miércoles, 13 de febrero de 2008

La masificación del arte

El caso es quejarme, pienso de mí. Porque cuando hace ya unos años visitaba cualquiera de las exposiciones de arte en mi ciudad, en Madrid, recorría solitario los pasillos y llegaba a casa lamentando el poco interés de mis semejantes por la cultura y ahora, sin embargo, aborrezco la masificación de estas muestras "fundamentales" que nos ofrecen cada muy poco, cada vez más poco, para que adoremos las obras de Velázquez, de Modigliani o de Picasso entre empujones, comentarios inteligentes, el calor de los abrigos y sin salirnos de la fila que las simpáticas cuidadoras nos obligan a seguir con sus amables gruñidos, especialmente atentas las que contrata el Reina Sofía. Todo un arte encontrar empleados tan poco interesados por el arte.




Esta es la manera de entrar a la exposición sobre Picasso que acaba de abrir el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía con el título "La colección del Museo Nacional Picasso París". Lo de siempre desde hace un tiempo, desde que el arte, no, más bien desde que ir a exposiciones de artistas famosos, se puso de moda. Tan de moda que el museo parisino ha decidido hacer obras y que nosotros se las paguemos, porque mientras cierra para ampliar salas y futura venta de entradas, su colección viajará por el mundo recaudando allí donde vaya: tres millones de euros, para empezar, aporta el Reina Sofía a las obras del museo de París, y para ello, conviene vender muchos tickets también aquí, conviene que apenas puedan verse los cuadros entre la turba que atesta sus salas, aunque de instituciones públicas dedicadas a la cultura estemos hablando. Curiosamente en Madrid, son estas instituciones públicas las únicas que cobran por acceder a la cultura mientras que la mayoría de las galerías de arte, fundaciones e instituciones culturales privadas (incluida la ejemplar "Casa Encendida") ofrecen el acceso de modo gratuito. ¿Caerá algún político en la cuenta y propondrá el gratis total a la cultura en esta campaña electoral que más parece una subasta de quién ofrece más?





Hasta el 5 de mayo podremos "disfrutar" de las obras que el propio Picasso conservó con él hasta su muerte y que la familia donó después al estado francés en 1979 como parte del pago de impuestos de sucesión (el dinero, de nuevo) para que abrieran en 1985 el Museo Picasso de París que ahora se renueva, renovamos. La exposición está dividida en cuatro espacios cronológicos repartidos entre el antiguio edificio del Reina Sofía y la ampliación que diseñó el arquitecto francés Jean Nouvel. La fuerza de las pinturas se diluye entre tantos visitantes apiñados pero hay dibujos asombrosos, un "Autorretrato" de 1901 colgado junto a "La Celestina" (1904), la curiosidad de ver las últimas obras que hizo antes de su muerte, o el "Retrato de Olga en un sillón" de 1917 que por un momento casi me hacen olvidar a estas molestas guardianas empeñadas en que nos apartemos de los lugares señalizados para ver los cuadros -hay una línea o un cordón pero insisten machaconamente en que nos retiremos una baldosa más ¡¡¡¿?!!!- o en que a nadie se le ocurra hacer una fotografía -¿por qué no toma nota el Reina Sofía de lo que hace el Moma de Nueva York y tantos otros grandes museos en este sentido?, seguro que siguen vendiendo postalitas, pósteres y libros a precios desorbitados a la salida aunque la gente haga fotos con sus camaritas digitales o los teléfonos móviles-.
Una maravilla y yo quejándome, como siempre. Claro que también nos podrán argumentar que es mejor que el arte llegue a cuantos más, mejor; y nada podremos objetar a eso, salvo que pongamos en duda si el arte está llegando a alguien de esta manera. Anímense, todavía cabe alguno más allí, apretándonos un poco más... por favor... quiero salir...

lunes, 11 de febrero de 2008

Diseñario (IV)

Nueva entrega del Diseñario elaborado por el comité de expertos en exclusiva para encajabaja, obra irreverente, colectiva y abierta a la participación de cuantos quieran aportar ideas a través de comentarios o de nuestro correo electrónico.




