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lunes, 15 de septiembre de 2008

Diseñario (XVIII)

El comité de expertos de encajabaja sigue adelante con esta magna obra que les tiene alejados del mundanal ruido. Ajenos a todo cuanto sucede a su alrededor, piensan, debaten, reflexionan, proponen, escriben... y nos ofrecen después otra entrega del mundialmente aclamado Diseñario. Esa obra que se espera con auténtico fervor cada lunes, con el diseño periodístico y la prensa en general como temas de estudio, de carácter irreverente, colectiva y abierta a la participación de todos vosotros.





O


Ojo. No sólo podemos tocar las letras, porque tienen cuerpo, sino que además ellas deben vernos cuando las leemos, porque tienen ojo. Las vemos y a la vez nos ven. Nos miramos, las letras y nosotros, cuando leemos. Y curiosamente el ojo no es con lo que nos ven, sino que es lo que nosotros vemos de ellas. Porque ojo es mucho más sinónimo de tamaño de las letras que el término "cuerpo" que solemos usar para este fin (véase la voz cuerpo sobre este enredo). Ojo es lo que vemos de los caracteres, y cuerpo es lo que vemos y un poquito de blanco arriba y abajo que no vemos y que más o menos sabemos lo que ocupa (un tercio del total). Porque también tienen hombro, que es como se llama ese blanquito.
El ojo más o menos grande de una letra es una expresión que se refiere en realidad al "ojo medio" y que designa la diferencia entre la altura de las minúsculas y la altura de las mayúsculas. Cuando esta diferencia es pequeña, porque las minúsculas son grandes en relación a las mayúsculas, o suben mucho, se dice que esa familia o tipo tiene un ojo grande y, aparentemente, es más legible. En este sentido, "ojo" y "altura de la x" serían expresiones para definir lo mismo.
Por tanto, mucho ojo al mirar las letras porque ¿quién sabe si sus ojos pueden vernos?

Opinión. Género de ficción disfrazado de periodismo que se caracteriza principalmente por su ausencia de noticias; es decir, por no ofrecer noticia o información alguna a sus lectores. No obstante, existen periódicos e informativos en televisión, radio e internet que se caracterizan por ofrecer un elevado porcentaje de opinión, con lo cual podemos deducir con relativa facilidad lo informados que están sus lectores, videntes u oyentes. Incluso existen medios que sólo ofrecen opinión, de manera abierta en sus artículos editoriales y columnas, y encubierta, disfrazada de información en el resto del producto. Práctica lamentable, y peligrosa para quienes no lo detecten. La opinión no es mala ni buena en sí, suele depender de la calidad de quien escribe o de quien habla (entre los hablantes resulta especialmente cargante) pero debe estar diferenciada y más bien ser un complemento a la información que ofrece un medio de comunicación. No su fin. La opinión la deben formar los lectores por su cuenta y lo saludable en una sociedad democrática y cívica es que lo hagan en su mayor parte con la ayuda de informaciones, no de otras opiniones, que también, pero menos.
En lo que al diseño periodístico se refiere lo más importante al plantear cómo poner en página una opinión es, precisamente, esta diferenciación que apuntamos. Los artículos de opinión deben diferenciarse de los informativos. Para ello contamos con la ayuda de la tipografía (o con cintillos que indiquen de manera explícita que aquéllo es un texto informativo) y también con el ancho de columna. En la prensa española ha quedado como norma no escrita pero aceptada prácticamente por todos los periódicos desde que lo propusiera el primer diseño del diario El País que las opiniones se titulen en cursiva. No sucede apenas en la prensa anglosajona aunque aquí creamos que las opiniones, a la fuerza, deben titularse en cursiva. Fue una buena idea, no obstante, que por eso ha triunfado porque además las letras en cursiva imitan la escritura manual que se asocia más con los textos literarios de las columnas de opinión. En cuanto al ancho de columna, se suelen utilizar columnas más anchas para las opiniones (columnas falsas las llamamos en los periódicos: cuatro en el espacio de cinco, tres en el de cuatro y una en el de dos) también con el fin de separarlo y diferenciarlo de la información y para que la lectura sea algo más lenta, más reposada y reflexiva como se supone que debe ser la propia de textos de análisis y pensamiento. Porque existe también la teoría de que cuanto más estrecha es una columna de texto, más rápido se lee, o más sensación de leer deprisa tenemos al cambiar antes de una línea a otra. Y al contrario cuanto más ancha.
Dentro de los artículos de opinión, existen los artículos editoriales, que no se firman y reflejan la opinión del medio de comunicación; las columnas, que llevan la firma del columnista y expresan exclusivamente su opinión que puede coincidir o no con la del medio; así como los chistes y viñetas que son una forma de opinión gráfica, a la altura en muchos casos de los mejores textos que se puedan publicar en nuestros periódicos.

Ordenador. Criatura caprichosa. Ser voluble e impredecible, muy inteligente y rápido aunque a veces lentísimo, a quien en España le hemos dado un género masculino vaya usted a saber por qué. Computadora lo llaman muchísimos más hablantes americanos en castellano y con razón. Dominan nuestras vidas y nuestro mundo; nos hacen felices y desdichados, alternativa o simultáneamente, de tal manera que no podemos vivir sin ellos, sin ellas, queremos decir desde uno de sus teclados.
Son unas máquinas tan extrañas que no fueron inventadas de una vez, por alguien, como si se hubieran desarrollado a partir de esquemas inorgánicos más sencillos como las calculadoras, en un proceso evolutivo aceleradísimo hasta llegar a ser lo que son... por muy poco tiempo. Porque el proceso continúa imparable y siguen cambiando, evolucionando, hacia un destino que desconocemos quienes supuestamente somos sus aterrados creadores y artífices de su desarrollo.
Sobre los ordenadores pueden elucubrarse tratados enteros sólo con alguna de las infinitas tareas para las que están dotados, dotadas decimos, o sobre los misterios de su interior y su disfuncionamiento, pero no estamos seguros de que pudiera parecerle bien a esta bella máquina en la que ahora escribimos o a esa otra desde la que nos estáis leyendo.


Entregas anteriores del Diseñario:
Diseñario (I): aire-anuncio.
Diseñario (II): apoyo-artistas.
Diseñario (III): bandera-blancos.
Diseñario (IV): blog-caja.
Diseñario (V): cajista-cícero.
Diseñario (VI): cintillo-confeccionador.
Diseñario (VII): contorneo-despiece.
Diseñario (VIII): Didot-doble.
Diseñario (IX): Edicomp-encajabaja.
Diseñario (X): entradilla-estilo.
Diseñario (XI): familia-firma.
Diseñario (XII): folio-fotografía.
Diseñario (XIII): Franklin Gothic-fuente.
Diseñario (XIV): fusilar-Garamond.
Diseñario (XV): Gótica-grotesca.
Diseñario (XVI): Gutenberg-huérfana.
Diseñario (XVII): ilustración-información.
Diseñario (XVIII): interletraje-justificado.
Diseñario (XIX): kerning-lector.
Diseñario (XX): legibilidad-línea de base.
Diseñario (XXI): linotipia-luto.
Diseñario (XXII): Mac-mancha.
Diseñario (XXIII): mancheta-maquetador.
Diseñario (XXIV): margen-medianil.
Diseñario (XXV): Milenium-monstruo.
Diseñario (XXVI): negrita-noticia.
Diseñario (XXVII): Ñ-ñoño.

lunes, 8 de septiembre de 2008

Diseñario (XXVII)

El comité de expertos de encajabaja nos hace hoy su más hispana entrega, imposible de traducir a otras lenguas que no sean la nuestra y vuestra. Porque las voces que hoy publicamos tienen como punto en común una letra única en nuestro idioma, un caracter sin el cual no existiría ni siquiera este Diseñario, obra colectiva, irreverente y abierta a vuestra participación mediante comentarios, correos electrónicos, teléfono móvil o convencional, carta (también vale postal), telegrama, a gritos, o como sea.





Ñ


Ñ. Decimocuarta letra del alfabeto en castellano y decimosegunda consonante. No tiene equivalente en el alfabeto romano y representa un signo único de hispanidad, esa que ahora no es una excusa, sino una responsabilidad. Parece ser que su origen viene de los monasterios, donde se tenía la costumbre de economizar letras para ahorrar tiempo y esfuerzos en las labores de copiado y colocación de caracteres. Por eso, cuando se daba la secuencia "nn" se suprimía la segunda, colocando encima de la primera una n de muy pequeño tamaño que se llamó virguilla (˜). Se cuentan por cientos las palabras que contienen la ñ en el castellano. Por eso da todavía más rabia si te vas a Estados Unidos, con lo baratito que está el cambio ahora, y compruebas que todos los ordenadores, portátiles, iphones y demás artículos de capricho ¡¡no llevan la ñ!!! Es muy duro ser español allende los mares. Tu patriotismo sufre un golpe irreparable. Menos mal que nuestros amigos de Apple sí que incluyen la opción de teclados con ñ, pero claro, a qué precio...
La ñ es una parte fundamental del Diseño. Tanto, que si no lo fuera, seríamos disenadores, cosa que la verdad, no suena igual. Porque la ñ aporta una fuerza singular a la palabra que la incluye. Pareciera como que su virguilla ceñuda indicara un énfasis especial que la palabra requiere. No hay que olvidar que las palabras con ñ vieron la luz en España, este país nuestro, lleno de gente que no se sabe muy bien si te habla o te grita. Esa vehemecia en el habla, ese entusiasmo dialéctico, ese vigor narrativo están presentes, cómo no, en cualquier buen maqueta. Tanto es así, que si no fuera por nuestra querida ñ perderíamos toda la capacidad de convicción que conseguimos al berrear: "¡¡Que te he dicho que no te lo cambio, cooooñooooo!!".

