miércoles, 20 de febrero de 2008

Ya es mala suerte...

Todos conocemos el tipo de portada póster de Público. Hay días que están más acertados y otros que no, la verdad. Eso nos pasa a todos. Si está bien resuelta no me parece mala solución. Lo malo es cuando no queda bien (muchas contras de Público no han sido la verdad brillantes) .La de hoy no es que sea especialmente mala... si no fuera porque a La Razón (otro insigne representante de la portada póster) se le ha ocurrido hacer algo muy parecido. Misma idea, misma foto... vamos, la misma portada. ¡Igualita! Quítale un par de sumarios y las cabeceras y son tal cual. El espectáculo hoy en los quioscos era curiosísimo. Porque ver dos periódicos nacionales con casi un clon de portada es algo muy poco habitual. En la prensa deportiva pasa, a veces tan a menudo que cualquiera diría que se ponen de acuerdo para confeccionarla. Pero yo no recuerdo un caso igual en mucho tiempo en un periódico de información general.



La cosa no deja de tener su gracia. Público y La Razón, extremos opuestos del panorama informativo español, hermanados por una ¿brillante? idea portadil. Ya es mala suerte, dirán algunos. El caso es que me imagino a ese pobre lector de La Razón comprando Público por error y dándole un patatús al ojearlo en casa. O viceversa. Si es que cada vez es más difícil aclararse de por donde van los tiros en la prensa...

Programa definitivo para las Jornadas de Fotoperiodismo

Nuestros amigos del CEU nos mandan el programa definitivo de las Jornadas de Fotoperiodismo, centradas este año en el mundo de la moda y que tendrán lugar los días 4, 5 y 6 de marzo.


Podéis descargar el programa completo pinchando aquí.

martes, 19 de febrero de 2008

El 'tres-dos', ese gran desconocido

Hoy, vamos a hablar de ese gran desconocido, el título a tres (a tres columnas, se entiende). ¿Por qué esta forma de titular una noticia está infrautilizada? ¿Por qué siempre triunfa el discreto título a una, el estándar a dos, el correcto título a cuatro o el espectacular a cinco?

Vayamos por partes, que diría Jack 'The ripper'. Cuando nos enfrentamos a la temida página en blanco, realmente no está tan en blanco como podríamos hacer creer. En un periódico, una página tiene límites de ancho y de alto. De los de alto, ya hablaremos otro día. Ahora nos interesa la parte horizontal de la página, el ancho.

La mayoría de periódicos que se publican en España tienen cinco columnas de texto ocupando la extensión horizontal de una página. El pasillito blanco que queda entre el texto y la nada sería el margen. Cuanto titulamos una noticia, tenemos que valorar su importancia, su extensión de texto y las fotos que va a llevar; por ejemplo, durante la guerra del Golfo la apertura de internacional siempre se titulaba a cinco columnas, con dos líneas de texto, una gran foto de la batalla y algún apoyo u opinión, amén de algún gráfico que localizara la zona. Las siguientes páginas alternaban los títulos a dos columnas con los títulos a cuatro. Los de dos columnas son muy prácticos cuando tienes fotos muy verticales y te permiten titular al lado de la foto. Los de cuatro son más versátiles y nos permiten poner una foto horizontal o una vertical. Con estas dos fórmulas existen innumerables combinaciones en la colocación de fotos, texto, gráficos, apoyos y demás elementos informativos y nos desviaría de nuestro principal objetivo, el título a tres.

Cuando titulamos a tres es porque no nos queda más remedio. Es tal el guirigay de elementos informativos que te obliga a hacer una página denominada 'un tres-dos'. Una página en la que no hay nada que mande, o sea ninguna noticia destaca por encima de las demás que es una de las premisas básicas. Hace unos días apareció esta curiosa variante del 'tres-dos' en el periódico:

¿Parece rara no? Una foto de entrada con un título en helvética debajo como noticia principal, un segundo tema en Century a dos columnas y debajo una foto acompañada de un pequeño texto a una columna. Todo englobado por un cintillo que une todas las noticias en un mismo tema (precampaña electoral). Lo raro de esta página es la colocación de la foto de abajo y sobre todo que el texto que le acompaña esté a su derecha. ¿No sería más adecuado algo parecido a esto?