Blog. Esto.

Bodoni. Uno de los sinónimos de belleza. Un tipo de letra. Si hubiera que ponerse de acuerdo en elegir cuál es el tipo de letra más bello jamás diseñado, sin duda el alfabeto grabado por el cavaliere Giambattista Bodoni aproximadamente en 1790 resultaría el elegido, pero no hay que ponerse de acuerdo, los numerosos elogios de los grandes tipógrafos que le sucedieron, de artistas y amantes de la cultura en general desde hace más de dos siglos bastan. No obstante, seguro que habrá algún memo de esos de "pues a mí no me gusta".
El muy ilustre caballero Bodoni nació cerca de Turín, en Saluzzo, en 1740, y murió en Parma en 1813, ciudad que le acogió y en la que instaló su taller de fundición de tipos y donde después dirigió la imprenta real nombrado por el Duque de Parma, ubicada en el palacio que ahora es Museo Bodoni. Allí desarrolló hasta las cotas más altas el oficio de impresor que había aprendido de su padre y no sólo diseñó el tipo que lleva su nombre y que pervive hasta hoy sino que realizó una labor titánica llegando a grabar 289 tipos distintos de letras, más de 22.000 punzones y 42.000 matrices. De su imprenta salieron las más bellas ediciones impresas hasta entonces, llevándole a la fama en toda Europa, incluso ante papas y emperadores como Napoleón. Entre ellas, destacan su celebérrima Oratio Dominica (1806), una obra de arte apabullante que consta de Padrenuestros en 155 idiomas compuestos con 250 tipos distintos de caracteres diseñados y grabados por él mismo. Fue autor también del que posiblemente sea el libro de tipografía más famoso de todos los tiempos, su Manuale Tipografico, un muestrario de 178 tipos que publicó en 1788 y que se reeditó después de su muerto por su viuda en 1818, con más de 250 tipos en una bellísima edición en dos tomos que siguen y seguirán causando admiración. No podemos imaginar qué hubiera hecho este hombre ilustrado con un Mac en sus manos y utilizando los actuales programas de edición digital de tipos... tal vez nada, no parecen ser estos los mejores tiempos para la belleza.
En su Manuale, Bodoni estableció cuatro reglas para una buena tipografía: la uniformidad o regularidad en el diseño de los caracteres en un alfabeto; la elegancia y nitidez, que procedían en parte del buen corte y el acabado meticuloso de los punzones grabados para producir matrices limpias; el buen gusto, que el cavaliere sintetiza en una "simplicidad nítida" (tomen nota de esto último, por favor, ¡simplicidad nítida!); y la cuarta y última, el encanto, realmente difícil de definir y que el propio Bodoni califica como el trabajo hecho "no a desgana o rapidez, sino con sumo cuidado, como un acto de amor".
El tipo de letra Bodoni está clasificado entre los denominados neoclásicos, se caracteriza por un extremo contraste entre los trazos gruesos y finos de los caracteres y por una fuerte modulación vertical (suben y bajan mucho los rasgos ascendentes y descendentes) lo que obliga a tener que usarlos con una interlínea amplia. Existen tantas versiones de Bodoni como firmas tipográficas, todo el mundo tiene su Bodoni (en nuestro blog ya os hablamos de la curiosa García Bodoni de uno de los mejores tipógrafos españoles en activo, el catalán Andreu Balius, como parte de su proyeto García Fonts), y hace falta tan sólo fijarse un poco, levantar la vista, hojear publicaciones, detenerse en sus cabeceras o en mil logotipos... buscar la belleza en definitiva, para encontrar por todos lados los caracteres Bodoni.