Ñoño. Algo anodino, triste, cursi, blandito, fofo. Estilo de diseño. Persona melindrosa o quejica. Un ridículo, vamos. ¿A que a todos os suena alguien así en vuestros respectivos trabajos?. El término ñoño trae a la cabeza irremediablemente a ese tipo de seudoartistillas que pululan por las redacciones bajo sus gafas de pasta, intentando hacer ver a los demás lo geniales que son sus ideas, lo brillante de sus enfoques o lo creativos que son a la hora de cortar una foto. Porque la ñoñez es algo que caracteriza a estos personajillos pagados de sí mismos, a los que no se les cae la cara de vergüenza al afirmar cosas como que la madera atrae y el acero repele, que tanta verticalidad termina por deshumanizar el producto, o que hay que darle una vueltecilla de tuerca a los obituarios, a ver si conseguimos hacer algo divertido con los muertos de otro.


Entregas anteriores del Diseñario:
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Diseñario (XXIII): mancheta-maquetador.
Diseñario (XXIV): margen-medianil.
Diseñario (XXV): Milenium-monstruo.
Diseñario (XXVI): negrita-noticia.

lunes, 1 de septiembre de 2008

Diseñario (XXVI)

Al parecer, hoy vuelve a ser un lunes normal, laborable. Odiable e incluso adorable porque hemos oído que existen adictos al trabajo a los que suponemos ayer de fiesta celebrando por todo lo alto el fin de las vacaciones, que hoy se ha consumado. El fin. Por eso desaparece nuestro logo de servicios mínimos que se había instalado ahí a vuestra derecha, nuestra izquierda porque nosotros estamos al otro lado de cada una de las pantallas, y por eso el comité de expertos de encajabaja regresa con una nueva entrega de su afamado Diseñario. Ya sabéis, y a quienes todavía no saben les decimos, esta obra colectiva, irreverente y en absoluto académica sobre el diseño periodístico y la prensa desde donde nosotros lo vivimos, a la que por supuesto estáis invitados a participar a través del correo o de comentarios en el blog. Bienvenidos, pues, a nuestra imprevisible normalidad.





N


Negrita. Letra de anchas caderas, labios carnosos, formas generosas y abundantes... de piel oscura. Acostumbrada a vivir en los titulares y a colarse entre las de su mismo cuerpo en redonda, dentro de un texto, para destacar una palabra, un nombre propio la mayor parte de las veces.
No es un tipo de letra, una familia, como lo son Times o Helvética (citamos las clásicas, pero conocemos alguna más, ¿eh?); es un estilo dentro de cada una de las familias o tipos. Una variante de cada una de ellas. Así, existe la Times redonda y la Times negrita, de anchas caderas, labios... y la Helvética redonda y la Helvética negrita (y la cursiva, la fina, las condensadas, y demás, que también son estilos que las familias tienen o no, porque no todas las familias están diseñadas con todos los parientes posibles). Redonda, negrita y cursiva son los tres principales y fundamentales que prácticamente todas las tipografías diseñadas para componer textos tienen.
Tampoco es una letra redonda engrosada tal cual, de hecho los ordenadores pueden hacer con suma facilidad lo de engordar a capón cualquier cosa que hayáis seleccionado (sí, aplicando al texto seleccionado esa letrita "B" de la mayoría de los programas, de "bold" que es como llaman en inglés a las carnosas negritas), e incluso hay insensatos que lo aplican. Es un estilo diseñado así por los tipógrafos, partiendo de los caracteres en redonda y creando otros nuevos de mayor grosor y peso dentro del mismo cuerpo con resultados desiguales para cada familia (igual sucede con las cursivas).
A pesar de su color oscuro no ha sufrido discriminación excepto por algún que otro exquisito, alérgico a que se "ensucien" lo más mínimo sus textos, ese gris uniforme que buscan en las páginas, e incluso los titulares que se tienen por más elegantes si están compuestos en redonda o en cuerpos grandes de letras ultrafinas, el no va más en una de esas modas pasajeras de hace poco. Nuestro admirado Tschichold, iracundo y brillante tipógrafo escribe sobre "la frecuencia excesiva con la que aparece en revistas y periódicos, en los que sería mejor destacar poco y renunciar a la seminegra (se refiere a la negrita) y al espaciado de letras. Para los titulares es suficiente un cuerpo mayor que la letra base escogida, y para resaltar en el propio texo tenemos la cursiva (...) Su efecto (el de la negrita) es pesado, estrepitoso y con gran frecuencia parecen un signo de poca seguridad". Pero esto es la excepción porque ya os decíamos que no ha sufrido apenas discriminación, sino casi lo contrario hasta el punto de que lo normal no es la falta absoluta y aburda de su uso, sino su abuso. Y entonces sí que se empastan las páginas, se emborronan, se empapan de tinta hasta empacharnos cuando nos obligan a leer todo un texto en negrita como nos empacharíamos comiendo chocolate negro a dos carrillos. No obstante, en la prensa se utilizan textos en negritas para destacar pequeños apoyos y distinguirlos del texto principal en redonda; pequeñas llamadas, pequeñas, centros de atención pequeños... un bombón, no una tableta entera.

No. Gritemos todos juntos: ¡No! ¡Más fuerte!

Noticia. Una vez escuchamos que noticia es algo que alguien, en algún lugar, intenta ocultar. Seguro que hay muchas más definiciones, tantas como periodistas dispuestos a buscarlas.


Entregas anteriores del Diseñario:
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Diseñario (XVII): ilustración-información.
Diseñario (XVIII): interletraje-justificado.
Diseñario (XIX): kerning-lector.
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Diseñario (XXI): linotipia-luto.
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Diseñario (XXV): Milenium-monstruo.

lunes, 21 de julio de 2008

Diseñario (XXV)

Llegamos aproximadamente al ecuador del Diseñario justo en el momento en el que el comité de expertos de encajabaja encargado de su producción se disuelve, sus miembros toman caminos separados y, compungidos, se van de vacaciones. Con la publicación de la última voz de la letra "M", la más colectiva de esta obra colectiva, la más irreverente y monstruosa en la que han participado todos y alguno más, se despiden de todos nosotros hasta el mes de septiembre en el que prometen volver.





Milenium. Nombre ya no tan futurista utilizado por Protec (véase Edicomp), por la cafetería de la esquina y tres discotecas en la costa, que en el caso que nos ocupa denomina al software creado a finales del siglo XX para modernizar sus productos y compatibilizarlos con las nuevas tecnología usadas por los redactores.
Milenium y sus distintas aplicaciones permiten seleccionar y tratar fotos (Milenium Pictures), consultar las agencias (Milenium News), maquetar páginas (Mileniun Designer) y distribuirlas en un planillo diferenciando sus distintas ediciones (primera, segunda, etc.). De esta manera, tanto periodistas, fotógrafos como diseñadores trabajan con un mismo programa y en los mismos archivos informáticos, en las mismas páginas.
A la hora de diseñar, Milenium (Designer) es muy parecido a Quark. Tiene claves y atajos iguales. También sus herramientas y menús se diferencian en poco, aunque la mayoría de diseñadores continuamos maquetando en Quark, porque el programa de Protec permite diseñar con éste dentro de su sistema. En las últimas versiones, se puede hacer también con Indesign. Su mejor uso es como programa gestor: organiza secciones, paginas y ediciones de una manera clara.
Y abundando en la nomenclatura informática de moda, Protec presentó en la Ifraexpo de Viena 2007 a Milenium Cross Media 6.0. La versión 6.0 ofrece un único interfaz de trabajo desde el que se puede realizar todas las funciones que cualquier departamento del periódico necesite (redacción, informática, publicidad, gestión, etc.): acceder a la agenda de planificación editorial y emitir sugerencias o comentarios, buscar contenidos multimedia, asignarlos a temas o profesionales, editar los distintos canales (eeb, papel, móvil…) en los que vaya a publicar, ver y controlar el estado de las distintas líneas de producción, visualizar los informes analíticos deseados, etc. Lo más destacable es que esta última versión funciona tanto en entornos Windows como Mac OSX .
Así que si ves en una oferta de trabajo que piden conocimientos de Milenium y controlas Quark o Indesign, manda el currículum.