Esto sería lo correcto según nuestra forma de diseñar en el periódico. Pero queda más raro. Hay una mezcla de tipografías y textos que confunden la continuidad de la lectura. Lo intentamos arreglar enmarcando la parte de abajo con líneas verticales:


Bueno, vamos mejorando. Pero esa especie de zeta tumbada que parece el texto no acaba de convencernos. Volvemos a cambiar. Todo esto con los mismos elementos y la misma cantidad de texto. El redactor no va a escribir ni a cortar nada a estas horas.

Finalmente queda así. Le vamos a hacer escribir al periodista un pequeño sumario en la quinta columna... Y al final la página salió como al principio. Maldita sea.

Minutos después un redactor jefe vino con la página dos de nacional en la quería un tema grande con foto, un apoyo de reacciones, otro tema grande con un 'careto' y además un 2x2 de publicidad. Para quitarnos la frustación, esto fue lo que hicimos.



Otro 'Tres-dos', ese gran desconocido que en este número salió dos veces.

lunes, 18 de febrero de 2008

Diseñario (V)

Nueva entrega del Diseñario elaborado por el comité de expertos en exclusiva para encajabaja, obra irreverente, colectiva y abierta a la participación de cuantos quieran aportar ideas a través de comentarios o de nuestro correo electrónico.




Cajista. Se llamaba así a los antíguos oficiales de imprenta, que componían y ajustaban los textos para su impresión. Podemos decir que es la cara más técnica de nuestro trabajo. Esta faceta aún se conserva en muchos medios, la del especialista técnico, aunque la palabra cajista empieza a caer en desuso. Si tenemos en cuenta que todos los programas informáticos de maquetación e infografía trabajan con cajas, pues en alguna medida seguimos siendo cajistas, pero en puridad es un término un tanto anacrónico con el que (nos consta) algún padre se ha fustigado con su recién licenciado hijo: "Tanto estudiar una carrera...¡para acabar de cajista!"

Capitular. Es una letra de cuerpo mucho más grande que el del texto base situada al comienzo del mismo, generalmente del tamaño de dos o tres líneas. Es un adorno, y como tal se crearon para iniciar los capítulos de los libros, de ahí toman su nombre, cuando se pintaban a mano después de que al componer el texto se dejara el hueco para ellas. Los puristas señalan que el término "capitular" es incorrecto y que debe denominarse letra "inicial", pero nosotros no somos unos puristas.
También es un adorno en la prensa y no se suelen utilizar en las informaciones normales del día a día. Se reservan para suplementos, páginas especiales o artículos de opinión, especialmente de larga extensión y con firma de prestigio a los que se supone que la letra capitular les da mayor relevancia. El problema, no muy grave y algo habitual, de las capitulares en los periódicos es que sea lo único relevante del artículo que encabeza y preside, siempre algo arrogante. Cuando la capitular es una letra "Q" entonces el problema es mucho más serio porque no hay manera de evitar que su rabito penetre en las líneas de texto. "Pues algo tendréis que hacer", suele ser la manera en que los agraciados con cargo reaccionan ante este percance creyendo que al pronunciar esa frase son ellos quienes lo arreglan.