C


Cabecera. Parte superior de algunas páginas del periódico que sirve para identificar la publicación (portada) o la sección a la que pertenecen las informaciones. En el caso de la portada, incluye la mancheta, el precio, número, edición, un lema y recientemente la página web del medio. Al igual que en un cuerpo humano, los medios no pueden subsistir sin su cabeza, o cabecera, ya que es parte esencial de los mismos a la hora de identificarlos. Te imaginas un periódico sin cabecera, ¿qué estarías comprando?.
Cuando la cabecera va dentro de la publicación, se denomina cabecera de sección y engloba a todas las informaciones de esa página y las siguientes (hasta encontrar la próxima cabecera) bajo un mismo ámbito informativo. Es decir, informaciones sobre España, Deportes, Cultura, etc. No confundir con folio, que como su propio nombre indica es la parte de la página, por encima de la cabecera, en la que se folia (numera) una página y a la que acompaña la fecha de publicación.
De la misma familia es cabezón, que es el redactor que, obcecado en que tiene razón, quiere imponer a toda costa su criterio. Son fáciles de identificar por su pesadez e insistencia a la hora de solicitar algo que, normalmente no es correcto pero que ellos consideran una genialidad.

Caja. Una caja es, evidentemente, un recipiente para meter cosas. Ahora suelen ser de cartón (lo que no quita para que las fabriquen en todo tipo de materiales, como el plástico, el metal o la madera) mientras que hace ya tiempo lo normal es que fueran de madera, como cuando se ideó un recipiente para guardar los tipos de letras. A esa caja es a la que nos referimos, a la que contiene todos los caracteres para que el cajista los emplee uno por uno para componer a mano las líneas de texto. Está dividida la caja en cajetines, cada uno de los cuales contiene varias unidades de un mismo caracter. Los cajetines son de distinto tamaño según la frecuencia con que se usa cada signo, esto es, el cajetín donde están los caracteres de la "a" minúscula es muy grande, mientras que el cajetín de la "X" es muy pequeño, porque suelen hacer falta muy pocos de estos últimos.
La caja tiene además una gran división en dos partes: la superior, destinada a los caracteres de las mayúsculas o versales, motivo por el que se denominó "caja alta", y la parte inferior para las minúsculas, o "caja baja", o sea, nosotros. Contracaja era otra caja destinada a los caracteres especiales (arrobas, dólares, bolos, cruces y demás).
En el mundo digital en el que vivimos y trabajamos tal caja ya no existe, aunque pudiéramos asimilarla en cierto sentido a los mapas de caracteres. Las cajas, ahora, son esos elementos básicos de todos los programas informáticos de diseño e infografía que delimitan un espacio determinado para texto o para distintos tipos de imágenes. Es el espacio que algunos insisten en agrandar más allá de lo razonable cuando nos imploran "ábreme un poco esa caja, tiras de ahí un poquito, que no me cabe el título", algo a lo que cualquier maqueta que se tenga por tal se negará siempre, siempre, siempre.

Entregas anteriores del Diseñario:
Diseñario (I): aire-anuncio.
Diseñario (II): apoyo-artistas.
Diseñario (III): bandera-blancos.

jueves, 7 de febrero de 2008

Sobre los concursos

Encajabaja ofrece desde hoy a sus lectores una nueva sección que hemos bautizado como "Firmas En Caja Alta". En ella intentaremos recoger la opinión de todos aquellos que tienen algo que decir en el mundo del diseño periodístico, o sobre la prensa en general, y que tengan la gentileza de aceptar nuestra invitación. Nuestra intención es poder contar con diseñadores, periodistas, profesores universitarios, gentes de la profesión... todos ellos de prestigio y con puntos de vista interesantes. Es un auténtico lujo ofreceros como primer invitado a Norberto Baruch, alguien que cumple precisamente todos estos requisitos, y a la vez porque es un mutante, con una reflexión en torno a los concursos de diseño de la información. Su teoría sobre la "solidaridad editorial", que ya hemos reseñado, y la necesidad de que los premios valoren actitudes no sólo estéticas sino principalmente periodísticas, son los ejes de este artículo.




Norberto Baruch es periodista, diseñador, ilustrador, escritor, director de la SND del Río de la Plata, profesor universitario en la Universidad de Palermo donde imparte Diseño de la Información (curiosa carrera que al menos en España no existe y falta nos haría), creador del blog Visualmente que alimenta desde 2005 y que es toda una referencia en el mundo de los blogs sobre diseño de la prensa en lengua castellana... No sería esto una breve reseña biográfica si incluyéramos la lista de revistas, publicaciones de todo tipo, agencias de publicidad y periódicos en los que ha trabajado y trabaja (figuran los principales diarios argentinos como Clarín o La Nación). Entre viajes, conferencias, artículos, ilustraciones e infografías todavía ha tenido tiempo para idear y editar la revista online HotelVisual. En definitiva, Norberto Baruch es un periodista argentino.


