Ha sido la última de las malas noticias sobre la crisis. La última que no va a ser la última. El jueves pasado nos sorprendía a todos la noticia, nada sorprendente, del cierre del diario gratuito
Metro con la terrible consecuencia de que los 83 trabajadores que quedaron allí después del reciente expediente de regulación de empleo (el 40% de la plantilla, incluido su director, fueron despedidos, o "regulados", hace un mes) se quedan también sin trabajo. La empresa editora despide a todos sus trabajadores y cierra todas sus delegaciones en España anunciándolo el mismo día en que lo lleva a cabo. En su
página web continúan sin informar de nada a sus nosecuantos millones de clientes e incluso se permiten la frivolidad (o la indecencia) de mantener
textos como: "Trabaja con nosotros. Si quieres trabajar con nosotros, como periodista o como repartidor del periódico, o en nuestras oficinas, mándanos tu currículum y detalla en el mensaje a qué puesto te gustaría optar y en qué provincia resides". Es el modelo modélico de empresa multiglobal del futuro, la que representaba el porvenir de la prensa con su eficacia y conciencia social nórdica... igual al modelo de empresa de siempre, de aquí y de allí, que ahora envía a TODOS sus trabajadores a engrosar las escandalosas cifras del paro de nuestro país. Escandalosas porque prácticamente duplican las de cualquier país de nuestro entorno, cifras que deberían hacer sonrojar a quienes se llenaban hace muy poco el pecho de aire y estiraban la cabeza para decir aquello de que "somos la octava potencia económica del mundo", y por tanto "nos corresponde" estar en el G-loquesea, entre los países ricos y desarrollados del planeta. Debe ser que las cifras del desempleo no sirven para medir la prosperidad de un país:
cerca de un 15% de la población activa de España no tiene trabajo, y subiendo, cifra tercermundista porque un 7% supone una crisis gravísima en Estados Unidos, Francia, Alemania o Italia, con quienes queremos compararnos. Un 7% que de suceder en España, nuestros políticos no dudarían en calificarlo orgullosos como "pleno empleo, prácticamente". Tal vez por eso, porque somos el país del paro, la modélica empresa Metro cierra su filial española mientras que en otros países, a pesar de que también sufren pérdidas, no. En su Suecia llegan a acuerdos con otros para intentar sobrevivir. Al final va a resultar que las
celebradísimas novelas policíacas del gran escritor sueco
Stieg Larsson sobre los poderes políticos y económicos tendrán que dejar de considerarse ficción.
Al cierre del diario
Metro, cuya noticia también trae consigo
polémicas internáuticas sobre quién da antes la primicia, la exclusiva, o si me citan o no, polémica bastante inoportuna, hay que añadir las gravísimas dificultades del otro gratuito
¡Qué!, por el que Vocento pagó ¡más de 130 millones de euros hace año y medio! (causa por la que posiblemente tan inteligentes gestores se deben resistir a cerrarlo ahora, aportando así a la teoría económica una nueva causa para evitar el cierre de empresas con pérdidas y muy escasas perspectivas de futuro: la vergüenza). Vocento es editora también de ABC, diario con importantes pérdidas en ingresos publicitarios a pesar de que se recupera algo del descalabro de lectores sufrido hace un par de años. La pretensión del grupo Zeta de llevar adelante otro ERE (se está poniendo de moda la puta palabrita) para despedir a más de 500 empleados de una plantilla aproximada de 2.400, que afectaría, por ejemplo, a
El Periódico de Cataluña. El cierre de Localia, la cadena de televisión local de Prisa, editora del diario
El País, en el que se convocan y desconvocan huelgas, empresa con el lastre de una descomunal deuda de cara al futuro de la que ha intentado deshacerse hasta ahora sin éxito al no poder vender su televisión digital de pago. El cierre de
El Mundo de Almería y de
La Gaceta de Canarias, con el consiguiente despido de sus trabajadores, diarios que se distribuían conjuntamente con
El Mundo aunque no pertenecían a su editora, Unidad Editorial, que como todos los grupos de comunicación, se ha visto afectada por la crisis publicitaria y propone negociar con los representantes de los trabajadores un importante recorte de gastos. El cierre aparentemente incomprensible y contracorriente de ADN.es... con el consiguiente despido de todos... porque aquí no recoloca nadie, ni siquiera macroempresas como Planeta (dueña de ADN.es y evidentemente de ADN, cuyo futuro es más que incierto). No se recoloca, decimos, aquí, todos a la calle. Los despidos en
20 Minutos a pesar de su liderezgo en el mercado de los gratuitos y su ascendente tercer puesto entre las webs periodísticas más visitadas en nuestro idioma. Y no sigo, no quiero ni mencionar el escenario internacional, escribo sólo de este país nuestro, de memoria, y seguro que alguna catástrofe más se me olvida, porque hoy es más cierta que nunca aquella frase célebre de que "escribir en España es echarse a llorar".
