Cuenta la leyenda que hace miles de años el cronista de un grupo de cazadores le pidió hasta en tres ocasiones al decorador de las cuevas que cambiase la posición de los bisontes ya pintados, que los hiciera más pequeños para que entrasen más en aquella oscura pared en la que más no cabían y que, entonces, desde el interior de la gruta salió un alarido maldiciendo en el protoidioma de los humanos. Desde aquel inicio, y sin remedio, los maquetas son, somos, unos bordes. Lo tenemos ya escrito. Pero hoy quiero llevarme la contraria.
Es un mito. Porque por cada grito que hayamos dado, por cada mala cara, hemos ofrecido cada día toneladas de paciencia y de soluciones a problemas insolubles. Conseguimos ser amables y condescendientes día tras día, con esa amabilidad que fácilmente se olvida en cuanto una vez, una entre mil, cansados de cargar con las inseguridades de la redacción, decimos que no. No es fácil intentar, en más ocasiones de las razonables, dar forma a las ideas de quien no tiene ni idea, ni ideas. Como no es fácil pelear contra los mitos.
Es un mito. Porque por cada grito que hayamos dado, por cada mala cara, hemos ofrecido cada día toneladas de paciencia y de soluciones a problemas insolubles. Conseguimos ser amables y condescendientes día tras día, con esa amabilidad que fácilmente se olvida en cuanto una vez, una entre mil, cansados de cargar con las inseguridades de la redacción, decimos que no. No es fácil intentar, en más ocasiones de las razonables, dar forma a las ideas de quien no tiene ni idea, ni ideas. Como no es fácil pelear contra los mitos.
Porque los mitos son como verdades establecidas para quienes no gustan de la reflexión, tantos, para los que no cuestionan casi nada y dan por sentado, por ejemplo, que nosotros sí tenemos que aguantar sus malas palabras porque para eso estamos y se muestran asombrados cuando, enfadados, pedimos respeto y consideración para nosotros y para nuestro trabajo, actitud propia de bordes claro está. "No seas impertinente", me espetó un redactor jefe en cierta ocasión cuando le pedí que me dejara de empujar hacia mi silla para que le hiciera una página. Debía tener prisa, pero nuestra relación no terminó allí, qué va, seguimos igual que siempre, riéndonos unos días y malencarándonos otros, hasta que le ficharon para un periódico nacional de reciente aparición con cuyos maquetadores se estará riendo ahora. Otras veces, el comportamiento incorrecto ha sido el mío pero eso lo dejo para que sean ellos quienes lo cuenten, porque seguro que lo cuentan mejor.
Con los mitos sucede que incluso los interiorizamos de tal manera que hasta los propios maquetadores sostenemos que "maquetar perjudica seriamente el carácter", algo que posiblemente sea cierto pero que yo no puedo afirmar o desmentir puesto que mi carácter debio resultar perjudicado ya en el útero materno, si no mucho antes según sostienen los creyentes en la reencarnación. En definitiva, que unas veces se enfadan unos, y otras veces nos enfadamos otros, aunque unos y otros demos por sentado que los enfadados son siempre los mismos. Porque ya hemos explicado, pero insistimos, que la relación contenido-forma, redactor-maquetador en este caso, es una relación dialéctica y que tanto del entendimiento como del conflicto surgen las páginas. Reducir esto a la simpleza de que los maquetas somos unos bordes, y algunos lo somos, es lo más fácil, lo primero que se nos viene a la cabeza porque allí nos lo han puesto para que no pensemos. Un mito.
Con los mitos sucede que incluso los interiorizamos de tal manera que hasta los propios maquetadores sostenemos que "maquetar perjudica seriamente el carácter", algo que posiblemente sea cierto pero que yo no puedo afirmar o desmentir puesto que mi carácter debio resultar perjudicado ya en el útero materno, si no mucho antes según sostienen los creyentes en la reencarnación. En definitiva, que unas veces se enfadan unos, y otras veces nos enfadamos otros, aunque unos y otros demos por sentado que los enfadados son siempre los mismos. Porque ya hemos explicado, pero insistimos, que la relación contenido-forma, redactor-maquetador en este caso, es una relación dialéctica y que tanto del entendimiento como del conflicto surgen las páginas. Reducir esto a la simpleza de que los maquetas somos unos bordes, y algunos lo somos, es lo más fácil, lo primero que se nos viene a la cabeza porque allí nos lo han puesto para que no pensemos. Un mito.
4 comentarios:
No seais quejicas...
Maleducados hay de todo pelaje y condición: redactores, jefes y maquetadores (doy fe).
Al final parece que los periodistas somos ogros, y algunos somos encantadores.
xD
Borja Ventura
Querido Borja, ¿has leído el artículo? (por ejemplo cuando dice "unas veces se enfadan unos, y otras veces nos enfadamos otros", o unas líneas antes "Otras veces, el comportamiento incorrecto ha sido el mío"). Seguro que algunos sois encantadores, pero mejor que lo digan los otros de ti, ¿no?
Un saludo y gracias por tu comentario
Ea Mario, que diste en el clavo (o en el mito) sin lugar a dudas los que maquetamos (diagramamos en mi país) nos la vemos negras y de todos los colores cuando nos hechan culpa de que no "les quedó bien" ¿la entiendes? y lo que más me fastidia es que se "supone" que la maqueta de una revista es para mantener un cierto orden en las publicaciones siguientes, pero los benditos quieren practicamente una nueva revista cada quincena, luego imagínate que Job es un tipo amargado a mi lado, no sólo de toneladas de paciencia se hace el mundo ¿no es cierto?
Cierto. Feliz Maqueta Nueva (cada 15 días en tu caso, cada día en el nuestro) y próspero 2008. Dos saludos
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