Los concursos salvarán a los diarios

Esto es una muestra de amor. Estoy de vacaciones, en medio del inmenso campo argentino. Entre vacas, teros, perros, caballos y lagartos, me proponen escribir un texto para un blog español. Como los responsables de dicho medio digital han superado la barrera de los conocidos para sentarse en la mesa de la amistad, salgo de la piscina y mojado me dispongo a ordenar mis pensamientos.
Tengo que escribir libremente sobre un tema libremente elegido por mí. Y propongo en un acto de inconciencia propia de un postrado en la cama en estado comatoso escribir sobre los concursos en diseño de información.
Mucho se dice de los concursos. Los que ganan, hablan y los que no ganan, también. A veces hablan los jueces, aunque no existan razones para conocer su tono de voz. Los que logran alzarse con el premio buscan en sus bolsillos pequeños papeles para agradecer, mientras que los que pierden encuentran muchas hojas para llenar con los nombres de los culpables de semejante desplante.
Creo que elegí el tema por dos razones de poderosa actualidad. Estoy participando en un cuerpo colegiado de siete miembros que tiene por tarea organizar un premio similar al que se organiza en España que se llama ÑH, El Mejor Diseño Periodístico de España y Portugal. Nosotros lo estaríamos haciendo para algunos países de latinoamérica. Y estamos poniendo fuerte el ojo en los requisitos para ser jurado y en la elección de las categorías.
Por otro lado, estoy viajando a España para formar parte de otro grupo colegiado que evaluará en un concurso. Será en marzo y en el marco de la Cumbre Mundial de Infografía.
Mucho se ha dicho sobre los concursos, otro tanto se ha dicho de los Malofiej y de las premiaciones organizadas por la Society For News Design. Muchas de esas críticas han aparecido en VisualMente, sin censuras ni edición. Esto ha sido tomado de mala manera por ciertos miembros de las entidades organizadoras, que en lugar de aceptar sus errores y mejorar, intentaban matar al mensajero.
Con los premios latinos a lo mejor del diseño periodístico no queremos cometer errores. Por eso, lo visual sólo se sostendrá en los premios desde lo periodístico. Y esto lo venimos diciendo desde hace mucho, porque nuestra formación, a diferencia de los profesionales visuales de la mayoría de los países latinoamericanos, es periodística.
En el septiembre caliente del 2004, el presidente de la SND española, Javier Errea, y el director de la SND latina, el chileno Cristóbal Edwards, coincidieron con nosotros en la necesidad de sumar más contenido periodístico a los premios que hasta ese momento se venían organizando a nivel mundial desde la Society For News Design. Esto fue durante nuestras Primeras Jornadas Universitarias sobre Diseño de Información, que los juntó en Buenos Aires, ante más de 200 personas.
Esa preocupación por subir la apuesta en lo visual para llevarlo a un punto más periodístico, tuvo una rápida aceptación y una pronta aplicación que se pudo notar en posteriores ediciones de los premios ÑH de España-Portugal y en la creación de VisualMente, de este lado del mundo. Hoy, por todo lo trabajado, nos volvemos a encontrarnos en el mismo camino para volver a intentar construir una profesión visual mejor, donde nos podamos juntar los que trabajamos en lo mismo. Y la Cumbre Mundial de Diseño en Prensa de Estepona está en la misma frecuencia de apostar por más contenido periodístico en lo visual. Días pasados, en medio de una visita relámpago de Guillermo Gómez Hill, consultor mexicano y organizador de la Cumbre, coincidimos en aumentar la apuesta.