Century. Tipografía típica del movimiento neorrenacentista de finales del siglo XIX. Linn Boyd Benton la diseñó en 1894 como un nuevo tipo para el texto de la "American Periodical Century Magazine". Durante los años 1906 hasta 1909, Morris Fuller Benton amplió la familia con un gran número de versiones de esta tipografía para la fundición American Typefounders y más tarde sería tomada por las fundiciones Linotype, Intertype y Monotype. La Century Old Style es una tipografía muy legible, apropiada para casi cualquier texto. De todas las modificaciones que Benton adaptó, destaca especialmente la expanded, desarrollada cuando Ginn & Company, dedicados a publicar libros de texto, contrató a la American Type Founders para diseñar una tipografía apropiada. Para eso, Morris buscó la máxima legibilidad creando un tipo estrecho, robusto, con poco contraste y más pesado en apariencia que muchas otras tipografías similares. Se convirtió en un estándar para libros de texto, aprendiendo a leer con ella muchos niños e incluso se puede encontrar hoy en día en algunos libros de educación primaria.
La relación de la Century con nuestro día a día es muy estrecha. En el rediseño de EL MUNDO de 1998, la Century vino a sustituir a la Times New Roman como tipografía para los títulos de las informaciones secundarias de todo el periódico. Hoy, casi diez años después, todavía algún insigne redactor se empeña en pedirnos, muy serio, dos líneas de Times cuando se refiere a una información secundaria. De nada sirve que le increpemos y que al grito de "antiguo", le animemos a reciclarse: "Jodé, la Century, la Times... ¡¡Yo me entiendo!!... ¡¡Y tú también!!", suele contestar mientras se retira en franca huida.

Chapa. Es la gran amenaza cercana al cierre. Cuando la jornada expira, y se acerca paulatinamente el momento de rematar la edición, no es raro oír este ultimátum: "¡¡O me lo das ya, o te juro por mis niños que meto una chapa!!" Y se hace el silencio. Y luego alguna tímida risilla nerviosa, porque siempre hay alguien que piensa que no serán capaces. Una chapa es la solución a una página que no termina de llegar. Si hay que levantar toda una página, por falta de tiempo, recursos o diligencia de quien en ella haya intervenido, se coloca un anuncio a toda plana y asunto resuelto. O al menos, resuelto hasta que venga el jefe a cobrarse tus testículos, porque no hay chapa que no acarree revolcón jerárquico. Una chapa es algo grave, es asumir que no se ha llegado, reconocer la derrota, demostrar al mundo que no se ha sido capaz de hacer esa página. ¿Y quién lo va a notar?, pensaréis. Se nota, se nota... Porque con las prisas de última hora, y con toda la publicidad repartida por las diferentes secciones, las chapas suelen ser de autoanuncio... y un poquito de vergüenza ajena. Algo así como anunciar a toda página que mañana cambia la hora, o que existe un teléfono directo para reclamar fascículos atrasados.

Cícero. Unidad de medida tipográfica por la que se rige de manera general el trabajo en diseño. La unidad se divide en 12 puntos, y es el equivalente a 4,5126 mm en el sistema Didot. En Inglaterra, Estados Unidos, así como en gran parte de Latinoamérica la medida es la pica y, aunque también se conoce como cícero a la unidad de 12 puntos, es algo menor y equivale a 4,2177 mm. En el sistema Fournier tiene también 12 puntos pero mide 4,200 mm y en la Imprenta Real de Turín (Italia) mide 4,776 mm.
Fue un tipógrafo francés, Fournier, en 1737, quien inventó el cícero. Se basó en una letra de 11 puntos con la que se había impreso en 1469, en Venecia, las Epístolas familiares, de Cicerón. De ahí deriva el nombre de cícero.
Por otro lado el cícero representa el gran escoyo en el temario de la asignatura de diseño de todas las facultades de periodismo mundiales. Tremendos desaguisados se obtienen cuando se intentaba aplicar la "fórmula" de conversión de milímetros a cíceros (una simple regla de tres). Ya saben, matemáticas y periodismo: aceite y agua. El problema real viene cuando empiezas a trabajar y te das cuenta de que efectivamente el rollo éste del cícero se utiliza. Y te acuerdas de todos tus antepasados, por no haber prestado atención a la fórmula de conversión. Menos mal que los ordenadores acuden al rescate, convirtiéndolo automáticamente.
Como última curiosidad, el cícero se erige en nuestro mundo como un elemento de corporativismo profesional. Si cuando estás maquetando trabajas y te expresas en cíceros, los veteranos te miran con media sonrisa, asintiendo orgullosos con la cabeza: "Éste sabe lo que hace". Si, cándido e imberbe, cometes el error de expresarte en ¡milímetros! empiezas a sentir miradas inquisidoras que se clavan en tu espalda: "¡Pero este tío de dónde ha salido! ¿Qué es, grafiquero, fotero...?".

