lunes, 3 de marzo de 2008

Diseñario (VII)

Ni la disputadísima campaña electoral ha podido distraer al comité de expertos para que acudan a su cita semanal de los lunes y nos ofrecan una nueva entrega del Diseñario, ya sabéis, obra irreverente, colectiva y abierta a la participación de cuantos queráis aportar ideas a través de comentarios o de nuestro correo electrónico.




Contorneo. O "control + T", es la propiedad que tiene una caja de imagen o de texto por la cual empuja a las que tiene alrededor (izquierda, derecha, arriba o abajo, según se indique) un número determinado de puntos. Con esta propiedad se busca separar un texto de otro o una imagen de un texto. También se puede usar para dar forma a un texto. Por ejemplo: si ponemos una imagen de un balón en medio de dos columnas de texto y le damos contorneo, el texto adoptará el contorno (de ahí contorneo) de la pelota y se separará del mismo los puntos que le indiquemos. Normalmente suele utilizarse con siluetas de imagen, pero también se emplea mucho para dar blancos entre bloques de texto. Puede ir ligado al recorte de una imagen.
También suele ser el primer causante de los fallos en una maqueta. No en vano a la pregunta: "Sabéis qué le pasa a esto", se suele responder "has mirado el contorneo".
Segunda acepción: Movimiento de caderas brusco que hace saltar por los aires una letra "r" y con el que ciertas redactoras se aproximan a la sección de maquetación para buscar un cambio en su página que sin esa aproximación no tendría ninguna posibilidad de llevarse a cabo.

Corondel. Raya vertical que en tipografía se coloca para ayudar a separar columnas de texto. Cuando no existía corondel era costumbre llamar a ese espacio entre columnas "corondel ciego". Hoy día se le suele llamar simplemente "calle". O en algunos casos, lo blanco-de-en-medio-el-texto. El corondel es un elemento utilísimo que lo mismo separa que relaciona textos, fotos o ilustraciones. Y también es un rasgo de identidad. Últimamente está de moda llenarlo todo con corondeles, todo lo que veas blanco, ¡zas! allí cabe un corondel. El muy afamado Cases los utiliza por todos lados, hasta en los cantos de las páginas, si podéis comprobarlo los que dispongáis de microscopios. Y no se te ocurra quejarte, que te dirán que no entiendes, que si eres un antiguo, que si la elegancia... Osea, que sirven para todo... para vincular temas, para separarlos, para llenar blancos, para estar ahí puestas no se sabe muy bien porqué, para justificar rediseños millonarios... hemos llegado a leer que incluso para "no desperdiciar el papel" si en vez de rayitas se utilizan blancos.

Cuerpo. Las letras tienen cuerpo, un cuerpo que se puede tocar y que todos creen que se puede medir, ilusos. Porque el cuerpo es una contradicción, una paradoja, ya que se trata de una unidad de medida (en puntos didot) que no sirve para medir el tamaño de las letras, aunque tenga que ver, y en cierto sentido cuerpo y tamaño sean sinónimos, eso sí, para quienes no quieran profundizar en ello. Para quienes piensan que el cuerpo es el tamaño de las letras. Y no.
Esta curiosa incongruencia se debe a que los ordenadores han heredado, sin que les hiciera falta, una característica de los tipos móviles (aquellos que inventó Gutemberg, sí), que para los tipos móviles sí era necesaria. Estos tipos móviles son un paralelepípedo con un carácter grabado en una de sus caras, pero sin ocuparla por completo para garantizar así que no se pegan unos con otros entre línea y línea. Este pequeño espacio en blanco arriba y abajo de los caracteres se llamó "hombro", y al resto "ojo". Por lo tanto, el cuerpo es la suma del ojo, lo que realmente manchan los caracteres, lo que vemos de ellos, más el hombro, un blanco que no vemos, ni sabemos lo que ocupa porque es distinto para cada familia de letras, según haya sido diseñada. Es más propio hablar, pues, de un cuerpo 9 (que suele ser el habitual, décima arriba o abajo, para el texto base de los periódicos) de la familia Times, o de Helvética, porque seguramente ambos, del cuerpo 9, no sean iguales de tamaño. A igual cuerpo, las letras de palo, como la mencionada Helvética, "manchan más" y parecen más grandes. Tampoco se puede definir el cuerpo, como hemos visto en algún lugar, como la distancia desde el rasgo ascendente más alto hasta el rasgo descendente más bajo, porque sigue faltando el misterioso blanco del hombro. "Altura de la x" es otro cantar que no entonaremos aquí, en nuestra definición de cuerpo, porque no es pertinente, pero que se refiere a la altura de las minúsculas sin contar los rasgos ascendentes y descendentes, que debe ser uniforme. En 1978 hubo un intento de normalizar el sistema de medidas utilizando la altura de una "H" mayúscula como base para medir el tamaño de los tipos de letras, pero no prosperó. Sólo faltaría que tuviéramos una manera de medir que realmente midiera, cuando todos preferimos un sistema tan intuitivo como el que tenemos, donde los tamaños se suponen y necesitan de muchas pruebas impresas para determinarse. La consabida regla de que los caracteres en mayúsculas manchan aproximadamente dos tercios del cuerpo (y por lo tanto puede calcularse el cuerpo midiendo ¡con un tipómetro! los puntos de una letra (son más pequeños que los milímetros, ¿eh?) para luego sumarle un tercio de esa cantidad... bueno, pues eso, que lo que más certero de esa regla es precisamente la palabra "aproximadamente".
Si alguno ha llegado hasta aquí sin marearse lo más probable es que sirva para piloto de cazas o algo así, al resto sólo nos queda decirles que piensen en este enredo cuando crean que el cuerpo mide algo, porque el cuerpo sólo se puede tocar. Por nosotros, claro, ¡ay! de aquella redacción que permita a sus redactores modificar a su antojo el cuerpo de las letras para que les entre más o menos texto, como suelen pretender, porque entonces no saldrían dos páginas que parecieran del mismo periódico ni por casualidad.

