Podremos vivir una de las primaveras más extrañas de nuestras vidas, en cuanto a fenómenos atmosféricos se refiere. Pero aun siendo el cambio climático preocupación y seria para el comité de expertos de encajabaja, continúan no obstante con sus entregas semanales del Diseñario, obra irreverente sobre el diseño, la prensa y todo lo que esté en los alrededores, colectiva y abierta a la participación de cuantos quieran así pasar a la posteridad... antes de que desaparezcamos como especie.
Linotipia. Artilugio de apariencia infernal y cuyo fuego interno fundía líneas de plomo formadas por caracteres hasta que llegaron los primeros ordenadores y los jubilaron, a las máquinas y a los linotipistas que las manipulaban con gran pericia y cierto riesgo. Es un invento de 1884 del mecánico alemán Otto Mergenthaler. De manera esquemática se puede definir como una máquina de componer, provista de matrices mecánicas, que conseguía fundir una línea de texto en plomo. Este sistema se llamó por eso "composición en caliente", frente a la composición "en frío" que la precedió, cuando los cajistas componían a mano matriz a matriz hasta formar líneas, y también a la que vino después a sustituirla y que no fue otra que la fotocomposición, también composición en frío con ordenadores y técnicas fotográficas.
Llorar. Momento lamentable y muy embarazoso en el que un redactor recurre, desesperado, a una última y degradante artimaña para conseguir que le hagas la página que necesita. No exige escrupulosamente el derramamiento de lágrimas, hay formas de llorar mucho más arteras. De hecho, los que perfeccionan la técnica de llorar sin rebose de fluidos son los más peligrosos, porque llega un momento en que es difícil distinguir si llora o respira. Los lamentos más comunes a la hora de llorar son "si no se va a dar cuenta nadie" o "pero si alguna vez se ha publicado así" o uno que particularmente nos flipa: "Pero si así está bien... ¿no?"
Tanto lloriqueo es contagioso, por otro lado. A fuerza de oír llorar, uno quiere romper a llorar. En concreto, esto le ocurre al pobre maquetador cuando ya no puede reprimir durante más tiempo sus impulsos homicidas. Y por no matar, llora. Cuántas veces se habrá oído en una sección de maquetas: "Pero por qué tengo que trabajar yo con el tío éste..." o "No me pagan suficiente para esto..." o ese superhit: "No, si al final voy a tener la culpa yo...".
Loncha (efecto). El "efecto loncha" es una curiosa manera de llamar a la impresión personal y subjetiva que percibe quien así lo bautizó al criticar una página de periódico dividida de manera horizontal por varios de sus elementos. Es un supuesto efecto, que como todos los de este tipo, muy abundantes por otro lado en el "alto diseño", resultan evidentes para quienes los enuncian, suponiendo que todos los demás nos escandalizamos o alucinamos con ellos. "Pero, ¿es que no lo veis", o "pero esto, ¿qué es?... No, hombre no, esto es absurdo".
Detrás del "efecto loncha" está toda una actitud respecto al diseño puramente estética junto a una facilidad muy imaginativa y absolutamente descarada para ver aquello que nadie ve, hacerlo tuyo, encontrar supuestos problemas y, por supuesto, aportar soluciones que sólo están al alcance del talento de quienes las detectan. Porque solo puede solucionar el "efecto loncha" quien afirma que en una página sucede tal desastre y no el resto de los mortales maquetadores que nunca llegarán al estatus de "diseñador" porque, entre otras cosas (ocupados en informar), no ven estos efectos ni aun cuando se los señalen con el dedo. "¿Pero de verdad que no lo veis?" Sí, claro, cómo no lo vamos a ver, si incluso nuestro querido Diseñario se entrega también en lonchas semanales. "No, hombre, no, ¿es que no veis que en la pantalla de un ordenador no sucede nunca? ¿Que lo contrarresta el efecto lumínico polarizado que ya enunció Gila?". Ah, claro, no.
Luto. En ocasiones llega un redactor a la sección de maquetación pidiendo que le pongamos un luto. Esto no significa que nosotros seamos diseñadores (bueno, diseñadores sí somos, bueno, en realidad no, sólo maquetadores) de moda que tengamos que vestir a un redactor para un funeral -aunque muchas veces los despidos se sienten como tal- sino que el redactor desea separar en una página una noticia de otra porque sus contenidos no tienen que ver. Así, el luto es esa línea de 3 puntos que separa tales hechos, como el luto separa en nuestras vidas la terrenal de la eterna. El luto puede tener más o menos puntos de grosor, pero lo importante es que manche suficientemente sobre la página como para que cumpla la función de separar noticias. Las películas de prensa han calado en nuestra jerga y algún maquetador se refiere a este elemento gráfico fundamental en los periódicos como Lex Luthor, sempiterno enemigo de Supermán, no en vano desapercibido redactor en un periódico.