Monstruo. Criatura. Creación. Engendro. Alguien muy bueno en alguna disciplina. O muy feo. Muchas cosas más pero en el diseño de la prensa es un prototipo: el modelo para una nueva publicación, periódico o revista; lo que entrega el diseñador o el estudio contratado cuando se le encarga un nuevo diseño. Y como la criatura que todos imaginamos, el monstruo suele estar hecho de retales, de trozos cosidos...
Hay conceptos que tardamos años en desentrañar y muchos aún de los que necesitamos una inteligencia privilegiada para poder comprender, pero monstruo es un nombre y, sobre todo, una idea que se graba a fuego durante nuestra tierna infancia en nuestro inocente cerebro. Desde entonces, el monstruo llega a personificar y representar todo aquello que nos es desconocido y que por esa razón y por ninguna otra nos da miedo. Antiguas civilizaciones imaginaban las tierras ignotas aún por descubrir repletas de criaturas extrañas y peligrosas, como los dragones.
Monstruo, eso es lo que hay que ser para llevar a cabo la labor de hacer un ídem, porque hacer ese ídem está al alcance sólo de otro ídem. Y no sólo porque sea una labor gigantesca, es decir, monstruosa, sino porque muchas veces te das cuenta de que lo que querías hacer queda fatal, horroroso (como un monstruo) y tienes que echar para atrás. Pero te sobrepones a la monstruosidad, tiras para delante y al final, cuando todos ven el resultado algunos te dicen "tío, eres un monstruo".
Creación que va contra la naturaleza. Retales hilvanados que conforman una criatura abominable. Algo que va contra la cordura y la razón. Un miedo infantil del que no te puedes liberar cuando eres hombre... Hay muchos monstruos famosos. Los hay gigantes, como King Kong o Godzilla. Los hay terroríficos, como Frankestein o Drácula. Los hay espantosos, como la Mosca o Ronaldinho... Incluso los hay que se convierten en atracciones turísticas, como el monstruo del Lago Ness. Los hay que soportan magníficamente el paso del tiempo, como la momia, y otros a los que apenas se les aprecia, como el hombre invisible... Aquel que ilusamente se cree superior a los demás, basándose en un concepto absolutamente equivocado de uno mismo. El monstruo en cuestión es aquel que sabe de todo, que no duda en hacértelo saber y que te mira por encima del hombro, con displicencia, no ya perdonándote la vida, sino apiadándose de semejante aberración de la naturaleza. Aquello que en un principio es una cosa, y a los cuatro días vuelve a ser lo que era antes de ser... en un principio...
Mary Shelley nos muestra al doctor Frankenstein. Un científico que crea un nuevo ser con partes de otros cuerpos. Nosotros, doctores de la letra, de la línea, del espacio, utilizamos las partes de otros periódicos para crear nuestra criatura. Las cabezas de 'El Mundo', los cuerpos del 'El País, los pies de 'El Público', los filetes de 'La Razón', el lomo de 'Abc'. Destrozamos familias para que nuestra creación sea suprema. Seré inmortal con mi criatura. ¡Ja, ja, ja, ja! (risa malévola).


Entregas anteriores del Diseñario:
Diseñario (I): aire-anuncio.
Diseñario (II): apoyo-artistas.
Diseñario (III): bandera-blancos.
Diseñario (IV): blog-caja.
Diseñario (V): cajista-cícero.
Diseñario (VI): cintillo-confeccionador.
Diseñario (VII): contorneo-despiece.
Diseñario (VIII): Didot-doble.
Diseñario (IX): Edicomp-encajabaja.
Diseñario (X): entradilla-estilo.
Diseñario (XI): familia-firma.
Diseñario (XII): folio-fotografía.
Diseñario (XIII): Franklin Gothic-fuente.
Diseñario (XIV): fusilar-Garamond.
Diseñario (XV): Gótica-grotesca.
Diseñario (XVI): Gutenberg-huérfana.
Diseñario (XVII): ilustración-información.
Diseñario (XVIII): interletraje-justificado.
Diseñario (XIX): kerning-lector.
Diseñario (XX): legibilidad-línea de base.
Diseñario (XXI): linotipia-luto.
Diseñario (XXII): Mac-mancha.
Diseñario (XXIII): mancheta-maquetador.
Diseñario (XXIV): margen-medianil.

lunes, 14 de julio de 2008

Diseñario (XXIV)

Estamos en un mes que no parece tener fin para los miembros del comité de expertos de encajabaja encargados del Diseñario. Nos ofrecen, no obstante, agobiados por el implacable calor de Madrid y a la espera de unas vacaciones que nunca llegan, otra entrega semanal de esta su obra irreverente acerca del diseño periodístico y la prensa, sin ánimo académico ni doctrinal, abierta a vuestra participación que ellos quisieran más entusiasta pero de la que toman buena nota cuando se produce (han registrado para la versión definitiva la aportación de la voz "fotolito" por parte de lorena. Gracias, dicen).





Margen. Es el espacio comprendido entre la mancha y el límite del papel. O sea, la cantidad de espacio en blanco que queda sin imprimir en la parte superior, inferior, derecha e izquierda; el blanco que rodea lo que está impreso. El margen, en lo que a los libros se refiere, es también un lujo; márgenes generosos son sinónimo de derroche de papel y derroche de elegancia. Existen proporciones ya calculadas y relaciones armónicas entre la zona impresa y los márgenes (el gran Tschichold recomienda que el margen inferior sea ligeramente más amplio que el superior, y que también los márgenes internos que dan al medianil, el derecho en páginas pares y el izquierdo de las impares, sean también mayores que los márgenes externos). En los periódicos los márgenes son de menor importancia que en los libros, porque evidentemente no existen lujos al imprimir y lo significativo es utilizar la mayor parte del papel (que también es de menor calidad) para la información que durará tan sólo un día en manos de los lectores. Podríamos definirlo, pues, como impresión de usar y tirar. Por eso, los márgenes suelen ser iguales y pequeños.
Margen es además ese límite que todos tenemos antes de estallar, saltar por el aire que nos rodea y convertirnos en energúmenos ante las adversidades, incomodidades y molestias que nos asestan los demás... que en un periódico son muchas y continuadas. Y como en la prensa ya hemos mencionado que los márgenes son pequeños, pues pequeño es el margen de todo maquetador periodístico que se tenga a sí mismo como tal. Una cosa es ser alguien amable, flexible, abierto a los demás y en general buena persona, y otra muy distinta es trabajar en un periódico, en la sección que sea y, sobre todo, en maquetación y diseño.

Marrón. Trabajo que nadie desea realizar y que normalmente cae al que en ese momento se encuentra o más despistado o más liado. Aunque puede ser fácil de identificar, es extremadamente complicado librarse de él y solo unos pocos tienen esa habilidad innata. Es muy habitual en el periodismo en general, y en la maquetación en particular.
Algunas pistas para identificar un marrón: si viene de un jefe la frase mágica suele ser: "Oye Xxxxx (aquí tu nombre) ven un momento, a ver si me haces esto...". Si viene de un compañero la frase es: "Xxxxx, puedes hacerme esto, no me ha dado tiempo y me tengo que ir. Te dejo aquí todo el material, está chupado."
Una vez que el material está en tu poder ves que no es tan fácil.
El marrón es unidireccional, nunca se puede devolver a la misma persona. Si quieres pasarlo tiene que ser a otra persona distinta. En todas las redacciones existen expertos en passing brown, que es, ni más ni menos, que la acción de pasar un brown (marrón).
Pero para saber bien lo que es un marrón nada mejor como ver los distintos tipos que existen y que han sido estudiados y catalogados en la red: Página del marrón.

Medianil. Por mucho que Quark se empeñe, el medianil no es el espacio entre dos columnas de texto. Eso se llama calle o como mucho corondel ciego (si no lleva rayas) o corondel a secas. Medianil es, en una publicación de dos hojas o más, la zona por donde se pliega el papel. Sí, esa donde el vetusto ABC coloca las grapas, ésa dónde todos hemos dado, alguna vez, golpes de karate intentando que volviera una página mientras sujetábamos el periódico con la otra mano, sorteando viandantes a la salida del metro... A la hora de maquetar, se le llama también medianil a la suma de los márgenes interiores de una doble página (junto con la zona de pliegue) y hasta hace muy poquito se caracterizaba porque no se podía invadir, salvo en el caso de páginas centrales. Esto se debía a que las rotativas no estaban preparadas para imprimir completamente a sangre (ver sangre... cuando se publique) y se temía el siempre lamentable corte de la imagen a unos milímetros del pliegue. Pero con los últimos avances tecnológicos, esto está superado. Y por eso ahora, se puede invadir el medianil de las páginas enfrentadas sin necesidad de que coincidan en centrales, donde las dobles son una sola página. Esto da muchísimo juego, sobre todo para pasar imágenes de una página a otra. Porque eso sí, se pueden cortar imágenes, pero nunca, bajo ningún concepto se debe cortar texto en un medianil (por ejemplo el de un gráfico). Si ya de por sí resultan difíciles de leer, si encima los cortamos estamos cursando una invitación para que no se lea el gráfico.


Entregas anteriores del Diseñario:
Diseñario (I): aire-anuncio.
Diseñario (II): apoyo-artistas.
Diseñario (III): bandera-blancos.
Diseñario (IV): blog-caja.
Diseñario (V): cajista-cícero.
Diseñario (VI): cintillo-confeccionador.
Diseñario (VII): contorneo-despiece.
Diseñario (VIII): Didot-doble.
Diseñario (IX): Edicomp-encajabaja.
Diseñario (X): entradilla-estilo.
Diseñario (XI): familia-firma.
Diseñario (XII): folio-fotografía.
Diseñario (XIII): Franklin Gothic-fuente.
Diseñario (XIV): fusilar-Garamond.
Diseñario (XV): Gótica-grotesca.
Diseñario (XVI): Gutenberg-huérfana.
Diseñario (XVII): ilustración-información.
Diseñario (XVIII): interletraje-justificado.
Diseñario (XIX): kerning-lector.
Diseñario (XX): legibilidad-línea de base.
Diseñario (XXI): linotipia-luto.
Diseñario (XXII): Mac-mancha.
Diseñario (XXIII): mancheta-maquetador.

lunes, 7 de julio de 2008

Diseñario (XXIII)

El comité de expertos de encajabaja desapareció la semana pasada envuelto en una tormenta roja, ebrios de gloria española o algo así. O ebrios. No los hemos podido rescatar de esa interminable celebración eurocopera hasta ahora, justo a tiempo para recuperar la entrega del Diseñario que el lunes pasado nos escamotearon. Ya sabéis, esa obra colectiva que llevan a cabo de manera irreverente y abierta a la participación de cuantos quieran aportar ideas, sean seguidores o no de la selección española de fútbol. Y de Rafa Nadal.