Entregas anteriores del Diseñario:
Diseñario (I): aire-anuncio.
Diseñario (II): apoyo-artistas.
Diseñario (III): bandera-blancos.
Diseñario (IV): blog-caja.

miércoles, 13 de febrero de 2008

La masificación del arte

El caso es quejarme, pienso de mí. Porque cuando hace ya unos años visitaba cualquiera de las exposiciones de arte en mi ciudad, en Madrid, recorría solitario los pasillos y llegaba a casa lamentando el poco interés de mis semejantes por la cultura y ahora, sin embargo, aborrezco la masificación de estas muestras "fundamentales" que nos ofrecen cada muy poco, cada vez más poco, para que adoremos las obras de Velázquez, de Modigliani o de Picasso entre empujones, comentarios inteligentes, el calor de los abrigos y sin salirnos de la fila que las simpáticas cuidadoras nos obligan a seguir con sus amables gruñidos, especialmente atentas las que contrata el Reina Sofía. Todo un arte encontrar empleados tan poco interesados por el arte.




Esta es la manera de entrar a la exposición sobre Picasso que acaba de abrir el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía con el título "La colección del Museo Nacional Picasso París". Lo de siempre desde hace un tiempo, desde que el arte, no, más bien desde que ir a exposiciones de artistas famosos, se puso de moda. Tan de moda que el museo parisino ha decidido hacer obras y que nosotros se las paguemos, porque mientras cierra para ampliar salas y futura venta de entradas, su colección viajará por el mundo recaudando allí donde vaya: tres millones de euros, para empezar, aporta el Reina Sofía a las obras del museo de París, y para ello, conviene vender muchos tickets también aquí, conviene que apenas puedan verse los cuadros entre la turba que atesta sus salas, aunque de instituciones públicas dedicadas a la cultura estemos hablando. Curiosamente en Madrid, son estas instituciones públicas las únicas que cobran por acceder a la cultura mientras que la mayoría de las galerías de arte, fundaciones e instituciones culturales privadas (incluida la ejemplar "Casa Encendida") ofrecen el acceso de modo gratuito. ¿Caerá algún político en la cuenta y propondrá el gratis total a la cultura en esta campaña electoral que más parece una subasta de quién ofrece más?





Hasta el 5 de mayo podremos "disfrutar" de las obras que el propio Picasso conservó con él hasta su muerte y que la familia donó después al estado francés en 1979 como parte del pago de impuestos de sucesión (el dinero, de nuevo) para que abrieran en 1985 el Museo Picasso de París que ahora se renueva, renovamos. La exposición está dividida en cuatro espacios cronológicos repartidos entre el antiguio edificio del Reina Sofía y la ampliación que diseñó el arquitecto francés Jean Nouvel. La fuerza de las pinturas se diluye entre tantos visitantes apiñados pero hay dibujos asombrosos, un "Autorretrato" de 1901 colgado junto a "La Celestina" (1904), la curiosidad de ver las últimas obras que hizo antes de su muerte, o el "Retrato de Olga en un sillón" de 1917 que por un momento casi me hacen olvidar a estas molestas guardianas empeñadas en que nos apartemos de los lugares señalizados para ver los cuadros -hay una línea o un cordón pero insisten machaconamente en que nos retiremos una baldosa más ¡¡¡¿?!!!- o en que a nadie se le ocurra hacer una fotografía -¿por qué no toma nota el Reina Sofía de lo que hace el Moma de Nueva York y tantos otros grandes museos en este sentido?, seguro que siguen vendiendo postalitas, pósteres y libros a precios desorbitados a la salida aunque la gente haga fotos con sus camaritas digitales o los teléfonos móviles-.
Una maravilla y yo quejándome, como siempre. Claro que también nos podrán argumentar que es mejor que el arte llegue a cuantos más, mejor; y nada podremos objetar a eso, salvo que pongamos en duda si el arte está llegando a alguien de esta manera. Anímense, todavía cabe alguno más allí, apretándonos un poco más... por favor... quiero salir...

lunes, 11 de febrero de 2008

Diseñario (IV)

Nueva entrega del Diseñario elaborado por el comité de expertos en exclusiva para encajabaja, obra irreverente, colectiva y abierta a la participación de cuantos quieran aportar ideas a través de comentarios o de nuestro correo electrónico.