Cursiva. Inclinémonos un poquito hacia la derecha. Un poquito más. Así, ahora somos tipos en cursiva. Bueno, en realidad seríamos lo que se ha denominado cursiva electrónica, ese horroroso efecto que consiguen los ordenadores tumbando y deformando sin más los caracteres en redonda. Porque la cursiva es algo más, es un diseño en sí distinto a partir de cada tipo de letra, inclinado sí, pero no deformado, queriendo ser escritura, distinto pero perteneciendo a esa familia, siendo otra versión.
Se denominan también itálicas (porque las primeras cursivas se concibieron y dibujaron en 1501 en Italia por el afamado tipógrafo Aldo Manuzio) y aunque parecen querer ser escritura manuscrita no deben emplearse en párrafos o textos completos, sino más bien en palabras aisladas que queramos destacar por alguna razón (por ser neologismos, o extranjerismo, o para que nos fijemos en esa palabra en concreto, por ejemplo). En la prensa española se utiliza la cursiva para titular los artículos de opinión desde que se le ocurriera tal idea al insigne creador del diseño original de El País, Reinhart Gade, en 1974 y no desde siempre por alguna especie de ley natural como muchos creen. No obstante, en La Vanguardia, se utiliza la cursiva en los titulares sin ningún criterio, exceptuando el capricho como criterio, porque en aquella ocasión rediseñística, el americano Milton Glaser quería "innovar".
Nunca se debe subrayar una cursiva, no por lo absolutamente horrendo del resultado, que también, sino porque resultaría una absoluta redundancia ya que al poner una palabra en cursiva en realidad lo que hacemos es subrayarla, pero de una manera elegante.


D

Despiece. Empezaron haciéndolos en las carnicerías y ahora los hacemos en los periódicos. Porque se trata de cortar, de desmenuzar, de hacer con las páginas lo que con la carne: trocearlas para que los lectores la coman mejor, ¿no?, a pinchaditas, esta por papá, esta por mamá. Un despiece es un apoyo, pero en realidad es también cualquier piececita que se desgaje de una información con el propósito de aligerar la página. Y un despiece es toda una página, tal y como se confeccionan en estos tiempos fragmentados, especialmente en los diarios gratuitos, donde cada información es apenas un cuadradito en medio de todo un puzzle de títulos, fotos, rayas, rayas, más rayas, fondos de color... y algo de texto, un poco menos, por favor. Y otro par de rayas más en cada par de apoyos.
Los diseñadores modernos están convencidos de que las páginas con apoyos y despieces de todo tipo y condición, muchos, son más bonitas y más difíciles de hacer, pero en realidad lo que resulta complicado es hacer una página atractiva y nueva con un sólo texto y una foto.

Entregas anteriores del Diseñario:
Diseñario (I): aire-anuncio.
Diseñario (II): apoyo-artistas.
Diseñario (III): bandera-blancos.
Diseñario (IV): blog-caja.
Diseñario (V): cajista-cícero.
Diseñario (VI): cintillo-confeccionador.

viernes, 29 de febrero de 2008

Reflexiones sobre la campaña electoral

La campaña electoral española llega también hasta nuestro blog, puesto que no sólo de diseño vive el hombre y a fin de cuentas tratamos sobre la prensa, que para nosotros es, más que el tópico cuarto poder, un contrapoder. Y en ese sentido escribe el invitado de hoy, a quien por supuesto hemos considerado mejor opción para esta sección que un nuevo cara a cara entre Zapatero y Rajoy. Para encajabaja es todo un honor poner sus píxeles como soporte a las ideas del periodista, perdón Periodista, que hoy os presentamos.


Pedro García Cuartango es uno de los más lúcidos, cultos e interesantes periodistas de la prensa española. Es el editorialista del diario El Mundo, Subdirector y responsable del área de opinión y autor de columnas en las que escribe sobre la actualidad desde un punto de vista casi siempre distinto, unas veces desde la filosofía, otras desde la literatura, la historia, la sociología, analizando incluso a Dios en sus artículos de opinión, pero siendo él siempre. Imprescindible su serie de los sábados "Vidas paralelas".