Mancheta. Se dan de codazos por salir en ella... sin perder la sonrisa, eso sí, y un fingido "fair play". Porque figurar allí es ser alguien en un periódico (o en una revista, en una publicación periodística, vamos). Y peder el sitio que allí tenías, desastre que a veces acontece, es precisamente dejar de ser, de existir. Una humillación comparable a las degradaciones militares en las que ante toda la tropa formada te despojan de medallas, de galones, de cargo, de identidad, de trozos de chaqueta cortada a mano en fino paño para quedarte como ella, la chaqueta, hecha jirones.
Si por el contrario, además de estar allí, tu nombre goza de ser impreso en un cuerpo mayor que el resto... entonces, entonces no hay que decir nada más.
Se acomoda generalmente en las páginas de opinión, aunque puede verse en cualquier otro lugar, en la primera página impar de las revistas, o escondida en el más recóndito trozito de papel de aquellos periódicos que parecieran ocultarla, que los hay. Algunas están formadas por apenas tres nombres, y otras quieren emular un listín telefónico, rebajando así el enorme privilegio de figurar en ella, en ese cauce y escaparate de vanidades.
Por si hasta ahora no había quedado claro, mancheta es ese listado de nombres donde, según imperativo legal, aparecen el editor, el director, los principales cagos con responsabilidad real o aparente y la dirección de una publicación periodística, además del depósito legal. Staff, están consiguiendo imponer los anglosajones a todo el mundo mundial que llamemos a la mancheta.
En el mundo de la prensa puede oírse llamar también mancheta a la cabecera de un periódico (El País, El Mundo, ABC, La Vanguardia, etc., con sus logotipos, si los hubiere, y alguna frase asociada de publicación conjunta con el nombre del medio), y aunque hay autores que así lo recogen en realidad es cabecera, y no mancheta, el nombre más apropiado para este elemento importantísimo.
También es mancheta un pequeño icono que acompaña al cintillo en temas a los que se quiere dar relevancia y continuidad, que suelen ocupar varias páginas, incluso durante varios días... hasta que lo decida quien figura en primer lugar de la mancheta.

Manuzio, Aldo. Decir que fue el primero de los nuestros tal vez sea decir demasiado porque hay quien considera, consideramos, que ya se puede definir como diseñadores gráficos a muchos de los artistas/comunicadores del arte paleolítico, maestros en algunos casos en lo que se refiere a signos y símbolos, o en dibujos lineales y esquemáticos de auténtica fuerza, sencillez y total capacidad informativa y comunicativa. Pero si nos atenemos al período moderno que delimitamos con la invención de la imprenta, entonces el italiano Aldo Manuzio es posiblemente el primer gran tipógrafo y diseñador, aunque entonces estos últimos no existiesen; maestro impresor que nació precisamente el mismo año en el que Gutenberg parió su inmortal invento, 1449 en Bassiano, pueblecito de la comarca romana del Lazio.
Abrió su taller de tipografía e imprenta en Venecia en 1494 y pronto destacó de entre los innumerables talleres que había en la ciudad de los canales hasta el punto de que el afamado humanista Erasmo de Roterdam viajó (con los medios de la época, no lo olvidemos, pues entonces no existían agencias de bajo coste... ni nada de coste bajo) desde su ciudad en los países bajos hasta Venecia para conocer al creador de tipos "asegurándome así la inmortalidad, si esos textos fuesen impresos por ti". En 1501 lanzó al mercado su pionera y justamente famosa colección de bolsillo con la obra escogida del poeta Virgilio como primer volumen, que llegó a 50 títulos impresos con su imperecedera creación: la letra cursiva, llamada también en su honor, aldina. Caracteres estos que pueden considerarse una de las obras destacadas del Renacimiento y variante desde entonces presente en todos los tipos de letra. Podríamos decir que falleció en Venecia en 1515, pero resulta que los caracteres en cursiva le han hecho inmortal.

Maqueta. Dibujo. Esquema. Embrión de página. Apócope de maquetador.

Maquetador. Nosotros. Los que disponemos el orden y la posición de los distintos elementos que forman una página: textos, imágenes, rayas y distintos adornos, fondos de color... todo lo que aparece en una página. El maquetador no suele decidir los tipos de letra, la paleta de colores, el número de columnas y el estilo general de la publicación que ya están fijados por el director de arte (junto con con el director de la publicación) en el prototipo. La labor del maquetador, coloquialmente el maqueta (sólo para la prensa) es organizar los elementos que le presentan para una página de manera que resulte un todo ordenado, jerarquizado (en el caso de las productos periodísticos) y con una seña de identidad (que parezca una página de nuestra publicación) que consigue el estilo y los tipos de letra ya definidos.
Nuestra humilde y generalmente vilipendiada labor incluye también ayudar a nuestros queridos redactores en todo aquello relacionado con los ordenadores que ellos no sepan hacer, que es mucho. Pero esto en puridad no es trabajo de maquetación (hay quien parece muy listo escribiendo y luego piensa que somos una especie de informáticos o algo así, aunque muchos de nosotros somos periodistas especializados en el diseño y el resto provenga de las artes gráficas) y esta faceta de "Ayuda" está supeditada a la buena o mala disposición del maqueta a quien se lo pidan. Maquetador es también una persona borde. Alguien que dice no. Alguien que siempre encuentra una solución, porque no hay ya otro detrás que pueda encontrarla.
Diagramador y confeccionador (véase confeccionador) son sinónimos de maquetador.


Entregas anteriores del Diseñario:
Diseñario (I): aire-anuncio.
Diseñario (II): apoyo-artistas.
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Diseñario (XVI): Gutenberg-huérfana.
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Diseñario (XVIII): interletraje-justificado.
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Diseñario (XX): legibilidad-línea de base.
Diseñario (XXI): linotipia-luto.
Diseñario (XXII): Mac-mancha.

lunes, 23 de junio de 2008

Diseñario (XXII)

Hemos de reconocer humildemente que, a pesar del que creíamos enorme saber, dilatada experiencia y del talento creativo que atesoran en conjunto los miembros del comité de expertos de encajabaja, no encuentran explicación coherente para el inexplicable pase de la selección española de fútbol a una de las semifinales de la Eurocopa 2008, después de haber eliminado a ¡Italia! En fin, sumidos en el asombro, ni tan excepcional acontecimiento les impiden ofrecernos una nueva entrega del Diseñario, la que da comienzo a la letra "M", casi en el ecuador de esta obra irrevente sobre el mundo del diseño periodístico y la prensa, tarea colectiva y, ya sabéis, abierta a vuestra participación, que nos nos cansaremos de animar.





M


Mac. Ordenador, computadora. O, ¿es algo más?
Primera acepción: Estoy sentado frente a un Mac... y tengo que decir que desde entonces nada es igual. Cuando llego al trabajo el entorno informático se vuelve triste, anodido, monótono. Estoy sentado frente a un Mac y lo veo todo más claro, más nítido, más limpio. Estoy sentado frente al Mac y puedo tener varias aplicaciones abiertas sin tener sudores fríos por si alguna se cierra inesperadamente. Estoy sentado frente al Mac y veo cómo las imágenes que antes parecían tristes ahora cobran vida. Estoy sentado frente al Mac y admiro el sistema de ventanas que Windows (mal) copió. Estoy sentado frente al Mac y veo que no me tengo que preocupar de los virus ni de ataques remotos malintencionados. Estoy sentado frente al Mac y alucino con su potencia gráfica, con la nitidez de las imágenes, con lo bien que quedan las maquetas, lo distintas que parecen de un entorno a otro. Estoy sentado frente al Mac y todo, hasta lo que a priori puede parecer complejo, es mucho más fácil, hasta un macaco podría hacerlo. Estoy sentado frente al Mac y no tengo que comprar ningún programa para poder empezar a trabajar con herramientas casi-profesionales. Estoy sentado frente al Mac y no tengo que instalar ningún driver para poder utilizar mi cámara de fotos, mi impresora y mi tableta gráfica. Estoy sentado frente al Mac y apenas tardo 5 segundos en instalar una aplicación. Estoy sentado frente al Mac y me olvido de la "redundancia cíclica" y los pantallazos azules. Estoy sentado frente al Mac y el tiempo pasa volando, tanto que me tengo que ir a "disfrutar" de una anodina jornada informática enfrente de mi Windows xp...
Segunda acepción: Parece increíble que un ordenador que cuesta aproximadamente el doble que otro de similares características fabricado por cualquier empresa que no sea Apple, sea incapaz de conectarse con nada. De entenderse con nadie, de ser compatible, vamos. Y que te digan, además, quienes pagan de esta manera, que esta objeción es una falsedad, "eso sería antes", porque cuando entras en la secta macquera... entonces te conviertes en un ser sin sentido crítico para los productos que les compras a estos señores y para quienes te transmutas poco menos que en un agente de ventas, sin comisión claro, porque de lo que se trata es de que hables bien. Y de que pagues. Una secta que te obliga a ser alguien "moderno", "de diseño", "cultureta", "fashion" y despreocupado por la informática, porque en estos aparatitos todo está mascado, te guían por todo lo poco que se puede hacer fuera de los estándares de sus preciosos programas. Son tacaños con la memoria ram y con la capacidad de sus discos duros, con cualquier extra que nunca están incluidos y que incorpora el ordenador más cutre, pero tú no puedes serlo si quieres tener uno de ellos. Te venden la moto de que no sufren virus informáticos y hablas entonces de lo bien diseñado y protegido que está su maravilloso sistema operativo, pero no mencionas que en realidad siendo cuatro gatos conectados a la red, todavía no hay quien se interese mucho en infectarlos... pero tiempo al tiempo y entonces. ¡Pues habrá que pagar por desinfectarlos! Eso sí con un doctor maravillosamente diseñado que administrará una vacuna ¡tan bonita!

