"Usted no lo sabe, pero depende de ellos. Usted no los conoce ni se los cruzará en su vida, pero esos hijos de la gran puta tienen en las manos, en la agenda electrónica, en la tecla intro del computador, su futuro y el de sus hijos. Usted no sabe qué cara tienen, pero son ellos quienes lo van a mandar al paro en nombre de un tres punto siete, o de un índice de probabilidad del cero coma cero cuatro".
Así comenzó hace diez años Arturo Pérez-Reverte su colaboración de cada domingo en "El Semanal", a la que tituló "Los amos del mundo". ¡Hace diez años!, exactamente el 15 de noviembre de 1998, describió con asombrosa exactitud la situación económica que ahora... padecemos. Cuando todos, políticos primero y un instante después expertos, premios nobeles y presidentes de reservas federales y bancos centrales hablaban de crecimiento y riqueza sin fin. Este artículo se ha convertido desde hace unas semanas en lo que se llama un "fenómeno viral" en internet (quienes lo llaman así, claro, los guruchorras, para referirse al crecimiento exponencial) y que en román paladino no es otra cosa sino el boca a boca de toda la vida, pantalla a pantalla en este moderno mundo. El propio suplemento dominical donde se publicó se hacía eco este domingo del fenómeno:
Y lo cierto es que se trata de lo más parecido a una profecía que hayamos podido ver, leer o escuchar en mucho tiempo. "No crean riqueza, sino que especulan. Lanzan al mundo combinaciones fastuosas de economía financiera que nada tiene que ver con la economía productiva. Alzan castillos de naipes y los garantizan con espejismos y con humo, y los poderosos de la tierra pierden el culo por darles coba y subirse al carro".
(...) Y de pronto resulta que no. De pronto resulta que el invento tenía sus fallos, y que lo de alto riesgo no era una frase sino exactamente eso: alto riesgo de verdad. Y entonces todo el tinglado se va a tomar por saco. Y esos fondos especiales, peligrosos, que cada vez tienen más peso en la economía mundial, muestran su lado negro. Y entonces, oh prodigio, mientras que los beneficios eran para los tiburones que controlaban el cotarro y para los que especulaban con dinero de otros, resulta que las pérdidas, no. (...) las pérdidas hay que socializarlas, acudiendo con medidas de emergencia, con fondos de salvación para evitar efectos dominó y chichis de la Bernarda. Y esa solidaridad, imprescindible para salvar la estabilidad mundial, la paga con su pellejo, con sus ahorros y a veces con su puesto de trabajo Mariano Pérez Sánchez, de profesión empleado de comercio, y los millones de infelices Marianos que a lo largo y ancho del mundo se levantan cada día a las seis de la mañana para ganarse la vida.
(...) Y de pronto resulta que no. De pronto resulta que el invento tenía sus fallos, y que lo de alto riesgo no era una frase sino exactamente eso: alto riesgo de verdad. Y entonces todo el tinglado se va a tomar por saco. Y esos fondos especiales, peligrosos, que cada vez tienen más peso en la economía mundial, muestran su lado negro. Y entonces, oh prodigio, mientras que los beneficios eran para los tiburones que controlaban el cotarro y para los que especulaban con dinero de otros, resulta que las pérdidas, no. (...) las pérdidas hay que socializarlas, acudiendo con medidas de emergencia, con fondos de salvación para evitar efectos dominó y chichis de la Bernarda. Y esa solidaridad, imprescindible para salvar la estabilidad mundial, la paga con su pellejo, con sus ahorros y a veces con su puesto de trabajo Mariano Pérez Sánchez, de profesión empleado de comercio, y los millones de infelices Marianos que a lo largo y ancho del mundo se levantan cada día a las seis de la mañana para ganarse la vida.
Pueden parecer extractos demasiado largos del artículo, pero es que resulta verdaderamente difícil, sino imposible, resumir un artículo tan certero, tan demoledor y tan maravillosamente bien escrito. Por eso os dejamos aquí el enlace correspondiente para que podais leerlo entero. Merece mucho la pena.
Sólo nos queda añadir que ante tanto gurú y tanto experto en todo, que también venden humo y nombres prodigiosos para la nada ya sea de economía o sobre medios de comunicación, lo más recomendable es una dosis de sentido común, o una tonelada del mismo. Aunque el artículo en cuestión parece superar el mero sentido común para entrar en el terreno de lo visionario. Por eso mismo no nos vendría nada mal que el señor Pérez-Reverte nos escribiese un articulito, con su estilo afilado y todo, sobre el futuro de los periódicos, que tantos desvelos y quebraderos de cabeza causa. Estaríamos incluso dispuestos a publicárselo aquí, en encajabaja. Hasta con alarde tipográfico. De verdad.
Sólo nos queda añadir que ante tanto gurú y tanto experto en todo, que también venden humo y nombres prodigiosos para la nada ya sea de economía o sobre medios de comunicación, lo más recomendable es una dosis de sentido común, o una tonelada del mismo. Aunque el artículo en cuestión parece superar el mero sentido común para entrar en el terreno de lo visionario. Por eso mismo no nos vendría nada mal que el señor Pérez-Reverte nos escribiese un articulito, con su estilo afilado y todo, sobre el futuro de los periódicos, que tantos desvelos y quebraderos de cabeza causa. Estaríamos incluso dispuestos a publicárselo aquí, en encajabaja. Hasta con alarde tipográfico. De verdad.
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