Los premios ya no serán iguales. No se premiará lo bonito, lo lindo, ni lo loco. Se valorará lo periodístico, porque Diseño de Información no es Diseño.
Poco tienen que ver nuestras visiones de la profesión con la que tienen otros diseñadores. A veces, esa forma de entender el Diseño deja afuera al Diseño de la Información. Tan disímiles y diferentes parecen dichas definiciones que harían que propios y extraños empezaran a pensar que son dos cosas distintas. Dos cosas que se refieren a dos actitudes también distintas.
Cuando se tiene en cuenta sólo lo lindo de una puesta en página sólo se está viendo una parte del fenómeno de prensa. Esto coincide con cierta visión de la profesión que a veces es premiada por los propios diseñadores que creen saber cuál es su función dentro de un periódico. Esto nos habla de ciertas cuestiones que tienen que ver con ciertas actitudes pasivas que se esperan del diseñador frente al fenómeno comunicacional. Este aspecto es, tal vez, el más importante que nos obliga a ubicarnos en la vereda de enfrente. En la mayoría de las facultades latinas se transmite ésta forma de entender el diseño y el profesional resultante termina chocando con otra realidad, profundamente diferente, que necesita otra actitud en él.
Se le suele pedir al diseñador que funcione como un traductor que asistirá al generador del discurso en la mejor propalación de su mensaje. Esto hace que el profesional diseñador haga efectiva su abstención enunciativa. Esta automarginación irrumpe con total fuerza en las redacciones, creando una verdadera "profecía autocumplidora" que sería la delicia paradojal de Watzlawick.
El psicólogo comunicacional Paul Watzlawick, en su libro "Pragmatics of Human Communication", explica el concepto de la profecía autocumplidora que es clave en su estudio sobre las conductas humanas en comunicación y que nos servirá en nuestro relato:
"Se trata de una conducta que provoca en los demás la reacción frente a la cual esa conducta sería una reacción apropiada". A continuación nos ofrece un típico ejemplo que nosotros adaptaremos a nuestro universo de los medios de información, donde conviven los diseñadores y los redactores, todos los días.
Watzlawick nos habla de una persona que parte de la premisa "nadie me quiere". Supongamos que A es diseñador y B es redactor. A estudió para ser un reproductor de discursos, que no deberá enunciar por cuenta propia, sino por cuenta de éste (B). B será el protagonista exclusivo del acto comunicacional, optimizado por el diseño de A. Parafraseando a Watzlawick, A cree que nadie lo quiere como emisor, y se comporta con desconfianza, a la defensiva, o con agresividad. "Ante lo cual es probable que los otros reaccionen con desagrado, corroborando así su premisa original".
Por eso, cuando hablamos de concursos de Diseño de la Información no estamos hablando tan sólo de premiar formas, sino de una actitud diferente en lo comunicacional. Porque, A (diseñador) y B (periodista) deberían ser los actores generadores del mensaje a emitir. Esa solidaridad editorial que venimos pregonando.
En los medios del futuro próximo no existirá ese escalafón que justificará la repartición del poder emisor. Los diseñadores de la información serán los fotógrafos, los ilustradores, los diseñadores, los infógrafos y los periodistas que construirán la enunciación de la verdad, en igualdad de posibilidades. Todos serán "queridos" y requeridos en la constitución del mensaje. Se convertirán en emisores por cuenta y orden propio en los nuevos medios, donde lo visual será la clave de su subsistencia. Y una forma de empezar con todo este cambio de actitud son los concursos.
(Por El Norbi Baruch)

