lunes, 30 de julio de 2007

¡No!

¡Qué antipáticos somos los maquetadores! Unos bordes, en especial yo. Cualquiera de los que me conoce puede dar fe de ello. Resulta que viene un amable redactor cargado de buenas intenciones y mejores ideas, y cuando nos propone ilusionado aquello de que su página seguro que queda mejor (¡más bonita!, ¿no?, y sonríe) con dos, tres, "o mejor muchas fotos" en vez de como está ahora, "tan aburrida" con una sola foto como la hemos maquetado... le decimos que no. No. Así, con toda la sequedad y falta de tacto posibles para asegurarnos de que entiende que hablamos en serio. La primera, no, las primeras veces les explicamos aquello de que "menos es más", de la fuerza de una sola imagen sin competir con otra y demás pero, amablemente, no se dignaron a escucharnos, no nos hicieron ni puto caso con esa sonrisa suya tan simpática que a nosotros, los maquetas, ya no nos da la gana poner. Es que no nos sale. Porque somos bordes, ¡joder! ¡Que NO! Y se marcha ofendido recriminándonos que las cosas se pueden decir de otra manera sin recordar que de otra manera ya se lo dijimos. La presión por el exceso de páginas y la falta de medios también ayudan, como que no te escuchen o que no te tengan en cuenta, pero en realidad es que somos así. No hay que buscar excusas.


¿Y no me podrías poner tres líneas de título a tres columnas porque no me cabe todo lo que quiero poner? No. ¿No? Y le miras a la cara con toda la mala hostia propia de cualquier maquetador que se precie de serlo pensando en cómo no se puede haber enterado todavía, después de dieciocho años, de que no tiene que contar toda la noticia en el título y menos aún en un reportaje, donde dispone de un hermoso y largo subtítulo precisamente para que explique esa frase ingeniosa, corta y directa, con la que se supone que debe titular. ¿Entonces no me vas a poner las tres líneas? ¿Qué le digo yo, que soy un borde, a este chico tan majo? ¿Qué le hago? ¿Le mato? No.
Puede que me esté afectando este terrible calor de finales de julio.
En el desaparecido La Información de Madrid nos llamaban la dictadura del maquetariado y a veces tenían hasta razón. También la tienen ahora en ocasiones, claro, pero no seré yo quien se la dé. Nunca. Porque soy odioso, ¿lo ven? Además son muy pocas esas ocasiones. Que sí, que a veces el diseño impone planteamientos cerrados en los que no se tiene en cuenta la información. O directamente nos equivocamos, es difícil pero puede suceder, lo admito. Como también es cierto que si queremos que las páginas estén ordenadas, que tengan una seña de identidad, que parezcan páginas de nuestro periódico y que además resulten atractivas y fáciles de leer, entonces, hay que decir que no, que no, y que no a planteamientos contrarios a estos criterios. La mayoría lo entiende y nos aguanta, aunque siempre hay quien no se entera por principiante, por padecer importantes dosis de pobreza espiritual, falta de inteligencia, porque a pesar de sus años de experiencia, debieron ser años que no enseñan, o por una combinación fatal de alguno o de todos estos elementos. Podríamos optar por un camino divergente y, sonriendo, repartir abrazos e incluso besos entre nuestros semejantes diciéndoles que sí a todo para que no se enfaden y digan entonces que somos nosotros los enfadados pero, al parecer, las empresas no están dispuestas a pagarnos por eso. Muy al contrario, las empresas buscan intencionadamente a encargados de decir NO, a personas bordes y antipáticas, personajes despreciables alérgicos al cariño humano, dictadores del maquetariado. A nosotros. A mí. Está claro, ¿no?

sábado, 28 de julio de 2007

La foto

Javier Vidal nos trae un nuevo artículo en el que nos cuenta sus problemas con una foto técnicamente pobre, pero artísticamente genial. Aquí nos cuenta cómo se resolvió el asunto:

Hay páginas para las que no tienes material. Y te lanzas a la piscina con lo que hay, intentando que queden lo más dignas posible. Y hay veces que el material abunda, y tienes cantidad y calidad. Y te emocionas, porque piensas: “De aquí sacamos algo”. A veces, buscando entre un montón de imágenes, hay una que te dice: “Hola, soy LA FOTO”. Y construyes la página, o la doble, en función de ella, porque ilustra todo lo que quieres contar, porque ella sola levanta la información, por su fuerza…

El otro día me cayó un tema goloso. Un reportaje sobre Jim Morrison y la leyenda de su muerte. Y las fotos eran buenas. Eran buenísimas… Para la apertura lo teníamos clarísimo. El icono, el escenario, la pose... Morrison en estado puro. Para la página interior teníamos mucho donde elegir, pero no íbamos a repetirle cantando, o sobre un escenario. A los dos (al redactor y a mi) nos gustaba mucho una en particular. Una visión más intimista, personal y no muy vista de él. Completaba la edición gráfica y abría la posibilidad de darla a tope, a cuatro columnas, con un texto calado, algo efectista, pero bueno, es un suplemento arrevistado y el tema se prestaba. Era LA FOTO.

Es un de estos casos en que ves la maqueta en tu cabeza antes sentarte en el ordenador. Y construir la página se convierte en un mero trámite. O no. Cuando vimos la maqueta en papel me di cuenta. ¡Horror! La foto de dentro, la que nos gustaba, la del calado, LA FOTO, no tenía suficiente tamaño y pixelaba ligeramente. Una visita al taller confirmó las sospechas. Y te entra el bajón, porque la página funcionaba. Y entonces empiezas a enseñársela a tus compañeros, y a todo el que pasa por allí, y todos te dicen: “es LA FOTO”. Y vuelves a bajar a taller, y les dices que lo miren bien, no sea que se hayan equivocado. Y te vuelven a decir que no, que no tiene tamaño suficiente.

Y vuelves a tu sitio hundido, derrotado por una foto, la puñetera, que entró en el sistema sin tamaño suficiente para cuatro columnas. Y te pones a hacer una alternativa con otra foto que sí tiene tamaño, y que es magnífica, pero que a ti no te dice nada porque tu corazón pertenece a LA FOTO de la primera versión, como cuando te enamoras a primera vista.
Y coges las dos versiones, y las vuelves a enseñar a todo el mundo. Y todos te dicen que la segunda versión está muy bien, pero cuando ven la primera te dicen: “Está claro, ésta es LA FOTO”. Y a la desesperada vuelves al taller y les dices que, “aun a riesgo de parecer un cabezón, por qué no probáis a tratarla, a ver qué sale, que la foto es antigua y un ligero desenfoque tampoco le viene mal”. Y te miran con cara de pena y te dicen, “vale tío, si te empeñas, lo intentamos”.

Y lo consiguieron. La lavaron hasta que prácticamente no se aprecian los píxeles. ¡Bravo! Y así quedó. Hay páginas que son fruto de una continua búsqueda, y otras que son desde el principio, antes incluso del papel. Pero se complican. Y a veces sólo hay que pelearlas un poquito, sobreponiéndose incluso a los problemas técnicos. En mi modesta opinión, pelear la primera versión fue un acierto… aunque claro, no soy muy objetivo. LA FOTO me había robado el corazón, la muy canalla.

A la izquierda, la página publicada; a la derecha, la opción alternativa

viernes, 27 de julio de 2007

Curioso mosaico


El País (parece que tengo fijación con él) publicó en su suplemento Domingo de hace unos fines de semana un especial sobre el final del juicio del 11-M, con resumen, análisis y conclusiones varias, y en una página publicó un mosaico fotográfico algo inusual y quizás poco justificado (por las formas) sobre los implicados en el atentado. Quisieron seguramente salirse de un esquema puramente simétrico y ordenado pero, ¿podía haberse hecho mejor? Unas fotos se pisan a las otras, hay solapamientos por encima, por debajo...