Entregas anteriores del Diseñario:
Diseñario (I): aire-anuncio.
Diseñario (II): apoyo-artistas.
Diseñario (III): bandera-blancos.
Diseñario (IV): blog-caja.
Diseñario (V): cajista-cícero.
Diseñario (VI): cintillo-confeccionador.
Diseñario (VII): contorneo-despiece.
Diseñario (VIII): Didot-doble.
Diseñario (IX): Edicomp-encajabaja.
Diseñario (X): entradilla-estilo.
Diseñario (XI): familia-firma.
Diseñario (XII): folio-fotografía.
Diseñario (XIII): Franklin Gothic-fuente.
Diseñario (XIV): fusilar-Garamond.
Diseñario (XV): Gótica-grotesca.
Diseñario (XVI): Gutenberg-huérfana.
Diseñario (XVII): ilustración-información.
Diseñario (XVIII): interletraje-justificado.
Diseñario (XIX): kerning-lector.
Diseñario (XX): legibilidad-línea de base.
Linotipia. Artilugio de apariencia infernal y cuyo fuego interno fundía líneas de plomo formadas por caracteres hasta que llegaron los primeros ordenadores y los jubilaron, a las máquinas y a los linotipistas que las manipulaban con gran pericia y cierto riesgo. Es un invento de 1884 del mecánico alemán Otto Mergenthaler. De manera esquemática se puede definir como una máquina de componer, provista de matrices mecánicas, que conseguía fundir una línea de texto en plomo. Este sistema se llamó por eso "composición en caliente", frente a la composición "en frío" que la precedió, cuando los cajistas componían a mano matriz a matriz hasta formar líneas, y también a la que vino después a sustituirla y que no fue otra que la fotocomposición, también composición en frío con ordenadores y técnicas fotográficas.
Llorar. Momento lamentable y muy embarazoso en el que un redactor recurre, desesperado, a una última y degradante artimaña para conseguir que le hagas la página que necesita. No exige escrupulosamente el derramamiento de lágrimas, hay formas de llorar mucho más arteras. De hecho, los que perfeccionan la técnica de llorar sin rebose de fluidos son los más peligrosos, porque llega un momento en que es difícil distinguir si llora o respira. Los lamentos más comunes a la hora de llorar son "si no se va a dar cuenta nadie" o "pero si alguna vez se ha publicado así" o uno que particularmente nos flipa: "Pero si así está bien... ¿no?"
Tanto lloriqueo es contagioso, por otro lado. A fuerza de oír llorar, uno quiere romper a llorar. En concreto, esto le ocurre al pobre maquetador cuando ya no puede reprimir durante más tiempo sus impulsos homicidas. Y por no matar, llora. Cuántas veces se habrá oído en una sección de maquetas: "Pero por qué tengo que trabajar yo con el tío éste..." o "No me pagan suficiente para esto..." o ese superhit: "No, si al final voy a tener la culpa yo...".
Loncha (efecto). El "efecto loncha" es una curiosa manera de llamar a la impresión personal y subjetiva que percibe quien así lo bautizó al criticar una página de periódico dividida de manera horizontal por varios de sus elementos. Es un supuesto efecto, que como todos los de este tipo, muy abundantes por otro lado en el "alto diseño", resultan evidentes para quienes los enuncian, suponiendo que todos los demás nos escandalizamos o alucinamos con ellos. "Pero, ¿es que no lo veis", o "pero esto, ¿qué es?... No, hombre no, esto es absurdo".
Detrás del "efecto loncha" está toda una actitud respecto al diseño puramente estética junto a una facilidad muy imaginativa y absolutamente descarada para ver aquello que nadie ve, hacerlo tuyo, encontrar supuestos problemas y, por supuesto, aportar soluciones que sólo están al alcance del talento de quienes las detectan. Porque solo puede solucionar el "efecto loncha" quien afirma que en una página sucede tal desastre y no el resto de los mortales maquetadores que nunca llegarán al estatus de "diseñador" porque, entre otras cosas (ocupados en informar), no ven estos efectos ni aun cuando se los señalen con el dedo. "¿Pero de verdad que no lo veis?" Sí, claro, cómo no lo vamos a ver, si incluso nuestro querido Diseñario se entrega también en lonchas semanales. "No, hombre, no, ¿es que no veis que en la pantalla de un ordenador no sucede nunca? ¿Que lo contrarresta el efecto lumínico polarizado que ya enunció Gila?". Ah, claro, no.