Una vez expuestas las dos antagónicas acepciones, escrita cada una por un miembro distinto del excelso comité de expertos, y como habréis comprobado absolutamente objetivas, ya podéis elegir. Pero teniendo en cuenta lo que os decíamos al principio, que un Mac es tan sólo un ordenador. ¿O es algo más?

Madrid. Nuestra ciudad. Metrópoli abierta, ciudad de encuentro de la que todo el que quiere puede ser, incluso los desconsiderados que viven entre sus brazos despreciándola a la menor ocasión. Urbe hospitalaria pero no siempre amable con sus gentes, muy por encima de sus mediocres gobernantes desde hace siglos, donde la música de sus noches y la cultura se ha tenido que abrir paso a pesar de ellos, con el empuje de los vecinos más traviesos. Acostumbrada a ser utilizada y a que desde fuera se la considere culpable de los males de quienes nos rodean, tal vez por ser capital. No hay lugar donde el cielo sea más bello, ni donde pueda beberse agua así, ciudad de frío y calor que ha prestado su nombre a tipos de letra y a periódicos, tan viva que da vida a quien de ella es.

Mancha. En maquetación, se denomina mancha el espacio impreso de una página, desde el folio hasta el pie de la misma, sin contar los márgenes. Es decir, la mancha es toda aquella zona en la que la tinta queda depositada (de ahí la sutilieza del término). Pero no es ésta la única acepción que el término mancha contempla. Existe la mancha objetiva, esa que no hace falta ser un experto para descubrir. Es evidente que una Helvética es más negra y grande que una Times. Es más, si profundizamos más en el diseño, es incluso posible que descubramos que se está utilizando por eso, porque su capacidad de emborronar aporta información. Al bueno de Reinhard Gäde le sugirieron utilizar la tipografía de palo típica de la prensa del movimiento, negra a más no poder, en su prototipo de EL PAIS. Menos mal que no es tan fácil convencer a un alemán. Gäde era consciente de que la mancha tipográfica informa (grita en este caso). Por eso intentó, con la discreta Times, que EL PAÍS susurrara las cosas al principio, algo mucho más elgante y sensato, dado el momento histórico, y menos peligroso porque no convenía gritar a las autoridades franquistas: "a nosotros nos hubieran cerrado en dos o tres semanas, y se acaba el asunto", en palabras del propio diseñador.
Sin adentrarnos en farragosas tesis tipográficas, se conoce también como mancha o color tipográfico a la impresión absolutamente subjetiva que produce un bloque de texto, con sus particularidades tipográficas, cuando está puesto en papel, negro sobre blanco. Y lo de negro sobre blanco no es una licencia poética gratuita. Precisamente, la mancha tipográfica será esa textura que forma el texto en el papel y que será en mayor o menor medida denso o gris dependiendo de lo modificada que esté la tipografía. Si la sensación es de mucho negro, se modifica para que el texto respire y adquiera un tono más gris, mucho más agradecido para la lectura.
Pero las manchas más socorridas, a las que se recurre más a menudo son aquellas a las que nos aferramos para sobrevivir. En un periódico es habitual escuchar cómo el personal (maquetadores, redactores, grafiqueros y foteros, de esto no se libra nadie) destaca la importancia de la mancha sin mucho criterio ni conocimiento (y no precisamente por afinidad con la hermosa tierra del sin par Alonso Qujiano). Es cierto que hay muchos tipos de manchas, algunas más obvias que otras. Y por eso, se convierten en la excusa perfecta para salir del paso en una discusión que se atasca. Si no sabes a que fenómeno apocalíptico recurrir para que tu argumento gane inusitado peso, recurre a la mancha... Porque es como la ley del fuera de juego: algo de lo que todos han oído hablar en alguna ocasión, pero casi nadie sabe definir con propiedad. Además es un tema delicado, porque esa percepción de mancha es algo absolutamente subjetivo y como tal sujeto al criterio individual. Y generalmente, cuando se recurre a la mancha como argumento, reconozcámoslo, se está desesperado. Y en esos casos, ya sabemos que los criterios son arbitrarios, cambiantes y caprichosos... que todo vale en el amor, en la guerra y cuando hay que cerrar una edición. Por eso, de delimitar una zona de impresión, la mancha muta en presencia tipográfica, en la ley del más fuerte, en caballo grande, en la autoridad de la voz en grito, de lo negro, negrísimo. Y por eso los redactores suplican que subas el cuerpo de un título, el suyo, "que mancha poco". Y te miran con ojos de perrillo abandonado en el arcén cuando les explicas que los cuerpos están medidos, y que las manchas están al servicio de la jerarquía informativa, y que por mucho que llore y patalee es totalmente inapropiado subirle diez o doce cuerpos al titular del breve en cuestión.
Al poder intimidatorio de la mancha recurren tanto los profesionales visuales (interminables batallas dialécticas se han emprendido por la descompensación de manchas en un gráfico a doble página o por el desasosiego producido por el simbolismo de la masa negra de una foto de retrato) como, todo hay que decirlo, los maquetas. Porque, a ver, que levante la mano el que no haya recurrido alguna vez a la mancha como factor de intimidación. Porque en boca de un maqueta, guardián de proporciones, espacios e intenciones, la mancha de los elementos suena a algo terrible y calamitoso. Por eso, luego ellos, una vez deslumbrados y conscientes de la treta, intentan usarlo en su propio beneficio, sin darse cuenta de que lo de la mancha, como lo del aire, el acero que repele y las lonchas es algo que surgió de una sección de maquetas... ¡Criaturitas!


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lunes, 16 de junio de 2008

Diseñario (XXI)

Podremos vivir una de las primaveras más extrañas de nuestras vidas, en cuanto a fenómenos atmosféricos se refiere. Pero aun siendo el cambio climático preocupación y seria para el comité de expertos de encajabaja, continúan no obstante con sus entregas semanales del Diseñario, obra irreverente sobre el diseño, la prensa y todo lo que esté en los alrededores, colectiva y abierta a la participación de cuantos quieran así pasar a la posteridad... antes de que desaparezcamos como especie.





Linotipia. Artilugio de apariencia infernal y cuyo fuego interno fundía líneas de plomo formadas por caracteres hasta que llegaron los primeros ordenadores y los jubilaron, a las máquinas y a los linotipistas que las manipulaban con gran pericia y cierto riesgo. Es un invento de 1884 del mecánico alemán Otto Mergenthaler. De manera esquemática se puede definir como una máquina de componer, provista de matrices mecánicas, que conseguía fundir una línea de texto en plomo. Este sistema se llamó por eso "composición en caliente", frente a la composición "en frío" que la precedió, cuando los cajistas componían a mano matriz a matriz hasta formar líneas, y también a la que vino después a sustituirla y que no fue otra que la fotocomposición, también composición en frío con ordenadores y técnicas fotográficas.

Llorar. Momento lamentable y muy embarazoso en el que un redactor recurre, desesperado, a una última y degradante artimaña para conseguir que le hagas la página que necesita. No exige escrupulosamente el derramamiento de lágrimas, hay formas de llorar mucho más arteras. De hecho, los que perfeccionan la técnica de llorar sin rebose de fluidos son los más peligrosos, porque llega un momento en que es difícil distinguir si llora o respira. Los lamentos más comunes a la hora de llorar son "si no se va a dar cuenta nadie" o "pero si alguna vez se ha publicado así" o uno que particularmente nos flipa: "Pero si así está bien... ¿no?"
Tanto lloriqueo es contagioso, por otro lado. A fuerza de oír llorar, uno quiere romper a llorar. En concreto, esto le ocurre al pobre maquetador cuando ya no puede reprimir durante más tiempo sus impulsos homicidas. Y por no matar, llora. Cuántas veces se habrá oído en una sección de maquetas: "Pero por qué tengo que trabajar yo con el tío éste..." o "No me pagan suficiente para esto..." o ese superhit: "No, si al final voy a tener la culpa yo...".

