo al periódico y no recuerdo a que hora salimos. Este caso es especialmente enmarronante porque no sólo era una edición entera del periódico, sino también un Documentos especial. El efecto Amieiro se nos empezaba a escapar de las manos...




23 de julio de 2011. Sábado.  El colofón de un verano que no olvidaremos nunca entre las primas de riesgo, los adelantos electorales, los consejeros delegados y lo que pasó este fin de semana. Mario Benito, que lo sufrió en primera persona y ha presenciado muchos efectos Amieiro asegura que éste es la madre de todos los efectos, la tormenta perfecta, el efecto Amieiro por antonomasia. En Noruega se vuelve loco un tiparraco y provoca una de las mayores matanzas de los últimos años. Portadón. Todo el día dedicados al tema de internacional, uno de esos días en los que parece que no llegas, todo el periódico patas arrba. A última hora de la tarde, alguien dice: "Amy Winehouse ha muerto". El jefe de cultura, nuestro querido Manu Llorente estalla enfadadísimo: "¡¡No me vengáis con esas bromas, no tienen ni puta gracia!!...  Todos empiezan a mirar de reojo hacia maquetas, para comprobar quién trabaja. De repente se les corta la respiración. Noruega, Amy Winehouse... y mientras tanto, José Tomás toreando por la tele... No hagas eso, no José Tomás, eso no hace falta... No te arrimes tanto, coño, que está Fernando aquí... ¡Míralo! Cogida terrorífica en el quinto toro. El torero por los aires y ensangrentado... "¡Que no hay sitio en la portada para tanto desastre, coño! grita alguien corriendo por la redacción. El de Galapagar, todo pundonor, se rehace a duras penas y mata al quinto ¡y al sexto! en una lección de coraje y torería... Mientras en la redacción todos acojonados pensando: "lo mata..." El efecto Amieiro era para entonces una bestia sin control, con un apetito insaciable...



13 de febrero de 2011. Domingo.  El guardaespaldas de Wihtney Houston la encuentra muerta de una sobredosis. Llevaba tiempo demacrada y bordeando el final. Fernando, por supuesto, trabajaba aquel fin de semana. 



26 de agosto de 2012. Sábado.  Neil Armstrong, el primer hombre que pisó la luna, héroe mundial, un tipo que desafió al espacio y a las leyes de la física muere por sorpresa. Estaba mayor y enfermo, pero nadie lo esperaba. Esa semana habíamos estado bromeando con Fernando sobre el efecto Amieiro y sus posibles consecuencias de cara al fin de semana...






Creednos, hay muchos casos más.  Sólo una persona de las quinielas ha sobrevivido (de momento, todo llegará) al temible efecto Amieiro. De hecho, empezamos a pensar que es inmortal porque no es normal lo que lleva este hombre aguantando. La revolución, la CIA, Bahía Cochinos... y el efecto Amieiro, ahí acechante. Lo de Fidel Castro es algo digno de estudio. ¡Qué aguante, Comandante! 

Y vosotros pensaréis que, con semejante historial los compañeros de la redacción huirán sólo con verlo. Pues no. No hay un tío en la redacción más querido ni más valorado profesionalmente. Fernando es de esas personas con las que no puedes discutir y con las que, como discutas, terminas dándoles la razón, abochornado. Y si algún día el mundo se cae a pedazos, no se me ocurre mejor pareja de baile para ninguno de nosotros en la sección de maquetación... Solo que será en fin de semana, seguro.

Que sepáis que este pasado fin de semana ha trabajado. Y a la hora que escribo esto, parece ser que todavía no tenemos que lamentar ninguna baja de última hora. El insiste en que la maldición se ha terminado cuando pasa un fin de semana sin que muera nadie o explote nada... Pero tanto él como nosotros sabemos que eso no es cierto, que sólo descansa, como una bestia agazapada dentro de su guarida, esperando la próxima ocasión en la que saldrá, coincidiendo con el siguiente fin de semana de Fernando. Tanto es así que se le está poniendo mala conciencia, y ahora cuando no pasa nada se va a su casa por la noche inquieto. Y cuando llega llama a la redacción y pregunta: "¿De verdad que no ha muerto nadie..?"

Post elaborado con información de sus compañeros
 de la sección de diseño, Mariví García-Miguel, Esmeralda Sáez, Elena Costa, Nora Ayuso, Luis Blasco, Mario Benito, Quique Falcón y Javier Vidal.. que pese a todo, le aprecian.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenas noches, perdón por entrar, pero es que yo...hace años que sufro en silencio ese eFEcto Amieiro, y después de leer el blog quiero dejar un breve comentario para dar FE que todo lo anteriormente mencionado ES CIERTO. Conocí a Fernando en la peor EPOCA de mi vida y no sé porqué se acercó a mí. Después vino lo de Toledo (mejor que os lo cuente él) y más tarde Cuatro Caminos, como no sabía por dónde tirar se lanzó al MUNDO y yo me quedé solo con aquél PANORAMA. Luego el silencio y cada vez que queriamos vernos para comer...¡ZAS! aparecía el efecto, así de repente, sin avisar, bueno él avisaba, un poco tarde, pero avisaba: es que ha surgido algo a última hora y... luego vinieron las niñas... es que se me pasó y tenía que llevarlas a...buf! Y hasta hoy que ya no pinto casi nada, maqueto algo por la SIERRA madrileña y pienso que a lo mejor algún dia, asi sin previo aviso recuperaré a ese gran Fernando Amieiro al que envio un gran abrazo y deseo lo mejor.

Javier Vidal dijo...

Querido anónimo, gracias por corroborar con tu comentario la parte más importante de este post: que Fernando va dejando buenos amigos por donde pasa...
Un abrazo y gracias, de verdad, por tu comentario.