Nacido en Miranda de Ebro (Burgos), lleva toda la vida ligado al periodismo y ha pasado por el desaparecido El Sol, donde ocupó el sillón de subdirector, por Diario 16 (redactor jefe) y El Globo y Cinco Días, donde ejerció labores de redactor. También formó parte de la Asociación de Periodistas Económicos como secretario entre 1992 y 1996. Actualmente, cuenta con 52 años, está casado y tiene cuatro hijas.


Reflexiones sobre la campaña

No encuentro mejor corroboración de la filosofía de Spinoza que el lamentable espectáculo de los partidos en esta campaña electoral, que confirma su tesis de la engañosa pluralidad de la realidad. Lo que se muestra como distinto y opuesto no es más que reflejo de lo uno y lo mismo.

Lo mismo, la pura repetición es el rasgo esencial de esta campaña electoral, en la que brilla por su ausencia el más mínimo debate ideológico sobre las grandes cuestiones como el papel del Estado en la economía, el modelo educativo o la regeneración de la vida política. No era esperable tal milagro y, por ello, no me siento frustrado.

El reciente debate entre Zapatero y Rajoy sólo ha servido para corroborar los peores tics de la política española, en la que el cainismo ha desplazado al debate ideológico.

Los partidos se han embarcado en una carrera de promesas electorales, demagogia, descalificaciones al adversario e insultos a la inteligencia que hasta el propio José Blanco ha tenido que reconocer que son excesos propios de estas fechas, que pasarán después de las elecciones.

No entiendo por qué una campaña tiene que suponer una agresión al sentido común, pero acepto que es un ritual inevitable en una democracia y me resigno a pagar ese peaje.

Pero lo que peor llevo, y perdone el lector que insista, es la banalidad de las propuestas de los partidos, que ni siquiera se han molestado en hacer unos planteamientos medianamente originales y atractivos para el electorado.

Me parece desolador que Gaspar Llamazares haya aparecido en un video –que luego ha tenido que retirar— quemando un retrato de la familia real, imagen que supone uno de los mejores alegatos en favor de la monarquía que recuerdo.

Igual muestra de impotencia me parece el cartel del PSC en el que muestra a Rajoy, Acebes y Zaplana como los matones de Reservoir Dogs. ¿Es que no hay otros argumentos para criticarles?

Y me resulta igualmente rechazable la caricatura que hace el PP de Zapatero, al que se le parodia como si fuera tonto cuando no se le presenta como un malvado. Lo único que va a favorecer esta estrategia es la movilización del voto socialista.

Todos estos modos aparentemente diversos no hacen sino reflejar la profunda unidimensionalidad de la política española, aquejada de una crispación que acalla cualquier debate ideológico.

Volviendo a Spinoza, la engañosa pluralidad de los seres no es más que la manifestación de una sustancia infinita, definida como causa de sí misma. Nada existe fuera de la sustancia, como nada existe fuera de la eterna repetición del discurso de los líderes políticos.

La imagen de los partidos es la de un inmenso engranaje que se autoalimenta y que tritura a quien se interpone en su mecanismo, como le ha sucedido a Rosa Díez o a los fundadores de Ciudadanos de Cataluña.

Casi me da vergüenza escribir estos tópicos, pero, como decía Brecht, desgraciados tiempos en los que hay que proclamar lo evidente. Ahora y aquí, lo evidente suena sencillamente a increíble.

jueves, 28 de febrero de 2008

Un hombre leyendo el periódico

En medio de muchos que corren. Un hombre leyendo el periódico en el centro de la imagen rodeado de figuras desdibujadas por la prisa, todas movidas menos él porque tal vez la velocidad lenta del obturador ha buscado una metáfora visual de la deshumanización, la de muchos, casi todos a esa hora temprana que se divisa al fondo en un reloj de la estación de tren india de Mumbai, Bombay para nosotros.


Tenéis que confiar en lo que os cuento porque soy consciente de la nula calidad de la toma, la lente (no los tan socorridos megapíxeles) de la cámara de mi teléfono móvil no da para más. Auque podéis verla en la web de la Agencia Magnum. O acercaros hasta la Casa Asia en Madrid, un poco más arriba del Palacio de las Cortes, en la misma carrera de San Jerónimo, para disfrutar allí de las emocionantes imágenes de Raghu Rai, el más grande de los fotógrafos de prensa indios.
Y encontrar las manos de su hijo entrelazadas a las de su padre (el hijo y el padre de Rai); gente; las terribles fotografías suyas sobre la tragedia de Bhopal que dieron la vuelta al mundo viajando en periódicos; gente; reflejos; la madre Teresa e Indira Gandhi; gente y atmósferas; toda la India real y libre de tópicos en multitud de formatos, a veces con encuadres extremos en vertical o en horizontal que no hacen sino alimentar la fuerza de estos documentos gráficos, periodismo y arte, que abarcan todo lo que ha sido la India desde 1964 hasta 2007.