Loncha (efecto). El "efecto loncha" es una curiosa manera de llamar a la impresión personal y subjetiva que percibe quien así lo bautizó al criticar una página de periódico dividida de manera horizontal por varios de sus elementos. Es un supuesto efecto, que como todos los de este tipo, muy abundantes por otro lado en el "alto diseño", resultan evidentes para quienes los enuncian, suponiendo que todos los demás nos escandalizamos o alucinamos con ellos. "Pero, ¿es que no lo veis", o "pero esto, ¿qué es?... No, hombre no, esto es absurdo".
Detrás del "efecto loncha" está toda una actitud respecto al diseño puramente estética junto a una facilidad muy imaginativa y absolutamente descarada para ver aquello que nadie ve, hacerlo tuyo, encontrar supuestos problemas y, por supuesto, aportar soluciones que sólo están al alcance del talento de quienes las detectan. Porque solo puede solucionar el "efecto loncha" quien afirma que en una página sucede tal desastre y no el resto de los mortales maquetadores que nunca llegarán al estatus de "diseñador" porque, entre otras cosas (ocupados en informar), no ven estos efectos ni aun cuando se los señalen con el dedo. "¿Pero de verdad que no lo veis?" Sí, claro, cómo no lo vamos a ver, si incluso nuestro querido Diseñario se entrega también en lonchas semanales. "No, hombre, no, ¿es que no veis que en la pantalla de un ordenador no sucede nunca? ¿Que lo contrarresta el efecto lumínico polarizado que ya enunció Gila?". Ah, claro, no.

Luto. En ocasiones llega un redactor a la sección de maquetación pidiendo que le pongamos un luto. Esto no significa que nosotros seamos diseñadores (bueno, diseñadores sí somos, bueno, en realidad no, sólo maquetadores) de moda que tengamos que vestir a un redactor para un funeral -aunque muchas veces los despidos se sienten como tal- sino que el redactor desea separar en una página una noticia de otra porque sus contenidos no tienen que ver. Así, el luto es esa línea de 3 puntos que separa tales hechos, como el luto separa en nuestras vidas la terrenal de la eterna. El luto puede tener más o menos puntos de grosor, pero lo importante es que manche suficientemente sobre la página como para que cumpla la función de separar noticias. Las películas de prensa han calado en nuestra jerga y algún maquetador se refiere a este elemento gráfico fundamental en los periódicos como Lex Luthor, sempiterno enemigo de Supermán, no en vano desapercibido redactor en un periódico.


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lunes, 9 de junio de 2008

Diseñario (XX)

Después de una semana de ausencia dedicada a celebrar nuestro primer cumpleaños vuelve el comité de expertos de encajabaja con pocas pero renovadas energías para ofrecernos una nueva entrega del Diseñario. Ni los licores, la música enloquecida, las interminables orgías o el atracón de exquisitos manjares, entre otras actividades, les han desviado de su obstinada labor colectiva, irreverente y, os insistimos una vez más, abierta a vuestra participación.





Legibilidad. Palabra mágica que emplean algunos diseñadores y/o tipógrafos para justificar por qué eligen un tipo de letra en vez de otro, el que más les gusta, generalmente. En sentido estricto, legibilidad es la mayor o menor facilidad de un texto para ser leído. Y así se quiere aplicar también para un determinado tipo de letra, lo que ocasiona ya un problema porque un texto y un tipo de letra no son la misma cosa y existen discrepancias en cuanto a la legibilidad de los textos en razón a ser tan sólo "leídos", recitados en voz alta podríamos decir, o "comprendidos" que es algo bien distinto y que suele requerir una lectura más lenta... y atenta (se puede leer un tipo, ¿se puede comprender un tipo?). Y mencionamos lo de lenta porque ha sido una de las maneras, tal vez la más tosca, de intentar medir la legibilidad para después apoyarse en ella como si de un dato científico se tratara.
Es cierto que durante todo el siglo XX se han llevado a cabo experimentos con pretensiones científicas para intentar estudiar la legibilidad, la mayor parte de ellos tests de velocidad como ya decíamos, aunque también se ha registrado el movimiento ocular y se han realizado exámenes de comprensión, entre otros criterios. Y los resultados han sido... pues completamente distintos según el criterio que se eligiese (velocidad, movimiento ocular, etc.), lo que viene a confirmar que, hoy por hoy, no se puede medir tal supuesta cualidad de los tipos de letra, si es que la tienen. Y es que son tantos los factores que hacen que un texto sea más o menos legible. El ancho de las columnas, el blanco más o menos luminoso del papel, el espaciado y el tamaño de los caracteres... sobre esto último sí parece haber consenso y casi todos están de acuerdo en que unos carateres de tamaño medio se leen mejor que los más pequeños; de Perogrullo, vamos.
No existe apenas obra en castellano sobre la legibilidad (ni se han traducido que sepamos las pocas existentes), pero recopilando de unos y otros se pueden encontrar algunos elementos de los tipos de letra que ayudarían, hipotéticamente, a aumentar la legibilidad, como son: rasgos ascendentes y descendentes como puntos de anclaje para reconocer las palabras (por tanto, aumentarían la legibilidad); mayor altura de la x, o mayor ojo, también supondría mayor legibilidad (no hay consenso sobre esto); el contraste entre el grosor de los rasgos supone mayor legilidad para unos tipógrafos y menor para otros; el diseño de los remates pues otro tanto; e incluso las contraformas, el espacio en blanco del interior de los caracteres, aumentaría también la lebilidad si tienen un área grande. Entre todas estas opiniones, la del gran tipógrafo Eric Gill, sin embargo, nos parece de las más sensatas cuando afirma que es más legible aquello "a lo que uno está acostumbrado". De ser cierta esta afirmación, y muchos sospechamos que se al menos se aproxima bastante a la certeza, sería más legible un tipo gótico para un alemán acostumbrado a él desde niño que un tipo romano, algo que a nosotros nos puede parecer aberrante. Y que, además, daría al traste con tantos rediseños que cambian, por ejemplo, la "obsoleta" Times por nuevos tipos diseñados ahora, "mucho más legibles"; porque sin entrar en la polémica de cuál de esos dos tipos es más legible (algo que como hemos visto no resulta fácil de determinar) estaríamos cambiando el tipo de letra al que todos sus lectores están acostumbrados. Detrás de esta palabra mágica, pues, subyace todo lo racional de sus investigaciones junto a lo irracional del pensamiento subjetivo porque, ¿de verdad vemos todos igual un mismo tipo de letra?

Letra. Según el diccionario de la Real Academia, letra es cada uno de los signos gráficos que componen el alfabeto de un idioma. Pero a nosotros esa definición no nos gusta. Preferimos decir que letra es la más pequeña, la mínima de las partes que forman las palabras. Es el maná del lenguaje, la materia prima con la que configuramos un alfabeto y lo vamos desarrollando. Las letras son lo que hace posible que ahora mismo usted, querido lector, nos esté leyendo y no nos esté escuchando. Porque el lenguaje oral no es más que la transcripción fonética de esas unidades mínimas que forman las palabras, es decir, las letras.
Y como tal materia prima, constituye una fuente de riqueza y, a la vez, una fuente de problemas. Riqueza porque nos permite construir palabras, frases, párrafos, textos, historias y porque nos permite expresarnos libremente. Y problemas porque su falta de uso, su marginación, provoca todo lo contrario.
Y en otras ocasiones, las letras provocan pequeños quebraderos de cabeza a los redactores que el departamento de maquetación de cualquier periódico tiene que intentar arreglar. Que levante la mano al que no le hayan dicho nunca esta frase: ¿Me arreglas el título? Es que se me cae por una letrita. Ay! las letritas. Vamos que hay que "trampear" el título para que quepa en la caja, y todo para que la puñetera (amada por nosotros) letrita no se caiga y se haga daño.

Línea de base. Como su propio nombre indica, línea imaginaria en la que se apoya la base de las mayúsculas y también las letras en caja baja, sin contar el rasgo descendente, que precisamente va desde la línea de base hacia abajo. Su utilidad consiste en armonizar los blancos de una página, ya que con el conjunto de todas las líneas de base de una página, conocido como rejilla, conseguimos que las líneas de texto igualen a través de las distintas columnas. Esto que parece una perogrullada, no lo es tanto. Sólo a partir del auge de los programas modernos de maquetación (Quark a la cabeza) se contempla la posibilidad de ajuste del texto a la línea base. Antes esto no era así y era necesario controlar eso tan importante y olvidado que se llama interlínea. Todos los que habéis tenido que trabajar con los antiguos sistemas de composición recordaréis cómo se hacían los cálculos de blancos entre líneas en múltiplos de la línea base, para que las diferentes líneas de texto cuadraran unas con otras. Quark ha venido a simplificar el proceso, aunque si se trabaja sin tener en cuenta esa proporción de puntos suelen aparecer esos blancos extraños que se suman a las líneas, porque lo que estamos haciendo es imantar el texto a la siguiente línea base que le corresponde, pero los valores de interlínea se siguen respetando, por lo tanto, los blancos se abren.
La línea de base, o línea base a secas, es fundamental. Tanto es así, que en un diseño, es uno de los primeros detalles técnicos que se establece, sino el primero. De ella depende en gran medida la mancha del texto, y la interlínea que hay que respetar entre los cuerpos más grandes y más pequeños. Y metidos en harina, y esto va en serio, marca el final irrenunciable de las cajas de diseño. Porque, amigos, las cajas de texto o imagen deberían terminar en la siguiente línea de la línea base. Todas, sin excepción, aunque no os lo podáis creer. Por eso, cuando alguien deja una caja ahí, de cualquier manera, entre un salto de línea y otro, el asesinato empieza a parecer una idea justificable. Porque eso puede provocar decenas de contratiempos, desde que te entre una línea más de texto, a que el recorrido de la caja no funcione igual que en las demás o que una imagen quede desajustada. Así que, maquetas del mundo, ceñíos a la línea base, que entre otras muchas cosas, también sirve para eso.
Alejándonos del plano teórico, y centrándonos en las propiedades prácticas de la línea base, podríamos destacar su alto magnetismo, hasta tal punto que cuando se pasa del Mac al PC puede llegar a ser irresistible. Se ha llegado a ver a algún pobre maquetador aferrado con las dos manos al ratón mientras intentaba en vano y ayudándose con los dientes prendidos al borde de la mesa, hacer saltar el cursor de una línea a otra.
Y por otro lado, reseñemos su alta capacidad para pasar desapercibida. Sólo así se explica que profesionales que llevan decenas de años trabajando en el mismo medio sigan sin entender porqué su gráfico tiene que crecer en vertical de diez en diez puntos de cícero (eso si supieran lo que es un cícero, claro…) y no en proporciones más libres, que no se le pueden poner cotas tan miserables al talento gráfico desmedido.