Aunque intentan mostrar la jerarquía de los imputados o su importancia en el juicio con el tamaño y la colocación, a mi me resulta raro. No se, yo ahí lo dejo. Tiro la piedra.

Tropezando dos veces en la misma piedra con alevosía


El pasado 1 de julio, el Profesor Luis nos enseñaba un fragmento de una página de El País del 29 de junio sobre la polémica de Intervida en la que aparecía una fotografía de penosa calidad a un tamaño considerable. Pues bien, los malhechores han vuelto a la escena del crimen y sólo han tardado veintiséis días en volver a caer al mismo pozo. Misma sección, misma fotografía, inferior tamaño, igual de mala resolución.

El autor de la información no es el mismo que la primera vez, por lo que ahí encontramos la explicación. El redactor dice "bueno, por sólo una vez, presiono al maquetador, digo que viene de arriba y la publicamos". Si el maquetador que hizo la página tampoco es el mismo, ecuación completa, pero fallaron los mecanismos de control.

¿De verdad hace falta esta foto para entender la noticia?

jueves, 26 de julio de 2007

Sus primeras páginas

Tres días han necesitado tan sólo los alumnos del "Curso de Verano de Reportero Especializado en Prensa y Radio" que imparte la Universidad Complutense de Madrid durante este mes de julio para realizar una revista ellos solitos. Bueno, solitos del todo no, porque han contado con la impagable ayuda de su profesor de edición de prensa que no es otro que el ínclito Luis Blasco, nuestro compañero de blog (sí, ése que firma como Luis). Y a pesar de que se pueden hacer algunas críticas a las páginas de estos esforzados pupilos, lo cierto es que la revista que han realizado es más que digna para alguien que antes no había hecho nada parecido. Todos los textos, las fotografías y la maquetación son de los propios alumnos (desde segundo hasta quinto de periodismo, e incluso de otras disciplinas tan variopintas como antropología). Veamos:



No está mal, ¿no? Veamos un poco más:



Nuestro compañero Luis, a partir de ahora ‘el profesor Luis’, les había preparado una maqueta previa para facilitarles las cosas porque, evidentemente, partir de cero absoluto es imposible. Pero con esa maqueta base de cuatro columnas fueron ellos quienes dispusieron los elementos de todas las páginas. Algunas fuentes fallaron, como se puede ver, y el día que les explicó las bondades de intentar agrupar las imágenes de una página no le debían estar haciendo mucho caso, como se ve también en la segunda página que reproducimos... pero en general la revista de estos alumnos aprobaría con un notable alto e incluso es mejor que muchas publicaciones infames que encontramos en los buzones e incluso en los quioscos. Sólo nos queda una duda, ¿de quién es el mérito?... ¿de los alumnos?... ¿del profesor?

El Periódico sigue arriesgando... y sorprendiendo


Ya la han sacado los compañeros de Maquetadores, pero no está de más divulgarla aquí. Se trata de la portada que nuestros compañeros de El Periódico de Catalunya dedicaron ayer al apagón que sumió en tinieblas la ciudad de Barcelona.

Gráficamente rotunda y de titular contundente. O cómo recibir un puñetazo visual (en el buen sentido) a primera vista en el quiosco. Disculpad la escasa resolución cuando la ampliáis, pero es lo que hay.

martes, 24 de julio de 2007

Maquetar es informar

Javier Vidal, compañero de profesión y, por extensión, amigo, nos escribe un texto sobre el difícil arte de conjugar información y diseño, una tarea que aunque, a priori, pueda parecer simple, casi nunca lo es.

¿Qué es lo que diferencia una buena maqueta de una que no funciona? ¿Puede ser la variedad tipográfica, su equilibrio, su elegancia, la compensación en el uso de los blancos, quizá su poderoso impacto visual? Todas estas características, valiosas y necesarias, sin duda, pertenecen al campo de lo estético. Importante aliado, pero que no nos debería alejar del auténtico objetivo. Lo que realmente hace que una página, sección o periódico funcione es la información. La forma en que se presenta la información.