Blog. Esto.

Bodoni. Uno de los sinónimos de belleza. Un tipo de letra. Si hubiera que ponerse de acuerdo en elegir cuál es el tipo de letra más bello jamás diseñado, sin duda el alfabeto grabado por el cavaliere Giambattista Bodoni aproximadamente en 1790 resultaría el elegido, pero no hay que ponerse de acuerdo, los numerosos elogios de los grandes tipógrafos que le sucedieron, de artistas y amantes de la cultura en general desde hace más de dos siglos bastan. No obstante, seguro que habrá algún memo de esos de "pues a mí no me gusta".
El muy ilustre caballero Bodoni nació cerca de Turín, en Saluzzo, en 1740, y murió en Parma en 1813, ciudad que le acogió y en la que instaló su taller de fundición de tipos y donde después dirigió la imprenta real nombrado por el Duque de Parma, ubicada en el palacio que ahora es Museo Bodoni. Allí desarrolló hasta las cotas más altas el oficio de impresor que había aprendido de su padre y no sólo diseñó el tipo que lleva su nombre y que pervive hasta hoy sino que realizó una labor titánica llegando a grabar 289 tipos distintos de letras, más de 22.000 punzones y 42.000 matrices. De su imprenta salieron las más bellas ediciones impresas hasta entonces, llevándole a la fama en toda Europa, incluso ante papas y emperadores como Napoleón. Entre ellas, destacan su celebérrima Oratio Dominica (1806), una obra de arte apabullante que consta de Padrenuestros en 155 idiomas compuestos con 250 tipos distintos de caracteres diseñados y grabados por él mismo. Fue autor también del que posiblemente sea el libro de tipografía más famoso de todos los tiempos, su Manuale Tipografico, un muestrario de 178 tipos que publicó en 1788 y que se reeditó después de su muerto por su viuda en 1818, con más de 250 tipos en una bellísima edición en dos tomos que siguen y seguirán causando admiración. No podemos imaginar qué hubiera hecho este hombre ilustrado con un Mac en sus manos y utilizando los actuales programas de edición digital de tipos... tal vez nada, no parecen ser estos los mejores tiempos para la belleza.
En su Manuale, Bodoni estableció cuatro reglas para una buena tipografía: la uniformidad o regularidad en el diseño de los caracteres en un alfabeto; la elegancia y nitidez, que procedían en parte del buen corte y el acabado meticuloso de los punzones grabados para producir matrices limpias; el buen gusto, que el cavaliere sintetiza en una "simplicidad nítida" (tomen nota de esto último, por favor, ¡simplicidad nítida!); y la cuarta y última, el encanto, realmente difícil de definir y que el propio Bodoni califica como el trabajo hecho "no a desgana o rapidez, sino con sumo cuidado, como un acto de amor".
El tipo de letra Bodoni está clasificado entre los denominados neoclásicos, se caracteriza por un extremo contraste entre los trazos gruesos y finos de los caracteres y por una fuerte modulación vertical (suben y bajan mucho los rasgos ascendentes y descendentes) lo que obliga a tener que usarlos con una interlínea amplia. Existen tantas versiones de Bodoni como firmas tipográficas, todo el mundo tiene su Bodoni (en nuestro blog ya os hablamos de la curiosa García Bodoni de uno de los mejores tipógrafos españoles en activo, el catalán Andreu Balius, como parte de su proyeto García Fonts), y hace falta tan sólo fijarse un poco, levantar la vista, hojear publicaciones, detenerse en sus cabeceras o en mil logotipos... buscar la belleza en definitiva, para encontrar por todos lados los caracteres Bodoni.