Entregas anteriores del Diseñario:
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Diseñario (VII): contorneo-despiece.
Diseñario (VIII): Didot-doble.
Diseñario (IX): Edicomp-encajabaja.
Diseñario (X): entradilla-estilo.
Diseñario (XI): familia-firma.
Diseñario (XII): folio-fotografía.
Diseñario (XIII): Franklin Gothic-fuente.
Diseñario (XIV): fusilar-Garamond.
Diseñario (XV): Gótica-grotesca.
Diseñario (XVI): Gutenberg-huérfana.
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Diseñario (XIX): kerning-lector.

lunes, 26 de mayo de 2008

Diseñario (XIX)

Nueva entrega semanal del Diseñario en la que el comité de expertos confía en que no haya "ausencias notorias", motivo por el cual trabaja duramente semana a semana esperando aportaciones de todos sus miembros, y por supuesto de cuantos quieran participar. Porque ya sabéis, se trata de una obra irreverente, sin pretensiones académicas y colectiva, abierta a todo tipo de términos que, como se ha dicho en más de una ocasión, aunque no se incluyan ahora por habérseles pasado el orden alfabético, aparecerán en la versión revisada final.





K


Kerning. O kern, no es el nombre de ningún diseñador americano ultramoderno. Es, simplemente, el espacio existente entre dos (a veces tres) caracteres individuales y está definido en un tabla para cada tipo de letra. El kern es proporcional, ya que es del mismo tamaño en puntos que el cuerpo de los caracteres. Los pares o tríos de kerning son "excepciones" que definen los diseñadores de tipografías para resolver problemas entre distintos tipos de letras, como por ejemplo cuando una "l" y un "i" van juntas. De no existir el kerning estas dos letras quedarían muy separadas. Sin embargo, al aplicar la tabla de kerning estás letras no se juntarán y así no parecerá que se odian como Pimpinela.
La palabra kerning deriva de la palabra inglesa "corner" (esquina, rincón, y en su acepción como verbo, arrinconar, tal y como se hace con las letras). En los tipos de metal hace referencia a ese pequeño saliente que tenían que hacer los tipógrafos en las piezas de plomo debido a la morfología de algunos caracteres para que la siguiente letra no quedara muy separada visualmente. En la tipografía digital, el kerning se aplica a cada pareja de letras y es un número que se añade a las características de espaciado de la letra.
No se debe confundir con interletreado o tracking. El tracking lo llevan todas las letras y es la suma de espacio para que se acerquen o alejen entre sí.

King-Pao. El más antiguo periódico del mundo... según quién cuente la historia. "King-Pao" o "Tsing-Pao" (las transcripciones del chino es lo que tienen) viene a ser algo así como "Noticias de la Corte", fuera de China se le llamó "Gaceta de Pekín" y fue fundado aproximadamente en el año 400 de nuestra era, cuando en Occidente no existía la imprenta ni las condiciones necesarias para que existiese hasta pasados más de 1.000 años, mientras que en China conocían ya los caracteres móviles atribuidos a un tal Gon-Khoung y que al final tuvieron menos fortuna y desarrollo que en Europa sobre todo por la complejidad de la escritura china y sus ideogramas que obligaban a que esos caracteres móviles fuesen miles y miles. Periódico impreso en imprenta, claro.
Y no sólo eso, el libro impreso más antiguo que se conoce no es ninguno de los incunables de Gutenberg, sino el "Sutra del diamante", del año 868, impreso por Wang Chien con la técnica de la xilografía (grabando planchas de madera). También el papel es obra china, atribuida a Chai Lun hasta que descubrimentos arqueológicos posteriores han encontrado trozos de papel en una tumba del siglo II, motivo por el cual Chai Lun no pudo ser el inventor si bien debió de mejorar sus técnicas de fabricación.
Y decíamos que "King-Pao" es el periódico más antiguo según quien lo cuente, porque a buen seguro que los ingleses siguen considerando como primer periódico al "Weekley News of London", aparecido en 1622 y con tirada semanal ininterrumpida hasta 1641. Y lo consideran así por su carácter "periódico", porque al menos desde 1609 se publicaban ya hojas sueltas sin regularidad, conocidos precisamente como "sueltos", en el norte de Alemania gracias a los mencionados tipos móviles. En menos de 20 años ya había publicaciones más o menos periódicas en Colonia, Frankfurt, Berlín, Hamburgo, Basilea, Viena, Amsterdam y Amberes. Desde Amsterdam, impresos en inglés y francés, llegan a Londres (1621) y París, donde publican su primer periódico en 1631. En 1702 se fundó en Londres el primer diario de Inglaterra, el "Daily Courant", y en 1785 nace el "Daily Universal Register" que después cambiará su nombre por "The Times".
El "Correo de Francia, Flandes y Alemania" empezó a publicarse en 1621 y es la más antigua de las publicaciones más o menos periódicas en lengua castellana. Veinte años después, Jaime Romeu inició en Cataluña la publicación del semanario "Gazeta vinguda a esta ciutat de Barcelona", y en 1661 Julián Paredes editó en Madrid el primer número de "La Gaceta", diario que en 1697 pasó a llamarse "Gaceta de Madrid" y que continúa publicándose hasta hoy, tres siglos después, con el nombre de "Boletín Oficial del Estado-Gaceta de Madrid".
Y según la Asociación Mundial de Periódicos, el diario sueco "Post Och Inrikes Tidningar", que llevaba publicándose cada día desde 1645 es el periódico más antiguo del mundo. Y decimos llevaba porque dejó de publicarse en papel el día 1 de enero de 2007 para seguir existiendo sólo en internet (aunque continúan publicando tres copias del mismo en papel para enviarlas a las bibliotecas de las universidades y seguir así "manteniendo la tradición").
Si algo queda claro después de unos cuantos datos y, sobre todo, después de consultar a distintos historiadores de la Prensa es... que no hay nada claro. Que no existe el periódico más antiguo del mundo, entre otras razones porque no resulta tan fácil definir un periódico como podría parecer a simple vista. Es una publicación periódica. Sí. ¿Sirve cualquier técnica de impresión?, porque enseguida aparecen los que reclaman que aquello que se editó en su ciudad hace nosecuantos mil años es el primero impreso con tipos de metal, o el primero en xilografía, o en offset, o el primero grabado en piedra. Y, ¿qué periodicidad sirve para considerarlo periódico? Porque ahora, hoy día, para que una publicación sea llamada "periódico" tiene que salir todos los días, uno detrás de otro. Pero en siglos anteriores, la cosa cambia. Y la mayoría de publicaciones, además, tuvieron una vida digamos que irregular, con periodos de periodicidad más o menos conseguida junto a otros de penuria y semanas, meses o incluso años sin salir para luego volver a retomar su actividad... Sobre qué es una publicación podríamos todavía polemizar mucho más que sobre la periodicidad. O sobre quién fue el primero.
Y es que en el año 59 antes de nuestra era, Julio César ordenó que se hicieran públicas en la Roma imperial las actas del Senado y otras informaciones del Gobierno de forma periódica en las que se denominaron "Acta Diurna" (más o menos "archivo diario"). Se comenzaron exponiendo en lugares públicos con un listado de las actividades y disposiciones gubernamentales, pero después fueron publicándose también otras noticias "de interés general" como bodas, defunciones y hasta avisos publicitarios como la venta de un gran lote de esclavos. ¿Si esto no es un periódico? Pero, ¿el primero?