Raghu Rai nació en 1942 en una zona de la India que hoy la política y la intolerancia religiosa han decidido que se llame Pakistán. Ha trabajado en periódicos y revistas de su país, es el único fotógrafo indio que forma parte de la Agencia Magnum desde 1979, autor de una veintena de libros, ganador en tres ocasiones del World Press Photo, elegido en 1993 Fotógrafo del Año en Estados Unidos... en fin, pero lo mejor son las imágenes. No obstante, estos datos, bueno muchos más, junto con todas las fotografías expuestas en Madrid y Barcelona (porque la exposición se divide en sus trabajos en blanco y negro presentados en Madrid y su obra en color expuesta en Barcelona, aproximadamente unas cincuenta imágenes en cada sede) se pueden consultar y descargar desde la Casa Asia, que pone a disposición de todos, GRATUITAMENTE, así como la entrada a la exposición (hasta el día 27 de abril), GRATIS, igualito, igualito que hacen los organismos públicos culturales como ya os comentábamos que cobran por entrar, por toser, no, por toser te regañan, por sus postales y souvernirs, y no te cobran los folletitos y la información porque no te lo suelen proporcionar.



Camino sobrecogido entre las salas de la exposición, completamente solo, y asombrado descubro que las espectaculares reproducciones a gran formato están hechas con impresoras de chorro de tinta (¡Ay de la fotografía tradicional, que se nos van del todo las copias en papel fotográfico proyectando luz!) con una calidad, una profundidad en los negros, una gama de grises, unos blancos luminosos... y me detengo un instante ante una de las más hermosas y certeras metáforas sobre lo que significa hoy leer un periódico. Uno entre muchos, una persona con rostro, alguien que se detiene un momento entre la prisa de todos para leer. Gracias, Rai.

martes, 26 de febrero de 2008

Así se fraguó la portada ganadora
de la Medalla de Plata SND

Rodrigo Sánchez, responsable de Metrópoli, nos cuenta cómo fue el proceso creativo de la portada que ha resultado ganadora de la Medalla de Plata de la SND, el premio español más destacado de la última edición de The Best Newspaper Design, (aunque no el único de Metrópoli). Una edición en la que los periódicos españoles no han destacado tanto como nos tenían acostumbrados.




"La verdad es que con un dibujo como el de Raúl Arias la mitad de la portada ya estaba resuelta.

Parir una portada implica dedicar más tiempo al antes que al después. Muchas medias horas de conversación con unos y con otros, de dentro y de fuera de la redacción. Al final, tras largos debates telefónicos sobre estilos gráficos, terminaciones pictóricas, planos, volúmenes etc., te encuentras en manos del verdadero artífice del aspecto final, el autor de la ilustración.

Por mucho que se haya debatido previamente nunca hay dos dibujos de un mismo autor con estilo idéntico. La portada ha de amoldarse al estilo y al encuadre del dibujo. Los resultados siempre difieren de lo hablado por la propia mecánica del trabajo, el tema a tratar y, por supuesto, el estado anímico del ejecutor.

Cuando por fin llega la ilustración final, tras bocetos y demás consultas entre las partes, es el momento de encajarla según las pautas de la revista y, es en ese momento, cuando todos los elementos de la página han de servir a ese dibujo. Todo ha de girar en torno a él. A veces apoyándole, a veces remarcándole, a veces evitándole e incluso cubriéndole.

No necesariamente hay que despejar el dibujo. Un dibujo en portada no implica necesariamente que sea una voz solista. Una portada no es una galería, no es un museo. Nadie tiene que ganar, ni el diseñador ni el ilustrador. Tiene que ganar la propia portada. Todos trabajamos con el mismo
objetivo. Hacer lo más atractiva posible la página más importante de cualquier publicación, su portada.

En este caso el ángulo de horizonte del dibujo nos marca la inclinación del titular. El primerísimo plano del cocainómano nos permite colocar el texto sobre su cara sin poner en peligro la visibilidad del rostro y ,además, usamos la cabecera como parte del lienzo de la ilustración. De esta forma verticalizamos la superficie de la portada y ganamos en profundidad de plano. De esta manera lienzo, dibujo y cabecera se convierten en una única superficie en la que poder trabajar con la tipografía, incluso invadiendo la mancheta de Metrópoli con el titular.

La elección de la tipografía varía en función de la textura y el trazo del dibujante. En este caso se trata de SURFACE una tipografía sans serif rota por efecto de fotocopia. Los colores son elegidos por sintonía con tonos de la ilustración."

lunes, 25 de febrero de 2008

Diseñario (VI)

Nueva entrega del Diseñario elaborado por el comité de expertos en exclusiva para encajabaja, obra irreverente, colectiva y abierta a la participación de cuantos quieran aportar ideas a través de comentarios o de nuestro correo electrónico.




Cintillo. Es el elemento que unifica un tema cuando su desarrollo exige más de una página. Se trata de un enunciado breve que enmarca la información del resto de las piezas de la página. Es decir, es un elemento que contribuye a la unidad de la información. Su función informativa es la de situar el contexto de la información al lector a través de varias páginas durante la sección. Y ya está, no tiene otra función. Al igual que un antetítulo no es una data, un cintillo no es un antetítulo, por mucho que algunos esforzados redactores se empeñen. Tiene la peculiaridad de que si no se ha colocado al comienzo, por olvido, y se necesita incorporar cuando el resto de los elementos ya están editados, el fastidio es total porque el cintillo se sitúa en la parte superior de la página, justo debajo del folio, y es necesario bajar todos los elementos ya colocados ("ponme un cintillo que se nos ha olvidado", suele ser, pues, una operación... delicada).