Luto. En ocasiones llega un redactor a la sección de maquetación pidiendo que le pongamos un luto. Esto no significa que nosotros seamos diseñadores (bueno, diseñadores sí somos, bueno, en realidad no, sólo maquetadores) de moda que tengamos que vestir a un redactor para un funeral -aunque muchas veces los despidos se sienten como tal- sino que el redactor desea separar en una página una noticia de otra porque sus contenidos no tienen que ver. Así, el luto es esa línea de 3 puntos que separa tales hechos, como el luto separa en nuestras vidas la terrenal de la eterna. El luto puede tener más o menos puntos de grosor, pero lo importante es que manche suficientemente sobre la página como para que cumpla la función de separar noticias. Las películas de prensa han calado en nuestra jerga y algún maquetador se refiere a este elemento gráfico fundamental en los periódicos como Lex Luthor, sempiterno enemigo de Supermán, no en vano desapercibido redactor en un periódico.
Entregas anteriores del Diseñario:
Diseñario (I): aire-anuncio.
Diseñario (II): apoyo-artistas.
Diseñario (III): bandera-blancos.
Diseñario (IV): blog-caja.
Diseñario (V): cajista-cícero.
Diseñario (VI): cintillo-confeccionador.
Diseñario (VII): contorneo-despiece.
Diseñario (VIII): Didot-doble.
Diseñario (IX): Edicomp-encajabaja.
Diseñario (X): entradilla-estilo.
Diseñario (XI): familia-firma.
Diseñario (XII): folio-fotografía.
Diseñario (XIII): Franklin Gothic-fuente.
Diseñario (XIV): fusilar-Garamond.
Diseñario (XV): Gótica-grotesca.
Diseñario (XVI): Gutenberg-huérfana.
Diseñario (XVII): ilustración-información.
Diseñario (XVIII): interletraje-justificado.
Diseñario (XIX): kerning-lector.
Diseñario (XX): legibilidad-línea de base.
3 comentarios:
Hola amigos, gran risotada con el término "llorar". Está claro que, además de componer, diseñar, maquetar o como definan vuestro trabajo, sois unos grandes ilustradores del comportamiento humano. Un detalle, cuando en este post utilizáis "desapercibido" qué sentido tiene. Porque si os referís a pasar inadvertido, el uso correcto sería "inadvertido" y no desapercibido. Gracias y a seguir produciendo.
Sobre el uso de la voz 'apercibido', creo que vamos a tener un debate interesante puesto que no queda claro el uso que debiera darse a ambas palabras. Para empezar, me remitiré a la explicación que sobre esta voz incluye el Diccionario Panhispánico de dudas de la R.A.E.:
"desapercibido -da. ‘Inadvertido o no percibido’. Hoy se emplea casi exclusivamente en la expresión pasar desapercibido (‘no ser notado o percibido’), tomada del francés en el siglo xix: «La ley pasó desapercibida en aquel momento» (Abc [Par.] 6.10.00). Este adjetivo se usaba en el español medieval y clásico con los significados de ‘desprovisto’ y ‘desprevenido’: «Como los tomaron desapercibidos, hirieron muchos de ellos» (Cortés Cartas [Esp. 1519-26]); pero su empleo con estos sentidos comienza a decaer a partir del siglo XVIII y hoy solo está vivo el uso influido por el francés que, aunque tradicionalmente censurado por galicista, se ha asentado durante los dos últimos siglos y forma parte hoy de la norma culta. Esta moderna acepción también está legitimada por el uso de apercibir como ‘percibir’ o de apercibirse como ‘darse cuenta’ (→ apercibir(se)))."
Por otro lado, el término 'inadvertido' según el diccionario de la R.A.E., significa:
inadvertido, da.
1. adj. Dicho de una persona: Que no advierte o repara en lo que debiera.
2. adj. No advertido.
No creo que el hecho de no ser notado encaje con la primera acepción que propone la Academia. Es decir, dice que se trata de una persona que no repara en lo que debiera, no en una persona que no es advertida.
En tercer lugar, la segunda acepción nos remite a buscar advertido, que para el diccionario de la R.A.E. siginifica:
advertido, da.
(Del part. de advertir).
1. adj. Capaz, experto, avisado.
Es decir, esta utilización del término nos llevaría a identificar inadvertido con incapaz, inexperto o no avisado, referencias que no creo concuerden con el sentido del término desapercibido.
Nacho Arbalejo.
El amable comentario de "en nombre de la academia" ha generado una pequeña polémica sobre el uso de la palabra "desapercibido". Nuestro colaborador y buen amigo Nacho, autor de la voz del Diseñario "luto" en la que aparece ya expresó largo y tendido su punto de vista. El comité de expertos de encajabaja encargado del Diseñario tiene que manifestar que aun admitiendo el uso de esta palabra como sinónimo de "inadvertido" (diversos diccionarios de uso, incluido el que cita nuestro colaborador), sin embargo reconocemos que no está admitida así por el diccionario de la Real Academia (por galicismo), que es quien fija la norma (algo purista, en este caso). No obstante, agradecemos tanto el comentario de nuestro lector, con el que, queremos puntualizar, nosotros estamos de acuerdo, como las oportunas argumentaciones de Nacho, porque de polémicas como ésta en torno al lenguaje, siempre se aprende.
El comité de expertos del Diseñario.
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