martes, 5 de febrero de 2008

Revista de blogs (IV)

Nueva entrega de nuestra sección Revista de blogs con tres propuestas de entre unas cuantas que nos han interesado en la blogosfera y en la red en general (en sentido estricto sólo una de ellas es un blog mientras que las dos primeras son páginas web con blogs asociados).

Metrográfic. Nuestro blog vecino Quintatinta, de Diego Areso, nos descubre un nuevo sitio web, más que un blog es toda una página web con blog y distintas secciones, con un diseño y sobre todo unos contenidos soberbios. Su autor es Sergio Martos, diseñador gráfico y web (se nota esto último, y mucho), que con un Mac Pro enchufado en Santander ha empezado a ofrecer cosas desde este 2008 muy, pero que muy, interesantes. Para sorpresa nuestra, y muy agradable, él ya nos había descubierto a nosotros y nos recomienda con palabras que no podemos por menos que agradecer.

Kiosko. Todas las grandes ideas son sencillas, y lo que solemos preguntarnos ante ellas es: cómo no se le había ocurrido esto a nadie antes. Si algún sitio puede recomendarse, pero de verdad, con el ya tópico internáutico "de visita diaria" es desde luego este auténtico kiosko de prensa diaria del que nos dio noticia nuestro otro vecino Paco Oca en su Maquetadores. Este kiosko es una web donde aparecen cada día las portadas de los periódicos nacionales (casi todos, casi todos los días), muchas más de distintas ciudades españolas, internacionales, deportivos y sus tiras de humor. Ya está en nuestro apartado de imprescindibles como podréis comprobar, sencillamente porque lo es.

La bombilla flotante. Le tenemos sentado aquí cerca, en la redacción, pero no nos había dicho nada; hemos tenido que descubrir navegando por la inmensidad de la red el blog de nuestro compañero Julio Rey (sí, el de Gallego y Rey). Sencillo e inteligente, sin pretensiones, amable y crítico, siempre interesante... como es él.

lunes, 4 de febrero de 2008

Diseñario (III)

Nueva entrega del Diseñario elaborado por el comité de expertos en exclusiva para encajabaja, obra irreverente, colectiva y abierta a la participación de cuantos quieran aportar ideas a través de comentarios o de nuestro correo electrónico. Esta semana queremos destacar, y sobre todo agradecer muy especialmente, la aportación de Laura González y Pedro Pérez, profesores de diseño en la Universidad San Pablo-CEU de Madrid, que nos han enviado ni más ni menos que su glosario de términos de diseño en prensa "preparado para los alumnos de Periodismo que tenemos aquí en el CEU y que se acercan por primera vez al diseño". Algunas de sus voces ya han sido incluidas (caso de "interlínea") y están a la espera de que les llegue el turno de ser publicadas y casi todas las demás completarán las que ya hemos elaborado o están en proceso. También se ha propuesto la voz "corondel" a través de vuestros comentarios, y seguimos abiertos a todas las que sigan llegando.



B

Bandera. Consiste en componer los textos sin justificar por uno o ambos lados, es decir, los principios o finales de líneas no están igualados verticalmente. Debe su nombre a la sensación que da el texto de estar anclado a un mástil en el lado justificado, mientras que ondea por el otro, en el lado sin justificar. La bandera aligera el peso de la mancha de los textos y ralentiza la velocidad de lectura, por lo que es muy útil para destacar morfológicamente las piezas. Puede ser de entrada (justificando el texto a la derecha y dejando ondear la bandera a la izquierda), de salida (justificación izquierda, bandera a la derecha) o centrada (bandera a ambos lados, justificación al centro del párrafo). Además, rebuscando, hay un cuarto tipo de bandera, extraño y poco usual, pero que no por ello debemos ignorar. Es la bandera en la que la composición se puede hacer forzando la desigualdad de todas las líneas. Se usa muy poco, ya que la lectura es altamente complicada, pero aun así, bandera es y como tal queda reflejada.

Baskerville. Impresor, tipógrafo y afamado grabador de lápidas inglés, nacido en Worcester en 1706 y fallecido en Birmingham en 1775. Se desconoce si grabó su propia lápida con los caracteres que le han dado fama inmortal. Es el tipógrafo inglés por excelencia. Dejó su profesión de maestro para dedicarse al muy noble arte gráfico de la tipografía con el que ¡se hizo inmensamente rico! Desde 1758 fue el impresor de la Universidad de Cambridge para quienes publicó en 1763 su obra maestra, una Biblia compuesta con tipografía e incluso el papel y la tinta creados por él. Los tipos Baskerville fueron olvidados durante 150 años debido a su sencillez, hasta que se rescataron a mediados del siglo XX, porque esa sencillez es precisamente su virtud imperecedera.
Además de por su aportación a la tipografía, John Baskerville es conocido por el perro tan chungo que tenía, y si no que le pregunten a Sherlock Holmes y, sobre todo, a su fiel Watson, quien pasó un muy mal rato por tan furioso animal, tal y como relató sir Arthur Conan Doyle en la tercera entrega de las aventuras del detective.