Color. Es un invento de la naturaleza en complicidad con nuestra mente para hacernos creer que el mundo en el que vivimos es más bonito de lo que en realidad es. Al parecer, a los perros no les hacen falta estos efectos especiales para ser felices. De la misma manera, es un invento de las artes gráficas, no tan reciente como se cree (el ABC imprimió páginas en color en 1930. "Sin embargo, Abc no es el primer periódico diario español en color. El Imparcial de finales de 1893 en su suplemento literario Los Lunes de El Imparcial, es la primera muestra de lo que se puede considerar color en los rotativos españoles. Pero esta experiencia asilada, al igual que la que ofreció La Correspondencia en 1894, no puede ocultar el esfuerzo de un diario como ABC que, en 1930, consigue reproducir en sus páginas la sensación de color total. Torcuato Luca de Tena había muerto un año antes y no pudo ver realizadas sus pretensiones", como nos enseña el maestro de periodistas Pedro Pérez Cuadrado en su serie de artículos sobre el ABC publicados en Visualmente) y es un invento de las artes gráficas, decíamos, para que también parezcan más bonitos los periódicos.
Podríamos hablar aquí del fenómeno físico del color; de colores primarios y secundarios; de la diferencia entre el sistema sustractivo del color (CMYK) que emplean las rotativas frente al aditivo (RGB) de las pantallas; de las teorías sobre colores cálidos o fríos y sus efectos psicológicos; de las llamadas y los puntos de interés que destacan en las páginas; de paletas de colores y la rueda cromática y espectros; del color de tus ojos, distinto de noche de cuando reflejan la luz del sol, y hasta de los colores del arco iris. Podríamos hablar de todo esto, decíamos, pero no queremos. Nos limitaremos a reseñar que el color ha cumplido desde hace unos 20 años una función muy importante en las redacciones de los periódicos: servir como tema central de discusión sobre si la prensa debía imprimirse en el clásico blanco y negro o pasarse al color. Los defensores del blanco y negro, y todavía queda algún nostálgico, esgrimían y esgrimen como argumentos a su favor la seriedad de los grises, su elegancia, el clasicismo, y vaguedades de este estilo, frente a los entusiastas defensores del impacto, la fuerza, el dinamismo, el artistismo y lo modernitos que somos vestidos de colores.
Al final se ha impuesto el color, evidentemente, por la sencilla razón de que el periodismo quiere contar y reflejar la realidad, y la realidad es en color. Las exigencias de los anunciantes para que se imprimiese su publicidad en color, pagando bastante más por ella, también ha sido de gran ayuda para este maravilloso efecto óptico que enriquece tanto a la prensa como al mundo en general de los seres humanos, en comparación, por ejemplo, con el de los perros.

Columna. Es la forma que adopta el texto sobre el papel en todos los impresos. Incluso en los que parece que no es así se están utilizando una o varias columnas, modificadas de la manera más extravagante que se pueda imaginar, pero columnas serán. A pesar de aspiraciones más o menos artísticas para diseñar un periódico sin columnas todavía no se ha logrado, y nuestros diarios tienen, por lo general, cuatro columnas (el ABC anterior a los últimos cambios y recambios ya que ahora comprime cinco columnas en un espacio en el que realmente no caben); cinco columnas (El País, El Mundo, La Vanguardia... la inmensa mayoría de los diarios en formato tabloide); o incluso seis columnas (como está maquetado El Público no sabemos muy bien por qué, si por diferenciarse o para que se lean más rápido esas columnitas tan estrechas, un poco como le sucede a ABC). Los periódicos en formato sábana, principalmente en la prensa anglosajona, al ser más grandes tienen entre seis y ocho columnas.
El tamaño de la columna influye directamente en la velocidad de lectura de la misma, o en el efecto psicológico de creer que se está leyendo más deprisa o más despacio. Según esta teoría que cualquiera puede llevar a la práctica, las columnas anchas conllevan una lectura reposada y por eso se emplean en la literatura y en la mayor parte de los libros, mientras que columnas estrechas implican una lectura rápida, de ahí su utilización en periódicos y revistas para conseguir la velocidad que se le supone al lenguaje periodístico. Incluso dentro del periódico suele ser frecuente utilizar columnas más anchas (que se denominan falsas por ser distintas a las de la rejilla base) en los artículos de opinión, cuya lectura se supone más reflexiva.
Parece evidente suponer que su nombre viene de su similitud con la columna arquitectónica porque no nos atreveríamos a pensar que fuera al contrario, que se hubiera maquetado el Partenón a ocho columnas, a dos las Columnas de Hércules, o a una la de Trajano. Columna también es el nombre que se da a un artículo periodístico de opinión, normalmente de periodicidad fija y longitud pequeña o mediana (inferior a media página), y columnista es quien la escribe, no quien las edifica. Hay quien confunde columna con pedestal, tal vez porque es otro término arquitectónico, y desde allí subido las escribe, pero suelen ser las menos interesantes.

