En primer lugar dejadme que os sitúe. Como sabéis, nos desplazamos a Estepona mi compañero Luis Blasco y servidor. Luis es un personaje en toda la dimensión de la palabra. Le conozco hace ya muchos años, y pensaba que le conocía bien. Pero este viaje me ha descubierto una dimensión nueva de él.
Luis es de las personas más serias y responsables que conozco. Bueno, no. Mi padre también es muy serio y responsable. Tanto es así, que en algunos momentos del viaje me ha dado la sensación de estar viajando con él. Luisito tiene un aprecio por las normas, una conducta tan cívica y disciplinada en casi cualquier materia, que a veces me ha hecho sentir como un hooligan en plena final de Copa de Europa. ¿He dicho ya que Luis tiene siete años menos que yo?
Mira que me lo advirtió. "Yo no corro con el coche. Yo pongo el limitador a 128 km/h y pa'lante". Y yo, iluso, pensaba que me estaba vacilando. Pues no. Efectivamente: limitador a 128 km/h y pa'lante. Eso significa 128 como máximo, claro. O 105 km/h dependiendo del tramo. O a 60 km/h por las rectas de Despeñaperros. Y así, hasta Estepona. Conste que no me quejo ¿eh? No voy a ser yo el que os incite a correr como locos por las carreteras, a no respetar las normas de tráfico, a meter quinta cuando se llega a 3.000 revoluciones...
Hay que decir, en un gesto que le honra como amigo, que él, no fumador militante, me dejó fumar en su coche. Eso sí, luego me fue echando la bronca un buen rato porque se me ocurrió tirar la colilla por la ventana para no apestarle el coche a tabaco. "Así se queman los montes", me decía. De nada servía explicarle que había apagado la colilla antes de tirarla, su código marine de conducta había sido vulnerado de nuevo.
De camino a Estepona, hicimos una parada técnica en Martos (Jaén), primer productor mundial de aceite de oliva del mundo. En ese pueblo he pasado yo lo mejor de mi infancia. Como los dos somos de buen comer, llevé a Luis a comer al restaurante Morys, lugar cumbre de la gastronomía marteña. Todavía me lo está agradeciendo. Tanto es así que Luis acabó su comida con unos "¡Viva el Morys!", para regocijo del personal. Si pasáis por allí, os lo recomiendo vivamente.
El camino hasta Estepona siguió su curso (a 128 km/h cuesta abajo) y llegamos por la tarde-noche. Nueva parada técnica en Carrefour, para comprar cosas que nos hacían falta. Allí pudimos ver las impactantes campañas de lanzamiento de lo últimos estrenos en DVD y Luis probó unos cincuenta desodorantes hasta que eligió el que más le gustó. Lo dicho, un crack en toda regla.
"Epetacular lanzamieto" en Duvedé
¡Ay, la tecnología!
Cuando llegamos al hotel, primer contratiempo. El imprescindible Wifi para actualizar el blog a diario no funcionaba. O sí, pero el personal del hotel no tenía mucha idea de cómo usarlo. Era un hotel con campo de golf, típico de la zona. Lleno de alemanes a tope, (sólo vimos unas españolas el último día). Por cierto, ¿dónde hay que escribir para explicar al mundo libre que las sandalias nunca, nunca se deben llevar con calcetines de lana? Es que duele a la vista. Aparte de esto, a mí el hotel me recordaba a algo, pero no conseguí caer hasta el segundo día. ¡Era el hotel del resplandor! Con sus niñas con triciclo corriendo por los pasillos y todo...
"El Norbi" con los desplazados de encajabaja
Para la cena del primer día quedamos con todos los ponentes en el restaurante "El frenazo". Nos perdimos un poco, porque el GPS empezó a anunciar lo que vendría después. Aún así conseguimos llegar para ver como el Madrid ganaba inmerecidamente a mi pobre Betis. Disfrutamos de una magnífica cena (el pescadito de Estepona, como ya se ha dicho, rico, rico) en compañía de Mario Tascón, Jordi Catalá, Javier Sicilia, Manuela Mariño y Orlando Romero, que nos invitó a visitar Cuba. ¡Cuadrando fechas estamos Orlando!
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Mañana, segunda parte de este viaje cargado de anéctodas. Os doy un aperitivo: un secuestro, el pescaíto frito canadiense, una reunión de amigos con vistas a la playa y la botella más fea del mundo.
2 comentarios:
Primero crónica de una cumbre bien diseñada. Y ahora crónica de las pequeñas cosas. Genial. Gracias.
¿Por qué creéis que habéis tenido tan buena acogida en el mundillo de los blogs sobre diseño? ¿Tan mal estaban las cosas?
No es que estuvieran mal las cosas, nosotros aportamos algo distinto a los demás, sumamos al resto de los blogs, creo que llenamos un hueco que no tenían otros blogs, sobre todo con el tema de los casos prácticos y contar nuestra experiencia del día a día en la redacción de un periódico. Y te aseguro que eso da mucho material y del bueno.
Un saludo.
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