Blanco.

Blancos. Se conoce así al espacio no impreso de la página y a su correspondiente uso. No sólo es la mancha lo que define el diseño de una información, sino también la armonía de los espacios no utilizados. Eso en la teoría, claro. Porque luego, aquí cada uno hace lo que quiere (o puede).
Los blancos son ese gran amigo en nuestro trabajo. O ese gran enemigo. Son así de ingratos, o de agradecidos, los hijos de pica... Porque ser blanco no es fácil. Como tampoco lo es saber utilizarlos correctamente. Los blancos son subjetivos, como el morro que se puede tener al justificarlos. Depende de cada uno. Hay blancos que parecen fruto de una borrachera y hay ausencias totales de blancos. Y todo puede ser válido. Depende de qué estemos maquetando, de nuestro talento y conocimiento, y sobre todo, del morro que tengamos.

Entregas anteriores del Diseñario:
Diseñario (I): aire-anuncio.
Diseñario (II): apoyo-artistas.

viernes, 1 de febrero de 2008

Tintín

Hace unos días, Luis Blasco nos rememoraba la felicidad que le embargaba cuando era niño al reencontrarse con los tebeos de Tintín que guardaba su tía. También me hizo recordar la biblioteca pública a la que mis amigos y yo íbamos las tardes de verano y pasabamos horas leyendo tebeos (ahora cómics), relatos de misterio, obras de Salgari, Verne, Stevenson, Dumas, Dickens y todos esos autores que nos transportaban a mundos de piratas, bandidos, princesas secuestradas y exploradores que luego se convertían en protagonistas de nuestros juegos. En los tebeos, mis preferidos de niño eran Asterix y Mortadelo y en la etapa adolescente, Spiderman.

En Encajabaja nos anima un constante espíritu crítico, incluso entre nosotros. Y, al igual que Mario Benito defenestraba a Warhol y yo le defendía, con Luis me pasa lo mismo. Al contrario de la suya y de una mayoría de opiniones en la web, a mi no me gusta Tintín.

Siempre leí a Tintín si no quedaba otro remedio (he llegado a leer la composición de un champú con tal de poder leer algo). Su aspecto, sus amigos, sus tramas me parecieron siempre muy lejanas. Y no tiene nada que ver con las ideas políticas de Hergé (Georges Remi), que fue detenido cuatro veces acusado de simpatizar con el nazismo en su juventud (dibujaba en Le Soir, periódico católico de extrema derecha en donde tenía de compañero a Leon Degrelle que fue nombrado responsable de los nazis en Bélgica por Hitler). Ni porque fuera belga. Tampoco me gusta Hercules Poirot, que también es belga. En cambio, me gusta mucho Audrey Hepburn, que además de belga era una diosa. Ni por su ausencia de personajes femeninos. En los tebeos de Tintín sólo sale un personaje (Castafiore) y, la verdad, es tratada como un adefesio travestido por su ‘amado’ Haddock (un marinero solitario con evidentes problemas de alcoholismo, al que le gusta viajar cual Michael Jackson con el joven Tintín).

El dibujo utiliza el plano película siempre, no hay primeros planos para resaltar emociones, ni picados, ni nada de nada. Además, las tramas pueden gustar más o menos, pero no son el colmo de la originalidad. Particularmente, me sigue gustando bastante más Asterix (trama y dibujo). Tampoco me quedó nunca claro si Tintín era como Michael J. Fox, un hombre pequeño con cara de niño o un niño resabiado y con cuerpo de Joselito. Además, de sus padres no tengo noticias.

En España, teníamos a Mortadelo, Anacleto y si queriamos un periodista en cómic teníamos al Reportero Tribulete que podría haber sido venerado por una profesión tan chauvinista como la periodística en vez del niño de los bombachos (bueno tambien estaba Roberto Alcazar, pero ese también merece un blog aparte).

