El 27 de marzo de 1939 un grupo de falangistas entraba en la redacción del Heraldo de Madrid. Era una avanzadilla armada de las tropas que pocos días después tomarían la capital y darían por terminada la Guerra Civil española. Ese fatídico día de marzo sería el último de la historia del Heraldo. Posteriormente se cedería la cabecera a Juan Pujol para editar en su lugar "Madrid", de espíritu totalmente opuesto al Heraldo. Durante años, los propietarios reclamaron la devolución del periódico, pero todos sus esfuerzos fueron en vano. Hasta hoy, cuando un grupo de nuevos medios se han decidido a lanzar una edición única que rinde homenaje a uno de los periódicos clave de la prensa española.
Fernando Rapa Carballo nació en París en 1969, aunque su espíritu navega a orillas del Río de la Plata. donde se crió en su Buenos Aires querida. Diseñador gráfico y docente de Tipografía en la UBA (Universidad de Buenos Aires), vive en España desde 1998, donde comenzó su andadura en el estudio catalán Casses i Associats elaborando los periódicos bonaerenses Clarín y Olé. También ha participado en El Comercio de Lima, Corriere della Sera, Gazzeta dello Sport y el portugués Diario de Noticias, entre otros. En nuestro país, fue fundador y director de Arte del extinto, y varias veces premiado, Público, diario que abandono tras su cierre. Actualmente edita la revista Mongolia y una vez al año el libro/fanzine Viernes Peronistas. Ha sido el responsable, junto con Asier Barrio y Erika Takenouchi, del diseño del número especial de Heraldo de Madrid que estará a la venta en todos los kioscos hasta el día 30 de abril.
Heraldo
En este emprendimiento hay un doble concepto: por un lado es una invocación y un rescate a un periódico silenciado por el fascismo y por otro es un reflejo de un abanico de nuevos medios independientes que han surgido en España a partir de la crisis.
Estos medios tienen en común un cambio de paradigma y de modelo.
El periodista se hace dueño de todo el proceso. Entonces el periodista ya no solo escribe una crónica y "alguien" se la publica, ahora el periodista forma parte de todo el entramado y se involucra en logística de crear y poner en la calle o en la red su medio. Ahora tiene que saber de calidad de papeles, gramajes, tintas, pay per views, de costes de distribución, precios de fotos, etc...
Un nuevo modelo que es posible gracias a la tecnología, porque realmente algo así hubiese sido muy difícil de realizar en una etapa tecnológica anterior.
Renacimiento
Esto me hacía recordar mucho a un personaje fantástico que tiene que ver con el Renacimiento italiano. Porque creo que en nuestra modesta y minúscula escala este tipo de emprendimientos también es un renacer en la forma de la edición. Este personaje es Aldus Manutius, un impresor italiano de 1490 que es el responsable de la implantación del libro como objeto en la europa del Renacimiento. Este impresor, no solo era impresor, era el responsable de toda la cadena de producción rescatando del pasado (como nosotros El Heraldo) obras clásicas que habían sido silenciadas o se habían ocultado tras los paredones de los monasterios, todo ello con nueva tecnología. Durante una era oscura de casi 1000 años, en Europa la cultura se había refugiado puertas adentro de los monasterios. No olvidemos que los libros los reproducían de manera artesanal los monjes benedictinos. A partir de 1400 surge un soplo de cambios en la mentalidad europea por nuevas ideas del Renacimiento y las nuevas tecnologías.
Pequeños impresores italianos, venecianos, florentinos, milaneses comienzan a crear pequeños talleres de impresión en el que se realiza todo el proceso, desde la configuración hasta el diseño de los tipos (por ejemplo Bembo). No por casualidad el primer programa de Desktop Publishing (término ya caduco pero muy utilizado en los 80) se llamaba Aldus PageMaker, en homenaje a Aldus Manutius de Italia, que es el que crea el concepto de portabilidad. Ahora que todo el mundo habla de portátiles y demás el hombre crea un tipo de letra muy pequeña e inclinada llamada itálica (esas letras están tan bien diseñadas que llegan hasta el día de hoy). Manuncio crea el concepto moderno de libro de bolsillo en 1500 que permite que el objeto pueda ser fácilmente transportado y el conocimiento sea rápidamente distribuido.