L


Ladillo. Pequeño epígrafe que se inserta en el texto y sirve para situar al lector ante lo que se le avecina. Suele destacarse tipográficamente o con un cuerpo mayor. Pertenece a un segundo nivel del lectura, ese que se alcanza sólo cuando profundizamos en el texto. Su utilidad, aparte de informativa puede ser estética, puesto que los ladillos contribuyen a aligerar los textos largos, y se agradecen profundamente cuando nos enfrentamos a varias columnas seguidas de texto. Por si fuera poco, tienen una última función: la de salvar vidas. Se conocen casos de lectores que han fallecido asfixiados al intentar leer en voz alta un texto de más de tres columnas sin ningún ladillo. El ladillo utilizado en su justa medida, proporciona esa pausa que los pulmones necesitan para que siga llegando oxígeno al cerebro. Por eso no se comprende cómo algunos redactores se muestran tan reacios a la inclusión de ladillos en sus textos. Sólo por humanidad, estarían contribuyendo a reducir las estadísticas mundiales de muerte por embolia. Aunque si fuera por un repentino ataque de profesionalidad, estarían contribuyendo a que la información llegara al lector troceada y editada para una mejor comprensión... Pues ni por esas. Abundan los ejemplos de textos de dimensiones enciclopédicas sin un solo ladillo que llevarse a la boca. Eso, cuando no encontramos en medio de un texto algo que es cualquier cosa menos un ladillo.
Porque, lamentablemente, el mal uso de los ladillos es un hecho extendido. Un ladillo no sirve para insistir en la idea del título, no sea que el lector presente dureza de mollera. Tampoco es una vía de escape para los titulares que no caben en tres líneas. Es decir, no se puede seguir titulando en un ladillo, vamos. Los ladillos no pueden dejarse ni al final ni al principio de una columna, ya que estaríamos dando lugar un ladillo viudo o huérfano, una especie de mutación genética de la línea viuda o huérfana de toda la vida. Por último, los ladillos presentan alguna excepción. No suelen utilizarse en las entrevistas y tienen la capacidad de sustraer la sangría al párrafo que les acompaña.

Lector. ¿Y tú me lo preguntas? Lector... eres tú.


Entregas anteriores del Diseñario:
Diseñario (I): aire-anuncio.
Diseñario (II): apoyo-artistas.
Diseñario (III): bandera-blancos.
Diseñario (IV): blog-caja.
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Diseñario (VI): cintillo-confeccionador.
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Diseñario (VIII): Didot-doble.
Diseñario (IX): Edicomp-encajabaja.
Diseñario (X): entradilla-estilo.
Diseñario (XI): familia-firma.
Diseñario (XII): folio-fotografía.
Diseñario (XIII): Franklin Gothic-fuente.
Diseñario (XIV): fusilar-Garamond.
Diseñario (XV): Gótica-grotesca.
Diseñario (XVI): Gutenberg-huérfana.
Diseñario (XVII): ilustración-información.
Diseñario (XVIII): interletraje-justificado.

lunes, 19 de mayo de 2008

Diseñario (XVIII)

Que el lunes es el día de la luna lo confirma cada entrega del Diseñario, porque es una locura propia de lunáticos, de ese comité de expertos que nos ofrecen este conjunto de experiencias, lecturas, narraciones orales y pedazos de su vida agrupados en palabras. Y, además, os invitan a que participéis. Hacedlo ahora que estáis a tiempo de formar parte, más o menos grande o incluso pequeña, de la historia universal del periodismo.





Interletraje. En tipografía, como su propio nombre indica, espacio existente entre las letras de un texto. Aunque habría que distinguir dos tipos de interletraje: el espacio general entre los carácteres en un texto (tracking) y el espacio existente entre pares específicos de carácteres para que su legibilidad sea correcta (kerning). El interletraje depende de muchos factores y varía en función de familias, cuerpos e incluso del uso de colores. Algunos procesadores de textos llaman «espaciado» al tracking e «interletraje» al kerning, pero en honor a la verdad, interletraje son los dos, independientemente de su función. A los que hemos tenido la suerte de padecer el sistema Edicomp, se nos ha quedado grabada la expresión "CS" para referirnos al track. Sus valores podían ser negativos o positivos según quisieras estrechar o ampliar el espacio interletril. "CS" viene de «cambio de set», que aunque suene a muerte súbita de un partido de tenis, se refiere a cambio de características tipográficas de una fuente. Los redactores lo consideraban una gran ayuda, porque claro, un poquito de "CS" (y "PF1-8", ¡que eso es otro tema!)... y texto ajustado. Es decir, así ajustaba los textos Felipe II. De lo que se desprende que el tema del interletraje es uno de los grandes caballos de batalla entre los maquetadores y los redactores. Porque, como en todo en la vida, el interletraje tiene un límite, que suele ser el del sentido común, algo tan normal por una parte y tan difícil de encontrar en una redacción, por la otra.

Interlínea. Espacio entre las líneas de un texto. El interlineado normal más pequeño se corresponde con medio punto o un punto más que el cuerpo empleado. Sólido: es aquel que equivale a los mismo puntos que el cuerpo empleado. Auto: es el utilizado por defecto en las aplicaciones de autoedición y, normalmente, equivale al 20% más del cuerpo. Negativo: el que se sitúa por debajo del cuerpo empleado. Suele utilizarse cuando se compone en cuerpos muy grandes o para textos en mayúsculas o versalitas. Positivo: el que equivale a más puntos que el cuerpo del tipo.

Internet. Conjunto de cables y ordenadores enchufados y conectados entre sí de tal manera que juntos somos nosotros y vosotros.



J


Janson y Jenson. No son como podría parecer a primera vista un dúo de humoristas, ni mucho menos; sino dos tipos de letra. Ambos son clásicos, romanas humanísticas con serif, el primero de ellos por orden alfabético que no de antigüedad, Janson, grabado en 1684 por el húngaro Niklaus Kis (1650-1702) en la ciudad de Amsterdam. Tal vez por este motivo el alfabeto en cuestión se atribuyó de manera errónea al tipógrafo holandés Anton Janson y comenzó a llamársele Janson hasta nuestros días, porque desde entonces se han venido utilizando, y mucho, estos nobles y elegantes caracteres. Tampoco hay que confundir la Janson con la Jenson, como de hecho ha sucedido a veces. Esta última está considerada la primera tipografía romana para impresión, fuente de inspiración para Garamond y Manuzio (ahí es nada) y se debe al francés Nicolaus Jenson (1420 aprox.-1480), quien llegó incluso a trabajar con Gutenberg en Mainz (Alemania), durante tres años. La muy afamada familia de impresores holandeses Elzevir grabó utilizando y adaptando los tipos de Jenson durante siglos con tanto éxito que se ha llegado a llamar elzevirianos a todas las familias de letras romanas de forma general; ahora ya no, en tiempos digitales y confusos, lo elzeviriano podría asociarse a cualquier cosa sin que apenas nadie reparase en el error o el acierto.
Confusiones aparte, algunos de nosotros siempre recordaremos con un cariño especial los elegantes subtítulos del último diario El Sol de Madrid (1990-1992) compuestos en Janson Text (junto a algún otro elemento más: títulos secundarios, entradillas...) consiguiendo un eficaz contraste con las Grotesques que Roger Black diseñó para los títulos. La Janson y aquel periódico siempre serán eso, una parte de nuestras vidas, no muy grande, pero inolvidable.

Jenson. Lo acabamos de explicar.

Justificado. Manera de componer el texto en la cual todas las líneas, a excepción de la última de cada párrafo que se alinea a la izquierda, llenan por completo la caja alineando tanto a la izquierda, al comienzo, como al final de las mismas en el margen derecho. El lector avezado reparará enseguida en que necesitaríamos una carambola milagrosa del destino para conseguir que todas las líneas tuvieran el mismo número de caracteres y, lo más difícil aún, que fueran caracteres que midieran exactamente lo mismo porque a diferenca de lo que sucedía en las antiguas máquinas de escribir, en las artes gráficas no todos los caracteres miden igual sino que cada uno mide lo que mide: muy poquito una "i" o una "l", y mucho una "m" o cualquiera de las mayúsculas. ¿Cómo se consigue entonces que todas las líneas midan exactamente lo mismo y la composición justificada asemeje un bloque? Pues repartiendo el espacio en blanco entre las palabras y, si es preciso, un poco entre los caracteres. Esto suponía antes una laboriosísima tarea que los cajistas efectuaban a mano (eran auténticos artesanos, los buenos muy solicitados y bien remunerados), pero que ahora los ordenadores hacen por nosotros, mejor o peor en función de los parámetros y la tolerancia que permitamos en las especificaciones de p&j (partición y justificación). Lo ideal es conseguir blancos homogéneos en todas las líneas, claro, pero aquellos que se fijan en los detalles, se habrán dado cuenta de que no siempre se consigue.
Además de toda esta faceta técnica, la justificación o no de los textos supuso una toma de postura en los debates de los años de las vanguardias centroeuropeas de comienzos del siglo XX, materializados en la "Nueva Tipografía" abanderada por la Bauhaus y por Jan Tschichold. Entonces, los "nuevos" diseñadores y tipógrafos apostaron por lo que denominaron "composición asimétrica" con textos siempre alineados a la izquierda como oposición a las tradicionales composiciones simétricas de títulos centrados y textos justificados. Algunos, como el propio Tschichold, renegaron después de sus principios radicales (siendo acusados públicamente de "traidores"), o los flexibilizaron; y ahora, desligados de planteamientos políticos que asociaban izquierdismo progresista con asimetría (todo a la izquierda), y tradición de derechas con la tradicional simetría, la práctica totalidad de los libros y periódicos se componen justificados, y los títulos se alinean indistintamente al centro o a la izquierda, aunque hay quien sigue defendiendo los textos alineados siempre a la izquierda dejando que las palabras se partan con guiones, para no modificar así el espacio en blanco entre palabras, otro de los pilares de la buena tipografía.

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