C


Cabecera. Parte superior de algunas páginas del periódico que sirve para identificar la publicación (portada) o la sección a la que pertenecen las informaciones. En el caso de la portada, incluye la mancheta, el precio, número, edición, un lema y recientemente la página web del medio. Al igual que en un cuerpo humano, los medios no pueden subsistir sin su cabeza, o cabecera, ya que es parte esencial de los mismos a la hora de identificarlos. Te imaginas un periódico sin cabecera, ¿qué estarías comprando?.
Cuando la cabecera va dentro de la publicación, se denomina cabecera de sección y engloba a todas las informaciones de esa página y las siguientes (hasta encontrar la próxima cabecera) bajo un mismo ámbito informativo. Es decir, informaciones sobre España, Deportes, Cultura, etc. No confundir con folio, que como su propio nombre indica es la parte de la página, por encima de la cabecera, en la que se folia (numera) una página y a la que acompaña la fecha de publicación.
De la misma familia es cabezón, que es el redactor que, obcecado en que tiene razón, quiere imponer a toda costa su criterio. Son fáciles de identificar por su pesadez e insistencia a la hora de solicitar algo que, normalmente no es correcto pero que ellos consideran una genialidad.

Caja. Una caja es, evidentemente, un recipiente para meter cosas. Ahora suelen ser de cartón (lo que no quita para que las fabriquen en todo tipo de materiales, como el plástico, el metal o la madera) mientras que hace ya tiempo lo normal es que fueran de madera, como cuando se ideó un recipiente para guardar los tipos de letras. A esa caja es a la que nos referimos, a la que contiene todos los caracteres para que el cajista los emplee uno por uno para componer a mano las líneas de texto. Está dividida la caja en cajetines, cada uno de los cuales contiene varias unidades de un mismo caracter. Los cajetines son de distinto tamaño según la frecuencia con que se usa cada signo, esto es, el cajetín donde están los caracteres de la "a" minúscula es muy grande, mientras que el cajetín de la "X" es muy pequeño, porque suelen hacer falta muy pocos de estos últimos.
La caja tiene además una gran división en dos partes: la superior, destinada a los caracteres de las mayúsculas o versales, motivo por el que se denominó "caja alta", y la parte inferior para las minúsculas, o "caja baja", o sea, nosotros. Contracaja era otra caja destinada a los caracteres especiales (arrobas, dólares, bolos, cruces y demás).
En el mundo digital en el que vivimos y trabajamos tal caja ya no existe, aunque pudiéramos asimilarla en cierto sentido a los mapas de caracteres. Las cajas, ahora, son esos elementos básicos de todos los programas informáticos de diseño e infografía que delimitan un espacio determinado para texto o para distintos tipos de imágenes. Es el espacio que algunos insisten en agrandar más allá de lo razonable cuando nos imploran "ábreme un poco esa caja, tiras de ahí un poquito, que no me cabe el título", algo a lo que cualquier maqueta que se tenga por tal se negará siempre, siempre, siempre.

Entregas anteriores del Diseñario:
Diseñario (I): aire-anuncio.
Diseñario (II): apoyo-artistas.
Diseñario (III): bandera-blancos.

jueves, 7 de febrero de 2008

Sobre los concursos

Encajabaja ofrece desde hoy a sus lectores una nueva sección que hemos bautizado como "Firmas En Caja Alta". En ella intentaremos recoger la opinión de todos aquellos que tienen algo que decir en el mundo del diseño periodístico, o sobre la prensa en general, y que tengan la gentileza de aceptar nuestra invitación. Nuestra intención es poder contar con diseñadores, periodistas, profesores universitarios, gentes de la profesión... todos ellos de prestigio y con puntos de vista interesantes. Es un auténtico lujo ofreceros como primer invitado a Norberto Baruch, alguien que cumple precisamente todos estos requisitos, y a la vez porque es un mutante, con una reflexión en torno a los concursos de diseño de la información. Su teoría sobre la "solidaridad editorial", que ya hemos reseñado, y la necesidad de que los premios valoren actitudes no sólo estéticas sino principalmente periodísticas, son los ejes de este artículo.