Comunicación. Principio y fin. Disciplina de la ciencias humanas y sociales. Acto humano intencionado para intercambiar información. Palabra muy del gusto de gurús, asesores y consultores. Asignatura universitaria inventada en base al sencillo esquema de emisor, mensaje, canal, código, receptor. Esta sencilla fórmula, créanme, puede llegar a complicarse, retorcerse y llenarse de paja hasta convertirse incluso en voluminosos textos de indigestas páginas, sobre todo si están firmadas por el insigne Manuel Martín Serrano ("La producción social de comunicación", 1986, por ejemplo), catedrático de la Complutense que llega a lamentar en la introducción de uno de sus infames ladrillos el que no haya "espacios intelectuales vírgenes para los investigadores" del siglo XX (que estén ya todas las materias inventadas, en román paladino vamos) motivo por el cual, ni corto ni perezoso, se inventa toda una disciplina de "pe" a "pa" con el susodicho esquema como único cuerpo doctrinal al que se ve obligado a complicar hasta extremos obsesivos, si no peligrosos. Y es que no hace falta, de verdad, todo el mundo sabe de manera intuitiva lo que es comunicación sin necesidad de tener que definirla (la definición creo que era todo un trimestre de la asignatura); pero en caso de estar muy necesitados nosotros proponemos que comunicación es la ciencia y el efecto de comunicar o comunicarse, hacer saber a alguien cierta cosa, de manera recíproca cuando hablamos de comunicarse. Y es que María Moliner no necesitó inventar disciplina alguna para tener altura intelectual, algo que por otra parte tampoco buscó. Se trata de saber cómo se llaman las cosas, y llamar a las cosas por su nombre.

Confeccionador. Sinónimo de maquetador (véase, por tanto, maquetador). En España es un término en desuso en cuanto a las artes gráficas y a la prensa se refiere, y más parece un vocablo relacionado con el ramo textil. No se utiliza en ningún periódico, al menos de los que nosotros conocemos, pero siempre puede haber alguna publicación que se haya quedado aislada en lo alto de un monte desde hace décadas que aún lo mantenga. En el nuestro hay algún redactor jefe que nos ha llamado así, "¿hay algún confeccionador libre?" e incluso le hemos oído "necesito un diagramador" (otro sinónimo de maquetador en desuso), pero hay que conocer al periodista en cuestión para entenderlo.
En Latinoamérica, al contrario, siguen manteniendo esta denominación de confeccionador. Aquí somos maquetadores, pero si confeccionar es hacer, entonces no cabe duda de que confeccionadores somos, porque lo que no admite dudas es que las páginas las hacemos nosotros. En definitiva, que un maquetador hace las maquetas de las páginas (pinta las páginas, se dice), y un confeccionador no hace confecciones, hace maquetas también.

Entregas anteriores del Diseñario:
Diseñario (I): aire-anuncio.
Diseñario (II): apoyo-artistas.
Diseñario (III): bandera-blancos.
Diseñario (IV): blog-caja.
Diseñario (V): cajista-cícero.

jueves, 21 de febrero de 2008

Los diez mandamientos de todo rediseño

Nueva entrega de Firmas en Caja Alta. En esta ocasión, Miguel Buckenmeyer nos ofrece una serie de diez artículos en los que desgranará los diez mandamientos que un diseñador tiene que tener en cuenta a la hora de llevar a cabo el rediseño de una publicación.



Miguel Buckenmeyer es diseñador y un especialista en comunicaciones enfocado en el diseño de periódicos, revistas e información relativa al mundo de los negocios. Recientemente Miguel fue el creativo y el director de arte detrás de El Economista, el diario económico español que fue nombrado uno de los periódicos mejor diseñados del mundo por la Society of News Design en 2006. Miguel ha trabajado para periódicos y revistas internacionalmente reconocidos como el Washington Post y El Mundo Magazine. También ha participado en la creación de prototipos editoriales y en proyectos de rediseño en Estados Unidos, Francia, Méjico, Portugal, España y Venezuela. Su trabajo ha ganado varios galardones y ha aparecido en las publicaciones de la Society of News Design, la Society of Publication Designers y el Type Directors Club. Miguel está licenciado en Ciencias Políticas por la universidad de California, y tiene un Master en Relaciones Internacionales por la universidad de Georgetown. Su página web es www.miguelbuckenmeyer.com

Los diez mandamientos para rediseñar
un medio de comunicación (I)


Un diseñador gráfico de medios impresos como yo hablando de los diez mandamientos del diseño periodístico en la era de Internet me recuerda a la comedia de 1981 de Mel Brooks, “La Loca Historia del Mundo”, Parte Uno. En una escena de la película, Moisés baja del monte Sinaí después de hablar con Dios, quien le había concedido tres tablas de piedra en las cuales estaban escritos los sagrados mandamientos según los cuales los israelitas tenían que orientar sus vidas. Moisés mira al pueblo de Israel, levanta las tres tablas y comienza a explicarles el don de los mandamientos que Dios les había dado: “El Señor, el Señor Jehová nos ha concedido estos 15 mandamientos …” En ese momento, una de las tres tablas se le escapa de las manos, se cae al suelo y se rompe en pedacitos. Entonces Moisés mira el suelo, luego sube la cabeza y mira al pueblo y continua: “…estos 10, sí 10 mandamientos que todos tenemos que obedecer.”