Pero todo esto es para decir que el espíritu de Manuncio es un poco el que nosotros tuvimos a la hora de recrear al Nuevo Heraldo. Tener todo el proceso en nuestras manos trayendo algo del pasado. Porque es interesante entender como armamos Heraldo. De alguna manera cada una de las partes que lo componen, la parte histórica a cargo de Gil Toll, eldiario.es e infolibre para política, FronteraD para internacional, Alternativas Económicas para economía, Materia para Ciencias, Líbero para deportes, Jotdown para cultura, Fiat Lux para sucesos, La Marea para Sociedad y Mongolia para Humor. Cada una de estas partes ya arma su propio medio, unos en papel, otros en web y otros de manera combinada. Pero el desafío era ver cómo podíamos generar algo nuevo con 10/11 jugadores. Once redacciones, era como hacer un equipo de equipos, como un Cosmos de los medios independientes. La idea de un equipo dirigido por Miguel Ángel Aguilar, Carlos Bello y Pere Rusiñol debía generar en muy poco tiempo un ejemplar de casi 50 páginas y, además, un ejemplar digno, ya que íbamos a estar en la mira de todos.
El Heraldo es la mezcla de un espíritu libertario republicano con la idea de la autoedición de Aldus Manuncio y un solapado concepto punk del DIY (do it yourself).
Nada más alejado que los power points de los gurús del periodismo que predecían la muerte del papel hace ya 10 años y nos invitaban a regalar los contenidos, ya que la publicidad estaría ahí para salvarnos.
Cada una de las células de este componente Heraldo generó un guión de su "parcela" que fue enviada a la dirección. A partir de ahí, los contenidos se acomodaron en maquetas que les fueron entregadas a las secciones para que cada equipo pudiese completarlo con su material. Cada sección cerraba sus piezas y nos las entregaba para que nosotros las editáramos y produzcamos ya de cara a la imprenta.
Todo se ha hecho en la Nube. El tema físico ha estado presente en las reuniones de pauta y demás, pero nos hemos manejado traspasando información en la red, cada uno en su lugar particular de trabajo. El concepto de empresa redaccional como lugar se diluye, no hace falta oficina, ni teléfono fijo, solo hace falta estar conectados y tener un objetivo común.
El diseño del Heraldo es muy simple, es resultante de la practicidad que queríamos imprimirle a este proyecto junto a mis compañeros Asier Barrio y Erica Takenouchi. Nada de artificios ni barroquismos, tampoco queríamos intentar simular un periódico de época porque nos parecía totalmente anacrónico e impostado. Sí nos hemos permitido generar algún guiño de trasvase de lenguajes en la pieza de la portada.
Conclusión
Para concluir creo que lo más importante de este experimento es que hemos conseguido llevarlo a cabo, que hemos mostrado que es posible, que abre nuevas puertas, que es un mensaje de optimismo en medio del cataclismo de los medios de comunicación, de despidos y de cierres.
Citando aqui a Pere Rusiñol que es uno de los cerebros detrás de todo este proyecto, cuando vamos a dar charlas a Universidades que nos llaman para que comentemos Mongolia, Pere les dice, "olvídense de los medios tradicionales, están muertos, hagan el suyo". Es que cuando nosotros pensamos en Mongolia nos imaginamos "vamos a hacer la revista que nos gustaría leer, no tenemos nada que perder, sabemos hacerla, ya que nadie la la hace, manos a la obra."
Es lo más interesante que nos ha pasado en nuestra vida, e imaginamos que lo mejor está aún por llegar.
Fotografía de Rapa Carballo: Asociación de Periodistas Europeos
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