Las virtudes estéticas de una página son muy importantes, desde luego. Debe ser atractiva, que capte la atención. Pero si un diseño de relumbrón traiciona la información que presenta no sirve de nada. Por eso, para alcanzar la respuesta a la pregunta anterior tendríamos que pensar, en primer lugar, en criterios meramente informativos como jerarquía, orden, unidad, coherencia, valoración… edición, en definitiva. Si a eso conseguimos sumar una presentación atractiva y cuidada, tenemos la maqueta que buscábamos.

La maquetación está inevitablemente unida al trabajo de edición. Un buen maquetador tiene, necesariamente, que ser un buen editor. Porque la maqueta que funciona es la maqueta que informa. Esta labor periodística tiene que estar siempre presente para el maquetador. Todos los elementos de la página han de estar en sintonía con la información que se pretende contar. Los titulares, sus cuerpos y columnas, las informaciones secundarias, las fotografías…todo debe ayudar a contar la historia que el redactor ha trasladado al papel. De ahí que deban prevalecer los criterios informativos sobre los estéticos. Si hacemos que predominen las decisiones estéticas sobre las informativas estaremos bordeando peligrosamente el terreno de "las paginitas" o del "a mi esto no me gusta" del que ya se ha hablado, con gran acierto, en este blog. Cuántas veces habremos escuchado cosas como: "Hazlo cómo tú quieras, pero que quede bonito". Vale, se intentará que quede bonito, pero eso a mi, periodista que maqueta, me importa más bien poco. Lo que me importa es ¿queda clara la información que estamos dando? ¿La fotografía que hemos elegido es la que mejor ilustra el tema? ¿Podemos potenciar su mensaje con algún tipo de corte? ¿La página mantiene una jerarquía informativa clara en relación con el resto de su sección? Si a todo esto, la cosa te queda bonita, todos contentos.

El diseño de una página o de una sección completa debe ser un trabajo de edición conjunta entre los redactores y los maquetadores. Esto, lamentablemente, no siempre es posible, por la falta de tiempo, de material o de colaboración entre las partes. Y eso, sin duda, se nota en el resultado final. A veces, sólo unas pocas páginas al día son fruto de esta interrelación entre las distintas secciones de la redacción. Personalmente, estas pequeñas victorias son las que te hacen ver el periódico al día siguiente con cierta satisfacción. Y darte cuenta de lo mucho que se podrían haber mejorado otras páginas con un poquito más de tiempo o información.

"El diseño es un concepto orgánico, algo vivo", nos decían en la facultad. Es cierto. Como la información. Son la misma cosa. Surge al comienzo de cada página y está en constante evolución durante toda la jornada, sabiendo que lo que era una buena maqueta a las 17.00 horas no tiene porqué serlo a las 21.00 horas. El diseño, la información, no puede enlatarse, no puede prefabricarse. No se puede pretender construir un periódico desde una nevera, desde un almacén. Porque las maquetas cambian, se adaptan y rinden pleitesía a la información que contienen. Y la información es un animal cambiante, caprichoso y voluble.

Y esto que parece una reflexión de cajón es una de las grandes luchas diarias en una redacción. Y por eso muchas veces los redactores acuden a maquetación buscando soluciones estéticas a problemas que tienen su origen en la edición de la información. Y por eso hay gente que piensa que la panacea redaccional consiste en tener una ingente cantidad de modelos de páginas premaquetadas, dónde poder elegir, según qué casos. Pero se equivocan. Por que no se puede premaquetar la realidad, del mismo modo que no es factible realizar una previsión realista del flujo de información del día. Hay que adaptarse a la realidad. Y por eso, aunque pudieras empapelar un periódico entero con modelos de páginas prefabricadas, la información seguiría pillándote a calzón quitado. Porque cada tema necesita su maqueta. Porque el 11-S requería su maqueta, y porque José Tomás toreando a cámara lenta en los medios de Las Ventas necesita su propia maqueta. Porque cosas como la jerarquía y el ritmo no nacen del azar, sino de un trabajo de edición realizado página a página, sección a sección, periódico a periódico.

Javier Vidal