Norberto Baruch es periodista, diseñador, ilustrador, escritor, director de la SND del Río de la Plata, profesor universitario en la Universidad de Palermo donde imparte Diseño de la Información (curiosa carrera que al menos en España no existe y falta nos haría), creador del blog Visualmente que alimenta desde 2005 y que es toda una referencia en el mundo de los blogs sobre diseño de la prensa en lengua castellana... No sería esto una breve reseña biográfica si incluyéramos la lista de revistas, publicaciones de todo tipo, agencias de publicidad y periódicos en los que ha trabajado y trabaja (figuran los principales diarios argentinos como Clarín o La Nación). Entre viajes, conferencias, artículos, ilustraciones e infografías todavía ha tenido tiempo para idear y editar la revista online HotelVisual. En definitiva, Norberto Baruch es un periodista argentino.


Los concursos salvarán a los diarios

Esto es una muestra de amor. Estoy de vacaciones, en medio del inmenso campo argentino. Entre vacas, teros, perros, caballos y lagartos, me proponen escribir un texto para un blog español. Como los responsables de dicho medio digital han superado la barrera de los conocidos para sentarse en la mesa de la amistad, salgo de la piscina y mojado me dispongo a ordenar mis pensamientos.
Tengo que escribir libremente sobre un tema libremente elegido por mí. Y propongo en un acto de inconciencia propia de un postrado en la cama en estado comatoso escribir sobre los concursos en diseño de información.
Mucho se dice de los concursos. Los que ganan, hablan y los que no ganan, también. A veces hablan los jueces, aunque no existan razones para conocer su tono de voz. Los que logran alzarse con el premio buscan en sus bolsillos pequeños papeles para agradecer, mientras que los que pierden encuentran muchas hojas para llenar con los nombres de los culpables de semejante desplante.
Creo que elegí el tema por dos razones de poderosa actualidad. Estoy participando en un cuerpo colegiado de siete miembros que tiene por tarea organizar un premio similar al que se organiza en España que se llama ÑH, El Mejor Diseño Periodístico de España y Portugal. Nosotros lo estaríamos haciendo para algunos países de latinoamérica. Y estamos poniendo fuerte el ojo en los requisitos para ser jurado y en la elección de las categorías.
Por otro lado, estoy viajando a España para formar parte de otro grupo colegiado que evaluará en un concurso. Será en marzo y en el marco de la Cumbre Mundial de Infografía.
Mucho se ha dicho sobre los concursos, otro tanto se ha dicho de los Malofiej y de las premiaciones organizadas por la Society For News Design. Muchas de esas críticas han aparecido en VisualMente, sin censuras ni edición. Esto ha sido tomado de mala manera por ciertos miembros de las entidades organizadoras, que en lugar de aceptar sus errores y mejorar, intentaban matar al mensajero.
Con los premios latinos a lo mejor del diseño periodístico no queremos cometer errores. Por eso, lo visual sólo se sostendrá en los premios desde lo periodístico. Y esto lo venimos diciendo desde hace mucho, porque nuestra formación, a diferencia de los profesionales visuales de la mayoría de los países latinoamericanos, es periodística.
En el septiembre caliente del 2004, el presidente de la SND española, Javier Errea, y el director de la SND latina, el chileno Cristóbal Edwards, coincidieron con nosotros en la necesidad de sumar más contenido periodístico a los premios que hasta ese momento se venían organizando a nivel mundial desde la Society For News Design. Esto fue durante nuestras Primeras Jornadas Universitarias sobre Diseño de Información, que los juntó en Buenos Aires, ante más de 200 personas.