ContradiccionesDicen de las crisis que suponen tiempos de cambio, de nuevas oportunidades, de renovación. Tal vez suceda con la que padecemos, pero de lo que estamos seguros es de que, en principio, lo que provocan es miedo y, después, lo que ponen de manifiesto son contradicciones. No es necesario reflexionar mucho para que nos demos cuenta de que los medios impresos que iban a salvar la prensa escrita, los periódicos gratuitos, están siendo precisamente los primeros en desaparecer. Su modelo de negocio es el más frágil al depender de una sola fuente de ingresos, la publicidad, que es lo primero que recortan todas las empresas anunciantes cuando aparece una crisis, unido a que sus costes de producción son tan elevados como los de los periódicos de pago: sus redacciones son mucho más baratas, con el consiguiente efecto en el resultado de lo que publican, pero la impresión y distribución de tantísimos ejemplares es muchísimo más cara. Ahora nos lo explican los gurús especialistas en acertar lo que ya ha sucedido, los mismos especializados en fallar lo que va a suceder porque fueron ellos los pronosticadores de este modelo de futuro que desplazaría a la prensa de pago.
Otra contradicción, cuya explicación guruística estamos esperando, es el cierre de portales informativos de internet como el de AND.es, mientras que la empresa mantiene abierto el diario en papel. Porque las páginas web dependen, exclusivamente, de la publicidad. Esa que ha disminuido brutalmente. Es razonable suponer que crecerá en el futuro, porque crecerán los accesos a internet, y porque la crisis terminará. Sí. Terminará. ¿Serán para entonces rentables y autosuficientes los medios online? ¿O rentables para hacer el periodismo de calidad que todos esperamos? Porque ahora no lo son y viven todavía de sus medios en papel, aunque la tendencia es la contraria. El debate está abierto, excepto para los futurólogos, tantos hace poco, ahora algo escondidos. La decisión de Planeta con ADN resulta pues, enigmática.
La tercera es el anuncio de la desintegración de la integración de redacciones. Cuando todo parecía claro, cuando en la bola de cristal todos vieron redacciones integradas con periodistas multipringados, quiero decir multimedia, pero que lo vieron clarísimo, vamos, ¡con estos ojitos! Cuando los que no habían hecho los deberes a tiempo al no tener fusionadas sus redacciones y por consiguiente lo iban a pasar mal, muy mal, seguro vamos... llega entonces
20 Minutos y anuncia la
separación de sus redacciones de internet y de papel siguiendo la estrategia de su compañía matriz noruega. ¡Precisamente un modelo de integración desde hace años y cuya página web ha crecido espectacularmente! Pues como no sea para despedir después a la mitad de los segregados y cerrar el diaro de papel con ellos... otro motivo no aciertan a explicarnos. Porque ahora es positivo precisamente lo contrario de aquello que era positivo antes. Son los tiempos cambiantes, claro, los que "nadie podía prever", ni siquiera los que viven de preverlo y siguen previendo.
En uno de los
primeros post de este año mencionamos ya la crisis y os animábamos a encararla de la manera más combativa posible desde donde estemos cada uno y de la manera en que cada uno podamos. Es lo que intentamos nosotros, resistir, pelear y mirar hacia adelante. Un mensaje que somos conscientes de que resulta muy difícil para aquellos compañeros de profesión que se han quedado sin trabajo como los de
Metro. Y somos muy conscientes de ello porque alguno de nosotros trabajó en el diario
El Sol de Madrid por el que habíamos dejado nuestro anterior trabajo... y terminamos en el paro; después en
La Información de Madrid... y terminamos en el paro, en aquella otra crisis, también brutal, de finales de los 80 y principios de los 90. Todos estamos inmersos en esta crisis, en mayor o menor medida.
Nadie puede ver el futuro y quien lo afirme, o nos engaña, o se engaña a sí mismo. El presente está lleno de contradicciones. Desde encajabaja queremos mandar un abrazo fuerte y nuestra solidaridad a la gente de
Metro, a todos aquellos que han perdido su puesto de trabajo en estos días. Si de verdad esta crisis tiene al final algún lado positivo, supone una renovación, un cambio y nuevas oportunidades, estamos seguros de que tarde o temprano (ojalá cuanto antes) toda esta gente, tan preparada, podrá y sabrá aprovecharlo. Suerte y ánimo.