Chiste. También conocido como viñeta o tira o humor gráfico. El chiste es un clásico de nuestros periódicos. Suelen ocupar su espacio en las páginas de opinión y su emplazamiento no es fruto de la casualidad. De hecho podemos decir que son en sí mismos un género periodístico más, ya que desde sus viñetas, con sus trazos y caricaturas, contienen igual o mayor carga de opinión de la que pueda tener un editorial o una columna y encima, todo dicho con una sonrisa, que es como más suelen doler los palos al que los recibe... Las posibilidades del humor gráfico a la hora de formar opinión son tan enormes que de hecho acaban diciendo las cosas que muchas veces no se atreve nadie a poner por escrito. Los límites de lo políticamente correcto o del clamor popular no se suelen aplicar a estos pequeños dibujos. En muchas ocasiones, lo más controvertido, lo más interesante o lo más polémico del día suele estar contado en las viñetas de las páginas de opinión.
En España tenemos la inmensa fortuna de poder disfrutar de grandes de la viñeta como el gran
Ricardo Martínez (en solitario o cuando forma duo con
Nacho),
Gallego y Rey,
Forges,
Mingote, El Roto, Idígoras y Pachi... Tiernos algunos, conceptuales otros, demoledores, irónicos... certeros analistas todos de la actualidad, auténticas firmas de primera línea que en lugar de escritas nos llegan dibujadas cada mañana, para informarnos mientras nos roban una sonrisa.
Chupar. No es lo que todo el mundo piensa. Ah, que no lo estáis pensando, claro. Pero también lo es, esa práctica habitual en todas las redacciones que en el mundo periodístico existen y que se lleva a cabo bien de manera voluntaria como parte de las actividades de autopromoción aprofesionales, o bien involuntaria como peaje obligatorio, porque para comer suele ser necesario chupar primero. La palabra más frecuente es otra, que no vamos a reseñar por pudor candoroso, y no hay quien se libre de ella (que levante la lengua quien se atreva a afirmar lo contrario).
No es lo que todo el mundo piensa ya que con el término chupar que hemos heredado de las artes gráficas (donde también se chupa lo suyo, si no más) nos referimos a achicar espacios entre letras con el propósito de que quepan títulos (generalmente, también textos) que de natural no cabrían en ese espacio y con ese mismo cuerpo. Es la famosa modificación negativa del track en los programas informáticos de autoedición.
Puede hacerse también, y de hecho se hace, con el equivocado concepto de que esos espacios entre las letras en realidad no sirven para nada y es mejor eliminarlos, teoría propia de esos que creen saber mucho porque en realidad no saben apenas nada, muy frecuente. Existe además el efecto estético de forzar la tipografía hasta que se junten del todo las letras, e incluso mucho más, tarea "artística" poco práctica en los periódicos, excepto en algún suplemento y con un fin muy determinado. Sería como la gran chupada, o algo así.
En el diseño periodístico, además de chupar, también arañamos, comemos espacio, sangramos, tocamos cuerpos, los subimos y bajamos, engatillamos, cortamos los pies, cabeceamos e incluso mordemos, pero todo esto es otra historia que tratamos adecuadamente en sus correspondientes voces y que os invitamos a que consultéis, preferiblemente con la lengua fuera.
Cierre. Hora límite en la que una publicación tiene que estar lista en todos sus aspectos para mandar a imprimir. Normalmente coincide con la oscuridad de la noche. Suele ser una hora fija, con la particularidad de que nunca, y decimos nunca, se cumple. Es requisito indispensable que la hora de cierre sea, casi siempre, utópica.
Sin embargo, el cierre es algo más que esa hora límite. Es un estado de ánimo, una sensación, un sentimiento incluso. Es una espada de Damocles, un péndulo estilo Poe que oscila sobre nuestras cabezas y se aproxima cada vez más y más a medida que el reloj avanza y el umbral de descojonamiento se rebasa. Porque la proximidad del cierre es directamente proporcional al deterioro de las páginas: cuanto más cerca, peor quedan, ya se sabe, la presión del cierre...
Cierre también es una expresión esgrimida por los jefes para llenar más la olla a presión que es el cierre. "Vamos chicos que ya hemos reventado la hora de cierre" o "vamos que no cerramos, joder", son sólo algunas de las dos frases que se oyen en la redacción entre las 21 y 22,30 horas (o la utópica hora de cierre que se haya estipulado en cada periódico: 22.30 para la primera edición y 1.00 de la madrugada para segunda en el caso del diario El Mundo). Por eso se oyen, porque a esa hora ya debería estar todo cerrado. Y todo parece más abierto que al empezar.
Además, el cierre es un imán de anécdotas y problemas, porque son pocos los cierres sin problemas. Siempre que haya cierre, hay anécdota y/o problemas. Que si la impresora no funciona, que si se cae la página, que si entra una noticia nueva y hay que levantarlo todo... Esto suele ser consecuencia directa de la mención de las palabras mágicas a primera hora de la mañana: "hoy vamos a tener un cierre tranquilizo" (o en su vertiente vespertina, "qué bien vamos hoy"). Craso error. Si a los Gremlins nunca se les debe dar de comer a partir de media noche, nunca se debe mencionar esa frase el día de cierre. Nunca. Nunca. Os habéis enterado, si no queréis joder el cierre NUNCA digáis las palabras mágicas.
Pero hay expertos periodistas en reventar el cierre, los conocidos como revienta-cierres. Con las palabras "ya lo tengo casi listo" responde al grito más temido a esas horas: "cómo no lo acabes metemos una chapa y mañana te vas a enterar". Todo aderezado con su dosis de gritos y sudores fríos por parte del resto de la redacción presente. Durante la semana ha madurado el tema y casi siempre lo tenía "acabado", pero el cierre, como el tiempo, pone a cada uno en su sitio y destapa el tarro de la verdad: siempre llegamos al cierre tarde. Siempre. Porque de lo contrario, no sería cierre...
Desgraciadamente, existe otra triste acepción de la palabra cierre, y es la que hace mención al cese de negocio de una publicación. Con este cierre, cese, clausura, liquidación, finiquito, o como se le quiera llamar, de un medio de comunicación, no sólo se pierde un poquito de libertad y pluralidad, sino que también se pierden muchos puestos de trabajo de gente muy competente.
Aunque no nos gusten y queramos que todos y cada uno de los medios de comunicación sigan su andadura, nos tememos que esta acepción nunca la podremos suprimir de este Diseñario. Pero contra eso, podemos tirar del diccionario de antónimos y buscar "apertura".
Entregas anteriores del Diseñario 2.0:Diseñario 2.0 (I):
adelanto-alcance.Diseñario 2.0 (II):
apaisado-arte final.Diseñario 2.0 (III):
aspirina-autoedición.Diseñario 2.0 (IV):
background-billete.Diseñario 2.0 (V):
bobina-breves.Diseñario 2.0 (VI):
cabecear-camisa.Diseñario 2.0 (VII):
carácter-carpintero.Diseñario 2.0 (VIII):
catálogo-chillón.