Esa preocupación por subir la apuesta en lo visual para llevarlo a un punto más periodístico, tuvo una rápida aceptación y una pronta aplicación que se pudo notar en posteriores ediciones de los premios ÑH de España-Portugal y en la creación de VisualMente, de este lado del mundo. Hoy, por todo lo trabajado, nos volvemos a encontrarnos en el mismo camino para volver a intentar construir una profesión visual mejor, donde nos podamos juntar los que trabajamos en lo mismo. Y la Cumbre Mundial de Diseño en Prensa de Estepona está en la misma frecuencia de apostar por más contenido periodístico en lo visual. Días pasados, en medio de una visita relámpago de Guillermo Gómez Hill, consultor mexicano y organizador de la Cumbre, coincidimos en aumentar la apuesta.
Los premios ya no serán iguales. No se premiará lo bonito, lo lindo, ni lo loco. Se valorará lo periodístico, porque Diseño de Información no es Diseño.
Poco tienen que ver nuestras visiones de la profesión con la que tienen otros diseñadores. A veces, esa forma de entender el Diseño deja afuera al Diseño de la Información. Tan disímiles y diferentes parecen dichas definiciones que harían que propios y extraños empezaran a pensar que son dos cosas distintas. Dos cosas que se refieren a dos actitudes también distintas.
Cuando se tiene en cuenta sólo lo lindo de una puesta en página sólo se está viendo una parte del fenómeno de prensa. Esto coincide con cierta visión de la profesión que a veces es premiada por los propios diseñadores que creen saber cuál es su función dentro de un periódico. Esto nos habla de ciertas cuestiones que tienen que ver con ciertas actitudes pasivas que se esperan del diseñador frente al fenómeno comunicacional. Este aspecto es, tal vez, el más importante que nos obliga a ubicarnos en la vereda de enfrente. En la mayoría de las facultades latinas se transmite ésta forma de entender el diseño y el profesional resultante termina chocando con otra realidad, profundamente diferente, que necesita otra actitud en él.
Se le suele pedir al diseñador que funcione como un traductor que asistirá al generador del discurso en la mejor propalación de su mensaje. Esto hace que el profesional diseñador haga efectiva su abstención enunciativa. Esta automarginación irrumpe con total fuerza en las redacciones, creando una verdadera "profecía autocumplidora" que sería la delicia paradojal de Watzlawick.
El psicólogo comunicacional Paul Watzlawick, en su libro "Pragmatics of Human Communication", explica el concepto de la profecía autocumplidora que es clave en su estudio sobre las conductas humanas en comunicación y que nos servirá en nuestro relato:
"Se trata de una conducta que provoca en los demás la reacción frente a la cual esa conducta sería una reacción apropiada". A continuación nos ofrece un típico ejemplo que nosotros adaptaremos a nuestro universo de los medios de información, donde conviven los diseñadores y los redactores, todos los días.
Watzlawick nos habla de una persona que parte de la premisa "nadie me quiere". Supongamos que A es diseñador y B es redactor. A estudió para ser un reproductor de discursos, que no deberá enunciar por cuenta propia, sino por cuenta de éste (B). B será el protagonista exclusivo del acto comunicacional, optimizado por el diseño de A. Parafraseando a Watzlawick, A cree que nadie lo quiere como emisor, y se comporta con desconfianza, a la defensiva, o con agresividad. "Ante lo cual es probable que los otros reaccionen con desagrado, corroborando así su premisa original".
Por eso, cuando hablamos de concursos de Diseño de la Información no estamos hablando tan sólo de premiar formas, sino de una actitud diferente en lo comunicacional. Porque, A (diseñador) y B (periodista) deberían ser los actores generadores del mensaje a emitir. Esa solidaridad editorial que venimos pregonando.
En los medios del futuro próximo no existirá ese escalafón que justificará la repartición del poder emisor. Los diseñadores de la información serán los fotógrafos, los ilustradores, los diseñadores, los infógrafos y los periodistas que construirán la enunciación de la verdad, en igualdad de posibilidades. Todos serán "queridos" y requeridos en la constitución del mensaje. Se convertirán en emisores por cuenta y orden propio en los nuevos medios, donde lo visual será la clave de su subsistencia. Y una forma de empezar con todo este cambio de actitud son los concursos.
(Por El Norbi Baruch)