Tintín de joven te puede entretener pero, al igual que otros personajes de ficción, pertenece más al mundo comercial de las camisetas, figuritas, tacitas y demás avalorios. A mi me encantaba ‘Starcky y Hucht’. No os podeís imaginar la vergüenza al ver un capítulo de la serie hace poco.

Quizá su secreto sea la nostalgia. Entre otros muchos (bastante mejores) nos recuerda cuando con once años íbamos a la biblioteca o la casa de nuestra tía y viajábamos por mundos de piratas, rufianes y exploradores.

miércoles, 30 de enero de 2008

Divinas páginas

Creí que ya no existían; como los dioses. Pero siguen allí, llamando a la puerta de las casas los sábados por la mañana, vestidos de domingo. En cierto sentido me resultó reconfortante no por el mensaje religioso que traían sino porque aquellas dos personas significaban que no todo lo que sucedía cuando éramos niños ha desaparecido. Los testigos de Jehová, al menos, siguen siendo lo que eran, incluso se diría que no les han tomado el relevo, que son exactamente los mismos con el mismo atuendo ofreciendo la misma revista, pero exactamente igual, como si rezaran con éxito para que el tiempo no transcurra.


Con las religiones suele suceder que comienzan como una explosión revolucionaria que cambiará el mundo y el corazón de los hombres para convertirse después en organizaciones esclerotizadas más interesadas en permanecer que en trascender, grupos inmovilistas que perciben cualquier cambio como una amenaza, porque sus verdades son eternas e inmutables, no se pueden discutir.

Y de eso padecen también sus publicaciones. Las revistas de los testigos de Jehová se contaba entonces que se hacían en los Estados Unidos para difundirse desde allí a todo el mundo con iguales contenidos y maquetación, traducidas a nosecuantas lenguas. Nuestros muchos amigos de América podrán corroborar si allí las publicaciones son como las que os mostramos: "Atalaya" y "¡Despertad!", las que me dejaron el sábado en casa.

La primera impresión no es buena, algo falla. No se puede decir que estén mal diseñadas o que no cuenten con buenos dibujantes para sus ilustraciones, o que no estén bien tratados y escritos sus textos. No, lo que sucede es que vienen haciéndolo exactamente igual desde hace, no sé, ¿treinta?, ¿cuarenta?, ¿más? años. Lo que nos provoca rechazo es, evidentemente, ese estilo rancio del que parecen haber hecho ideología, o haberlo asociado más bien a sus creencias.



También desde el sector católico se empeñan en enviarme publicaciones a casa. En este caso por error, o por designio divino, vaya usted a saber. Lo cierto es que el arzobispado de Madrid cree que en mi casa vive el párroco del barrio y a pesar de mis reiterados avisos al párroco para que les comunique la dirección correcta me siguen remitiendo a mí su Boletín Oficial de la Diócesis de la Provincia Eclesiástica de Madrid. Esta semana me ha llegado el correspondiente a noviembre de 2007 (sí parece que van despacio las cosas, sí, como para corregir la dirección de un día para otro, bueno de un año para otro quiero decir), pero yo no tengo la paciencia del santo Job y me he cansado ya de hacer de cartero del párroco.


Mucho análisis no puede hacerse en tan árido Boletín. Lo más destacado es ese atractivo anuncio sobre antenas que no acierto a comprender qué sentido tiene en esta amena publicación. Todas sus páginas son exactamente iguales, unas a otras y número tras número: un texto a una columna compuesto en Times; texto, por otro lado, que si alguien es capaz de leer, seguro que se gana el cielo.

Para terminar, una mención cariñosa al suplemento religioso Alfa y Omega, que se publica con el diario ABC una vez a la semana, los viernes, el único suplemento de este tipo del que tengo noticias. Cariñosa la mención por Paco Flores, compañero de páginas hace años en el desaparecido diario La Información de Madrid, donde nació este suplemento para pasar después a ABC, y que ahora figura en el staff de Alfa y Omega como flamante director de arte. De sus páginas poco puedo decir, es mucho más interesante la persona que las hace. Tienen, eso sí, una curiosa característica: siguen siendo exactamente igual que entonces, cuando se diseñaron por primera vez.