Seguramente hay más de diez reglas universales de diseño periodístico, organización de la información o estética visual aplicada a la transmisión periódica de noticias que las que ahora expongo en esta modesta serie. Estos principios no se incluyen, bien porque los ignoro (Dios no me los ha revelado) o porque no se me ocurren en este momento (Dios me los ha enseñado pero se me han olvidado) o bien por que no controlo otros campos como el diseño de medios interactivos (Dios no me ha dado tantos dones como yo quisiera) que son tan o incluso más importantes para el futuro del periodismo que el papel. Aún así, intento resumir en 10 reglas básicas algunas lecciones que yo he aprendido (y sigo reaprendiendo) en mis 15 años de experiencia diseñando medios impresos.

Mandamiento 1. Haz los deberes, empóllate el tema y crea un concepto

La primera regla y lo fundamental es que crees un concepto o una visión de antemano de qué es lo que quieres hacer y hacia dónde quieres ir. El gran gurú norteamericano de la gestión y autoayuda en el campo de la empresa, Stephen Covey, lo llama la virtud o el hábito de “empezar con un fin en mente”. Hablando de la selección de una profesión, vocación o trabajo, Covey dice que todos tenemos que subir una escalera en la vida, pero pocos nos ponemos, antes de empezar a escalar, a pensar bien en contra que pared vamos a poner nuestra escalera.

Aplicado al diseño periodístico, esto quiere decir que tengamos los objetivos o criterios para nuestro proyecto bien definidos y que no nos dejemos llevar por el azar a la hora de empezar nuestro proyecto. Tenemos que definir las metas del proyecto y diseñar en función de ellos. Este principio es importante porque es la base tanto del proyecto editorial como del empresarial. Pequeñas desviaciones o equivocaciones en el planteamiento, o la falta de planificación, no solo pueden perjudicar a la utilidad del diseño en cuestión sino que también pueden dañar la marca de la empresa editora. Esto no quiere decir que tengas los estilos gráficos ya diseñados en la cabeza antes de que te pongas a dibujar sobre un papel en blanco o abrir un documento nuevo de QuarkXpress. Sólo quiero decir que debes tener claro las metas del proyecto y las pautas que vas a seguir.

Para poder determinar las metas y las pautas del proyecto, tienes que hacer tus deberes; tienes que hacer las investigaciones necesarias para descubrir los objetivos de la empresa además de los problemas actuales de los contenidos, navegación, etc. y así empezar a crear soluciones visuales. Además, este paso te ayudará a ti y sobre todo a la empresa. Un proyecto sin este paso previo de la investigación es puro maquillaje. El producto puede ser más o menos atractivo estéticamente, pero no se desarrolla como producto y pierde su competitividad. (Más adelante, dentro de esta serie, hablaremos en concreto del rediseño de El País).

El primer paso de todo proyecto gráfico entonces es hacer un inventario de preguntas cuyas respuestas te ayudarán a hacer un análisis sobre las necesidades de la editora y su producto. Entrevista al director, el editor, redactores individuales y repasa los resultados de encuestas a los lectores o paneles de lectores realizados por la empresa, etc. Intenta entender los hábitos, intereses y gustos del lector medio, al que la empresa editora aspira a llegar. Relacionado con eso -si no logras convencerles de alguna idea mejor-, trata de conocer bien y adaptarte a su estrategia empresarial. Las preguntas a las que te puedes enfrentar en esta primera etapa probablemente incluyan las siguientes:

• ¿Quién es el lector medio?, ¿Qué temas le interesan?, ¿Cuánto tiempo pasa leyendo o ojeando el producto?, Si es el público en general, ¿qué temas les interesan a los distintos grupos a los que va dirigido el periódico o revista?
• ¿Qué estrategia tiene la empresa editora para llegar a su público?, ¿Hay nuevas maneras o tendencias en la formar de darles información o contarles historias?
• ¿Qué tono editorial tiene o quiere tener el producto: popular, vanguardista, o clásico?, ¿Qué tipografías reflejan este tono?
• ¿En qué formato tiene que ir: Tabloide, Berliner, sábana? (esto ultimo va siendo menos relevante en los últimos años)
• ¿En qué páginas hay color: algunas, ninguna o todas?, Si hay color, tendrás que emplearlo con una paleta conforme con el tono editorial del producto. ¿Qué tonos se adecuan al lector medio: colores fuertes o suaves, mucho o poco?
• Cual es la historia de la empresa editora y su producto?, ¿Qué contenidos funcionan bien, cúales no?, ¿Cúales se pueden mejorar con un poco de esfuerzo?
• Si es un producto regional, local o relacionado con un sitio determinado, ¿cuáles son sus historias y tradiciones por si hay una manera de incorporarlas en el proyecto?

