A las puertas de una nueva huelga general en nuestro país, la cuarta desde la llegada de la Democracia, el comité de expertos de encajabaja la afronta con división de opiniones (con más miembros hacia uno de los lados, hacia el mismo que el que también parece mayoritario en el resto de la sociedad española) pero con todo el respeto de unos hacia otros, como esperamos y deseamos que suceda en general el próximo miércoles 29, martes 28 para los periódicos. En lo que sí parecemos coincidir todos, es que nunca un Gobierno mereció tanto que le hiciesen una huelga así, y que nunca los convocantes de la misma merecerion tanto que no la secundásemos. Pase lo que pase, que cada cual pueda hacer lo que quiera con máxima libertad, con la misma que este comité escribe esta nueva entrega del Diseñario, obra colectiva, irreverente, infinita y abierta a vuestra participación, sobre el diseño periodístico y la prensa en general.
O
Oblicua. Cursiva.
Obituario. Genero periodístico dedicado a la reseña de la vida y, sobre todo, de la muerte de personajes más o menos ilustres en diferentes ámbitos, desde la política hasta los deportes, pasando por la crónica de sociedad o las jotas del Bajo Aragón.
Aparecer en las páginas de este género periodístico, también llamado necrológicas, tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Sus pros: has hecho algo en la vida por lo que mereces ser recordado en unas cuantas líneas de periódico. La mayoría de las veces, algo bueno; el resto de veces, algo malo, muy malo. Sus contras: estarás muerto y no podrás leerlo. Una pena.
Aunque muchas veces no es así. Hay gente que ha podido leer su propia necrológica y ver cómo han glosado en un periódico su vida, obra y, en ocasiones, milagros. Por error, por supuesto. Alguien lo mató antes de tiempo. Y suponemos que se habrá puesto contento si el obituario era grande y se habrá mosqueado si era pequeño. Porque en este género el tamaño sí importa. Cuanto más grande lo tengas, el obituario se entiende, más importante eras. Cuanto más pequeño, menos significante.
Estas páginas tienen la mala fama de ser serias, aburridas, tristes incluso. Y es cierto que no dan mucho juego, principalmente por respeto al finado, que está, como quien dice, de cuerpo presente. Pero hay quien lucha contra ello. Conocemos a un redactor, del cual no diremos el nombre, que sugirió hacer la página un poco más "divertida", "alegre", nos dijo. Sin embargo, y poniendo cara de funeral, muy propia para estos casos, contestamos: si se ha muerto una persona, esta página no puede ser divertida. Como no parecía muy convencido tuvimos que darle argumentos que nos resultan imposibles de reproducir aquí, motivo por el cual se terminó marchando a su sección, de obituarios, con cara de enterrador, es decir, de pocos amigos. Y menos, de nosotros.
Oculto. Así, en dos líneas, o tres, todo lo que está pero no se ve, como los invisibles entre caracteres, las cajas de imagen que hacen de tapones o las aviesas intenciones en los textos... También es aquello que según aquella brillante definición de noticia, alguien, en algún lugar, intenta ocultar.
Off the record. Todo lo que un periodista consigue fuera de los cauces oficiales, aquellas informaciones a las que se accede de manera confidencial, todo lo que un entrevistado cuenta fuera de la entrevista, "fuera de la grabación", que sería su traducción exacta... Lógicamente, las cosas que se cuentan off the record son como si no se hubiesen contado, no tienen el permiso para ser publicadas, algo que en el periodismo clásico siempre se ha respetado y que hoy en día cada vez se respeta menos. De ahí que muchos periodistas se quejen de lo difícil que resulta conseguir informaciones fiables. Si nos hubiésemos preocupado de cuidar más a nuestras fuentes y no quemarlas deslealmente en esta enloquecida carrera por publicar exclusivas, o simples primicias, otro gallo nos estaría cantando ahora, de eso, seguro...
Pero esto no es exclusivo de los redactores. También existe el off the record en la maquetación. Son esas maquetas que accedes a pergeñar porque quien te las pide es alguien cercano y caes preso de un ataque de humanidad. Un grave error en el que los maquetas caen, de tanto en tanto... Suelen ser maquetas de última hora, maquetas que no respetan a nada ni a nadie, soluciones desesperadas para redactores desesperados. De ahí que el maqueta que lo consuma reclame para sí el amparo del off the record: "Vale, te lo hago porque eres mi colega… pero como alguien pregunte, yo no sé nada de esto...".
Entregas anteriores del Diseñario 2.0:Obituario. Genero periodístico dedicado a la reseña de la vida y, sobre todo, de la muerte de personajes más o menos ilustres en diferentes ámbitos, desde la política hasta los deportes, pasando por la crónica de sociedad o las jotas del Bajo Aragón.
Aparecer en las páginas de este género periodístico, también llamado necrológicas, tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Sus pros: has hecho algo en la vida por lo que mereces ser recordado en unas cuantas líneas de periódico. La mayoría de las veces, algo bueno; el resto de veces, algo malo, muy malo. Sus contras: estarás muerto y no podrás leerlo. Una pena.