Una vez contestadas preguntas como estas, tendrás las pautas que orientarán el proyecto. Con esto, podrás ayudar al editor y al director a concebir nuevos contenidos, organizar la información y desarrollar los estilos gráficos.

Por ejemplo, si es un diario gratuito que llega a un público generalista, quizás seleccionarías un código de colores primarios y vivos para cada sección como hace el ADN, Metro y LondonPaper. Al contrario, si la empresa editora de un gratuito decide que quiere hablar a un público de “alto standing” (y más poder adquisitivo), entonces podrías elegir, colores más sutiles. Este es el caso del gratuito holandés “DAG” que lanzó un rediseño de la portada en febrero de 2008.


DAG antes (izd.) y después (dcha.)


Caso práctico: National Post (Canada)

Portada del National Post

Planteamiento inicial: “Hacer lo que no hacía nadie” era el concepto inicial de la empresa editora y de la diseñadora del proyecto, Lucie Lacava. Creando el prototipo del “National Post”, diario que fue lanzado en 1998, Lacava tuvo que crear una maqueta que no compitiese con las otras 28 cabeceras de la editora Southham y que fuese diferente a los principales competidores nacionales como el “Globe and Mail” y el “Toronto Star”.

Tipografía: Según Lacava, la mayoría de los periódicos norteamericanos generalistas entonces titulaban con una tipografía serif. Ella convenció a los directores de ir a contracorriente y usar una letra san serif para los titulares principales. Investigando revistas antiguas de moda encontró una tipografía ideal y encargó al tipógrafo Americano, Jim Parkinson la creación de un alfabeto contemporáneo y digital completo que -con algunas modificaciones y añadiendo distintas anchuras- más tarde se llamaría “Richmond”. La versión condensada de la eventual Richmond se usó para los titulares principales (que van en caja alta en la portada) y para los titulares de informaciones (que van verticalmente a una columna).


Richmond Condensed Bold specimen

El palo seco se complementó con la Miller Display, la preciosa y versátil Scotch Roman dibujado por Matthew Carter en 1997. La Miller se usa para los titulares de informaciones secundarias que van en horizontal a más de una columna y para titulares de reportajes especiales. Para la cabecera del periódico y de cada cuadernillo, Parkinson adaptó la Miller, creando una versión comprimida y estirando los serifs latinos.


Miller Display Roman specimen


Portada del National Post


Muestra de la Richmond Bold Condensed en el National Post

Retícula: Conforme con la meta de no parecerse a otros periódicos de su día, Lacava rompió con una tendencia entonces y todavía muy establecida, la de la maquetación modular. Basado en una retícula de 6 columnas, el Post conserva una maquetación ligeramente clásico y parecida a la del New York Times o Wall Street Journal, el cual permite que algunas informaciones irrumpen en los módulos o rectángulos de otras informaciones no relacionadas. La mayoría de las páginas tienen en su parte superior un friso horizontal de breves u otras informaciones que sirve para anclar y contrastar la maquetación antimodular por abajo.

Muestra de la Miller Display en el National Post

Cabe destacar que el National Post hizo un semirediseño en septiembre de 2007 actualizando la cabecera y aperturas de los cuadernillos poniéndolos en vertical y sobre fondos de color (la imagen de la portada es posterior al rediseño). El cambio más notable has sido la colocación de la cabecera del periódico y de cada cuadernillo en una posición vertical en cada página en vez de horizontal. También han ampliado el tamaño del cuerpo de texto y su interlineado. Finalmente, han mejorado la legibilidad y aumentado el número de destacados y infografía según el director del periódico Douglas Kelly. Para ver más imágenes de los prototipos, visite este link.

Portada antes (dcha.) y después del rediseño (izqda.)

miércoles, 20 de febrero de 2008

Ya es mala suerte...

Todos conocemos el tipo de portada póster de Público. Hay días que están más acertados y otros que no, la verdad. Eso nos pasa a todos. Si está bien resuelta no me parece mala solución. Lo malo es cuando no queda bien (muchas contras de Público no han sido la verdad brillantes) .La de hoy no es que sea especialmente mala... si no fuera porque a La Razón (otro insigne representante de la portada póster) se le ha ocurrido hacer algo muy parecido. Misma idea, misma foto... vamos, la misma portada. ¡Igualita! Quítale un par de sumarios y las cabeceras y son tal cual. El espectáculo hoy en los quioscos era curiosísimo. Porque ver dos periódicos nacionales con casi un clon de portada es algo muy poco habitual. En la prensa deportiva pasa, a veces tan a menudo que cualquiera diría que se ponen de acuerdo para confeccionarla. Pero yo no recuerdo un caso igual en mucho tiempo en un periódico de información general.



La cosa no deja de tener su gracia. Público y La Razón, extremos opuestos del panorama informativo español, hermanados por una ¿brillante? idea portadil. Ya es mala suerte, dirán algunos. El caso es que me imagino a ese pobre lector de La Razón comprando Público por error y dándole un patatús al ojearlo en casa. O viceversa. Si es que cada vez es más difícil aclararse de por donde van los tiros en la prensa...