Aunque muchas veces no es así. Hay gente que ha podido leer su propia necrológica y ver cómo han glosado en un periódico su vida, obra y, en ocasiones, milagros. Por error, por supuesto. Alguien lo mató antes de tiempo. Y suponemos que se habrá puesto contento si el obituario era grande y se habrá mosqueado si era pequeño. Porque en este género el tamaño sí importa. Cuanto más grande lo tengas, el obituario se entiende, más importante eras. Cuanto más pequeño, menos significante.
Estas páginas tienen la mala fama de ser serias, aburridas, tristes incluso. Y es cierto que no dan mucho juego, principalmente por respeto al finado, que está, como quien dice, de cuerpo presente. Pero hay quien lucha contra ello. Conocemos a un redactor, del cual no diremos el nombre, que sugirió hacer la página un poco más "divertida", "alegre", nos dijo. Sin embargo, y poniendo cara de funeral, muy propia para estos casos, contestamos: si se ha muerto una persona, esta página no puede ser divertida. Como no parecía muy convencido tuvimos que darle argumentos que nos resultan imposibles de reproducir aquí, motivo por el cual se terminó marchando a su sección, de obituarios, con cara de enterrador, es decir, de pocos amigos. Y menos, de nosotros.
Oculto. Así, en dos líneas, o tres, todo lo que está pero no se ve, como los invisibles entre caracteres, las cajas de imagen que hacen de tapones o las aviesas intenciones en los textos... También es aquello que según aquella brillante definición de noticia, alguien, en algún lugar, intenta ocultar.
Off the record. Todo lo que un periodista consigue fuera de los cauces oficiales, aquellas informaciones a las que se accede de manera confidencial, todo lo que un entrevistado cuenta fuera de la entrevista, "fuera de la grabación", que sería su traducción exacta... Lógicamente, las cosas que se cuentan off the record son como si no se hubiesen contado, no tienen el permiso para ser publicadas, algo que en el periodismo clásico siempre se ha respetado y que hoy en día cada vez se respeta menos. De ahí que muchos periodistas se quejen de lo difícil que resulta conseguir informaciones fiables. Si nos hubiésemos preocupado de cuidar más a nuestras fuentes y no quemarlas deslealmente en esta enloquecida carrera por publicar exclusivas, o simples primicias, otro gallo nos estaría cantando ahora, de eso, seguro...
Pero esto no es exclusivo de los redactores. También existe el off the record en la maquetación. Son esas maquetas que accedes a pergeñar porque quien te las pide es alguien cercano y caes preso de un ataque de humanidad. Un grave error en el que los maquetas caen, de tanto en tanto... Suelen ser maquetas de última hora, maquetas que no respetan a nada ni a nadie, soluciones desesperadas para redactores desesperados. De ahí que el maqueta que lo consuma reclame para sí el amparo del off the record: "Vale, te lo hago porque eres mi colega… pero como alguien pregunte, yo no sé nada de esto...".
Diseñario 2.0 (I): adelanto-alcance.
Diseñario 2.0 (II): apaisado-arte final.
Diseñario 2.0 (III): aspirina-autoedición.
Diseñario 2.0 (IV): background-billete.
Diseñario 2.0 (V): bobina-breves.
Diseñario 2.0 (VI): cabecear-camisa.
Diseñario 2.0 (VII): carácter-carpintero.
Diseñario 2.0 (VIII): catálogo-chillón.
Diseñario 2.0 (IX): chiste-cierre.
Diseñario 2.0 (X): clavo-colchón.
Diseñario 2.0 (XI): columpiarse-comerse.
Diseñario 2.0 (XII): compacto-corresponsal.
Diseñario 2.0 (XIII): corte-crítica.
Diseñario 2.0 (XIV): crisis-crónica.
Diseñario 2.0 (XV): cuadratín-deformar.
Diseñario 2.0 (XVI): desguace-directo.
Diseñario 2.0 (XVII): director-documentación.
Diseñario 2.0 (XVIII): editorial-EGM.
Diseñario 2.0 (XIX): Elzevir-empacar.
Diseñario 2.0 (XX): empasillado-encuadrar.
Diseñario 2.0 (XXI): enfrentadas-entrevista.
Diseñario 2.0 (XXII): enviado especial-exclusiva.
Diseñario 2.0 (XXIII): exposición-faldón.
Diseñario 2.0 (XXIV): fe de errores-fino.
Diseñario 2.0 (XXV): flash-fondo.
Diseñario 2.0 (XXVI): fotero-fotón.
Diseñario 2.0 (XXVII): free-lance-freehand.
Diseñario 2.0 (XXVIII): galerada-grapa.
Diseñario 2.0 (XXIX): gritar-hemeroteca.
Diseñario 2.0 (XXX): hemorroide-hostias (darse de).
Diseñario 2.0 (XXXI): ilustrator-imposición.
Diseñario 2.0 (XXXII): invisibles-itálica.
Diseñario 2.0 (XXXIII): jefe-ladrillo.
Diseñario 2.0 (XXXIV): lead-localizador.
Diseñario 2.0 (XXXV): lomo-lorem ipsum.
Diseñario 2.0 (XXXVI): MacOs-mesa.
Diseñario 2.0 (XXXVII): modular-morder.
Diseñario 2.0 (XXXVIII): negativo-ñapa.
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